31 de mayo 2018
A eso de las cinco de la tarde un hombre moreno, vestido de azul y blanco, irrumpió entre la muchedumbre gritando “¡nos están atacando!, ¡nos están tirando balas! Ya van cuatro heridos”. Mostraba en la palma de su mano izquierda un proyectil de Ak-47. Eran las 4:45 de la tarde cuando efectivos policiales, y grupos paramilitares atacaron con armas de fuego la marcha pacífica de las "Madres de Abril”, la movilización más multitudinaria contra el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, en 43 días de rebelión popular.
La represión dejó 15 muertos, de acuerdo a las autoridades del régimen Ortega-Murillo y 199 lesionados. El Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) confirma once fallecidos. En Managua son: Jorge Guerrero Rivas, Edgar Guevara Portobanco de 38 años, Francisco Reyes Zapata, Michael González, Daniel García Réyes y el niño Orlando Córdoba de 15 años. Mientras que en Estelí 32 resultaron heridos y 4 muertos: Alberto Obregón, Dosany Castiblanco Blandón, José Manuel Quintero y Jairo Antonio Osorio.
En Masaya también se registraron enfrentamientos. Allí murió Carlos Manuel Díaz, según el Cenidh. Mientras que el Ejército de Nicaragua emitió una nota de prensa informando que en el Hospital Militar recibieron a once personas y dos llegaron fallecidas.
«Queremos dejar claro que no se puede reanudar la mesa del Diálogo Nacional mientras al pueblo de Nicaragua se le siga negando el derecho a manifestarse libremente y continúe siendo reprimido y asesinado»
— Jorge Solórzano Pérez (@jorgesolorzanop) May 31, 2018
Los nombres de los muertos en el Militar son Heriberto Maudiel Pérez Días, herido por arma de fuego en el hemitórax. Y kevin Antonio Cufi Reyes, de 15 años de edad. El Ejército aseguró atendieron a ocho heridos por arma de fuego, seis de los cuales son policías.
Masacre inició al caer la tarde
Centenares de miles de personas habían marchado de forma pacífica durante tres horas, en un trayecto de cuatro kilómetros colmando los cuatro carriles de la carretera a Masaya, entre la rotonda Jean Paul Genie y la Universidad Centromaericana. La masacre del 30 de mayo deja, al menos, trece confirmados: 8 muertos en Managua, 4 en Esteli, y 1 en Masaya. Además, otro en estado de “muerte cerebral” y decenas de heridos, en hospitales que aún no se daban a basto para contabilizarlos con precisión, porque los heridos seguían ingresando.
#Urgente | He podido ver más de 8 heridos hasta ahora #SOSNicaragua pic.twitter.com/DUnEqwHeMH
— Wilfredo Miranda Aburto (@PiruloAr) May 30, 2018
Las madres de las víctimas de la represión estaban arribando a la rotonda Rubén Darío, donde miles de ciudadanos que las acompañaron les aplaudían. Las madres se dirigían a la Universidad Centroamericana (UCA) a concluir con un acto la marcha. Un grupo de jóvenes se dirigieron hacia el Estadio Nacional de béisbol Dennis Martínez, a través de los predios de la Catedral Metropolitana de Managua y por la calle de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), para cerciorarse del rumor que habían escuchado: la presencia de turbas en esa zona.
El rumor era cierto.
++++ ACLARACIÓN ++++
Los obispos de Nicaragua en el comunicado de hoy 31 de mayo no hablamos genéricamente de “hechos violentos” sino de actos realizados por «grupos armados afines al gobierno contra la población civil», «asesinando» al pueblo.— Silvio José Báez (@silviojbaez) May 31, 2018
De inmediato, según los jóvenes que estuvieron allí, los paramilitares y los Policías comenzaron a dispararles. Otros se regresaron a la marcha a notificar sobre el ataque. Como en la marcha de las “Madres de Abril” había tanta gente, su alerta tardó varios minutos en esparcirse. Tomando en cuenta las grandes movilizaciones anteriores, la convocada por el Cosep el 23 de abril y la de la iglesia católica el 28 de abril, que transcurrieron de forma pacífica, nadie esperaba una agresión violenta y bárbara en el día de la madre.
