23 de abril 2017
La intención del gobierno del Presidente Daniel Ortega era impedir la marcha número 87 en contra del proyecto del Gran Canal Interocéanico se realizara. Para ello desde el viernes 21 de abril, oficiales de la Policía Nacional y sus fuerzas especiales, hostigaron a los campesinos y activistas que viajaban rumbo a Juigalpa, Chontales, 175 kilómetros al sureste de Managua, donde se realizaría la concentración.
El día de la marcha los retenes policiales fueron reforzados. Las entradas y salidas hacia Juigalpa fueron cercadas por antimotines. Las personas que querían llegar a esa ciudad desde el pacífico, tenían que superar tres retenes ubicados en San Benito, Las Banderas y el empalme de Boaco. Los ciudadanos que lograron avanzar, fueron requisados completamente. En algunos casos los obligaron a bajar de sus autos.
Aunque el gobierno logró neutralizar a los campesinos que venían de Nueva Guinea, Boaco, Río San Juan o Rivas, unas 300 personas lograron llegar hasta el puente La Tonga, en Juigalpa, para apoyar la lucha del campesinado nicaragüense. Eso sí, la estrategia cambió de forma radical, en lugar de una marcha nacional, la orden de los líderes campesinos fue realizar plantones en los lugares donde nos los dajaran pasar.
A las 9 de la mañana, en el puente La Tonga, los ciudadanos comenzaron ondear las banderas azul y blanco, a sacar las pancartas y manifestar que no están en contra del progreso, sino de la arbitrariedad del gobierno de Ortega. En la esquina opuesta, estaban los trabajadores del Estado y estudiantes, que fueron obligados a participar de una contramarcha, anunciada el viernes 21 de abril por Rosario Murillo, coordinadora de comunicación y vicepresidenta de Nicaragua.
Mientras Francisca Ramírez, líder del Movimiento Campesino, quedó varada con los demás ciudadanos en La Fonseca, Nueva Guinea, hostigados por 600 antimotines que les impidieron su llegada a Juigalpa, la contramarcha “Amor a la Naturaleza, Corazón Verde”, nombrada por Murillo, recibió el resguardo de la Policía Nacional, tuvo a su disposición buses y gozó de la libre circulación por las calles de Juigalpa
El trato hacia el campesinado de parte de la Policía Nacional era distinto al del grupo de trabajadores del Estado. Confidencial llegó hasta el empalme de San Pedro de Lóvago, donde había un retén policial y estacionó el vehículo. En ese momento una docena de policías detuvieron una camioneta con varios campesinos a bordo.
Los detenidos, evidentemente campesinos, venían de Nueva Guinea y se dirigían a “una fiesta en una comarca aledaña”. Fueron requisados y se decomisaron pistolas y navajas. Antonio García Ruíz, uno de los ciudadanos que venía en la camioneta, afirmó que todos sus documentos estaban en regla y que no había razones para trasladarlos a la delegación, sin embargo, fueron llevados por los agentes policiales a la estación municipal en Juigalpa.
Luego de revisarlos, un agente se acercó al conductor del vehículo de Confidencial y le ordenó que bajara del carro. Inmediatamente comenzaron a registrar el vehículo, abrieron bolsos y retuvieron los documentos de Eddie Osorio por media hora. Ante la insistencia del equipo periodístico, de por qué estaban tardando con la "revisión", los documentos fueron entregados.
De regreso en La Tonga, unas 300 personas se aglutinaban para dar inicio a la manifestación. De pronto un cordón de 30 antimotines impidió el paso de los campesinos y activistas.
A pesar del bloqueo, el ánimo de campesinos y ciudadanos de la sociedad civil no flaqueaba. Un grupo de personas tomó una bandera azul y blanco de cuatro metros y se colocaron a pocos pasos de los antimotines, quienes bajo el inclemente sol denotaban cansancio.
Mientras tanto, jóvenes activistas gritaban a los agentes: “Los queremos porque somos hermanos nicaragüenses. ¡Qué viva la Policía Nacional!”.
“Hermanos policías, no nos reprimas, somos tu pueblo que exigimos no al canal, no a la ley 840. Exigimos derecho a la tierra, a una educación con calidad. Exigimos movilización popular para hacernos escuchar. Nuestra lucha es popular, de norte a sur, de mar a mar”, dijeron grupos de simpatizantes de la lucha campesina.
Juigalpa custodiada de norte a sur
Juigalpa permanecía sitiada. La idea era comenzar la marcha desde el puente La Tonga y caminar un kilómetro hacia los semáforos del cementerio de Juigalpa. Este plan no se logró realizar por el considerable número de antimotines que impedían el paso. Ciento cuarenta kilómetros adelante, en Nueva Guinea, los campesinos que llegaban de esa zona no pudieron salir de ahí por el retén policial implacable.
Sin embargo, muchas personas llegaron de varias partes del país, aplacando así a los retenes policiales esparcidos por las carreteras. Una de ellas fue María López Vigil, quien fue retenida en tres ocasiones y decía que los que iban en el coche eran religiosos y se dirigían a un encuentro. “Llegamos, pasamos y aquí estamos. Tenemos que representarlos. Nosotros estamos aquí con ellos”, afirmó Vigil
Kener González Marín de 21 años, originario de Juigalpa era otro de los manifestantes. La noche del viernes 21 llegó a su ciudad desde Managua y no tuvo complicaciones en el trayecto. Sin embargo, informó que hubo un bus que fue “secuestrado” y llevado a la estación policial de esta ciudad. Él quiere que los jóvenes se integren a las luchas y que se agrupen en movimientos sociales genuinos.
A eso de las 10 de la mañana, el plantón tomaba más efervescencia y los simpatizantes estaban cara a cara con los antimotines. “¡Queremos marchar! ¡Queremos marchar!”, se escuchaba por los megáfonos. “Rosario Murillo, a vos te pica el fundillo. Ortega Ladrón, el chino es tu patrón. Ortega usurero, estás con los banqueros. Ortega violador, te espera el creador. ¡Viva Nicaragua! ¡Vamos compañeros, viva el movimiento campesino!”, gritó un hombre de boina negra, pelo largo y gafas oscuras.
La solidaridad con los campesinos fue tal que pobladores de Juigalpa se unieron al plantón. José Miguel Espinoza Urbina, un hombre de 74 años fue uno de ellos. Él vive en la ciudad, pero teme que el lago Cocibolca sea contaminado por el canal. “Tenemos que apoyar a los campesinos que le van a quitar sus tierras. ¿Dónde van a vivir?, ¿de dónde vamos a comer nosotros los que vivimos en la ciudad?”, cuestionó.
Manifestaciones exitosas
A las 11 de la mañana, el sol no daba tregua. Ambos bandos sudaban y estaban cansados, tanto antimotines como campesinos. Al otro lado del cordón, el Comisionado Roberto González Kraudy, director de Seguridad de Tránsito Nacional, fue abordado por Confidencial para conocer sus declaraciones, pero no respondió a ninguna de las preguntas.
Detrás de los campesinos y activistas, una fila interminable de camiones y vehículos pedían pasada. Algunos pobladores se quejaron de que la Policía Nacional eran los responsables de retrasar el tráfico. “Estamos trabajando y nos están atrasando. La policía debería dejar de pasar a los campesinos, es lo justo. Todos tenemos derecho a expresarnos, sea el partido que sea o la ideología”, dijo Elvis Jirón, conductor de Juigalpa.
Cinco minutos después los campesinos se apartaron, el tráfico avanzó pero el cordón de antimotines siguió obstruyendo la carretera.
A las 11:30, la Policía Nacional mandó a pedir refuerzos. Dos docenas de antimotines se bajaron de las patrullas e hicieron filas para acoplarse a los que ya estaban en la zona. Media hora después la marcha casi llegaba a su fin. Mónica López, asesora del movimiento campesino, reportó que en Juigalpa se reunieron unas 400 personas y miles más en otros puntos del país. “Lo que se puso en evidencia es que este movimiento campesino lucha cívicamente y el gobierno usa la represión y la violencia por una razón porque a lo que más le tiene miedo el gobierno es a las calles y eso es lo que Nicaragua debería hacer: salir a las calles”, sentenció López.
Mientras tanto, la líder campesina Francisca Ramírez dio por culminada las manifestaciones al mediodía y brindó un emotivo discurso. “El día de hoy es un día de orgullo y un día de indignación porque duele cuando oímos cantar el himno nacional y gracias a todos ustedes que hoy los instaron a la violencia pero se agarraron de lo que dice el himno nacional: ‘Ya no se tiñe con sangre de hermanos’, dijo Ramírez con la voz entrecortada.
Por la tarde, la Policía Nacional brindó una nota de prensa en la que decía: “Personas identificadas como miembros del denominado Consejo Nacional de Defensa de la Tierra, Lago y Soberanía, provocaron graves alteraciones al orden público, obstaculizando el derecho constitucional a la libre circulación (…) La denominada marcha número 87, igual que las anteriores, se ha realizado de forma ilegal, sin autorización de las autoridades policiales, afectando el normal desarrollo de las actividades productivas, económicas y comerciales del país”.
Medardo Mairena Sequeira, vicecoordinador del Consejo Nacional en Defensa de la Tierra, el Lago y la Soberanía Nacional, mandó una carta el 19 de abril tres días antes de realizar la marcha campesina, en la que informa al Comisionado de Juigalpa, Bayardo Napoleón Rosales, que el 22 de abril se haría una manifestación “pública, cívica y pacífica”. La institución policial selló la carta y la tachó de recibida.