El aviso del ataque se esparció entre los más jóvenes que cargaban lanza morteros y entre los motorizados. Todos se enfilaron por la calle del portón principal de la UNI, pero fueron repelidos por las balas. En menos de diez minutos, las motos que llegaron hasta el estadio volvían a toda velocidad y con las bocinas bramando por abrirse paso. Los pilotos traían heridos desplomados sobre las monturas.
https://twitter.com/PiruloAr/status/1001969635128901634
Primero un joven fibroso con un balinazo en el costado izquierdo. Pudo salir caminando por sí solo en busca de ayuda. Pero luego un niño de 14 años, flaco, con los bigotes todavía sin brotar, llegó conmocionado sobre la espalda del piloto de la motocicleta. Estaba apenas consciente. Fue arrojado a la acera frente a al portón principal de la UNI. Los paramédicos voluntarios ya habían instalado sus botiquines en esa zona. Sacaron sus gasas y las dirigieron a la mejilla izquierda, al impacto de bala. La sangre brotaba con furia de la herida que había desfigurado el rostro imberbe. No, este chavalo no podía aguantar más. Un camión azul, con capacidad para unas tres toneladas, salió desde la muchedumbre hacia el herido. Lo colocaron de retroceso en la acera. Los paramédicos lo montaron sobre el camastro y urgieron al chófer que no espera más, que arrancara cuanto antes.
El camión azul, con el joven ya al borde de la inconsciencia, salió en busca de un hospital. Más ambulancias de paramédicos y del cuerpo de bomberos llegaron a la UNI. Centenares de manifestantes se desprendieron del cuerpo central de la marcha para ayudar a levantar una barricada. Las motos seguían regresando con heridos a cuestas. Pasaron 10, 15 minutos de relativa calma cuando una ráfaga suspendió a todos. Pa-pa-pa-pa-pa-pa-pa-pa-pa-pa. Los paramilitares y la Policía atacaron con armas de guerra y la multitud huyó despavorida hacia la UCA y la rotonda Rubén Darío.
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El bramido de las ambulancias sustituyó al de las motocicletas. Los heridos de mayor gravedad comenzaron a ser trasladados. Impactos de bala en la cabeza, tórax y abdómenes. Según los manifestantes, vieron francotiradores en el estadio Dennis Martínez. Los videos que circularon después muestran a Policías abriendo fuego con fusiles. De acuerdo a fuentes policiales, el cordón de paramilitares, turbas y policías se extendía desde el Parque Las Madres hasta el Estadio Nacional. Su objetivo era impedir que la marcha ciudadana llegara a la actividad gubernamental a la que asistió el presidente Daniel Ortega y Rosario Murillo.
Un paramédico dijo a Confidencial que un joven herido en el abdomen falleció. Su identidad no ha sido posible corroborar de forma independiente. Pero sí vimos al menos diez personas pavorosamente heridas en la cabeza y en los tórax. Desfalleciendo encima de quienes los cargaban en las ambulancias y en las tinas de las camionetas de los paramédicos.
Los médicos voluntarios montaron puestos médicos en las inmediaciones de Hispamer en el reparto San Juan. Pero los heridos desbordaban las precarias capacidades. El hospital Bautista y el Vivian Pellas recibieron a la mayoría de los heridos. Doctores del Bautista confirmaron a Confidencial que, hasta las 11 de la noche del miércoles, atendieron a 22 heridos y dos de ellos murieron.
Edgar Guevara Portobanco, de 38 años de edad, acaba de fallecer en el quirófano del Hospital Bautista, según los médicos. Herida de arma de fuego que provocó una lesión cardiovascular. En ese centro hay 22 heridos y dos fallecidos. El dato actualizado a las 9:54 pm #SOSNicaragua
— Wilfredo Miranda Aburto (@PiruloAr) May 31, 2018
Los muertos del Bautista son Edgar Guevara Portobanco, de 38 años de edad. Falleció mientras era intervenido en el quirófano a causa de la lesión cardiovascular que a causó la bala. Francisco Reyes Zapata, de 33 años, falleció al tener la masa cerebral expuesta.
Mientras que al Vivian Pellas fueron atendidas más de 25 personas y también fallecieron dos. Uno es Maycol González Hernández, y el otro no ha sido identificado.
Muchos de los que huyeron de los disparos se refugiaron en la UCA. Un comunicado emitido por la universidad asegura que alrededor de cinco mil manifestantes quedaron atrapadas en el recinto ante el asedio de los paramilitares.
https://twitter.com/PiruloAr/status/1001977296545308677
“Esto no tiene nombre, esto es una irracionalidad, es un salvajismo. Esto ya se fue de las manos. Creo que el señor presidente y la señora Rosario Murillo reflexionen sobre esto que está pasando”, dijo el sacerdote jesuita José Idiáquez, rector de la UCA, a Confidencial. “Vamos a llegar a la paz de los cementerios y no es posible que este pueblo sufra de esta manera. Se han aferrado tanto al poder, que el poder emborracha. Hay que reconocer que este pueblo está harto, cansado y que no es matándonos que van a resolver el problema, a menos que ya sea una decisión de matar al pueblo”.
La tensión y los enfrentamientos continuaron pasada las nueve de la noche. En la Catedral Metropolitana de Managua quedaron refugiados los campesinos que llegaron a Managua para participar en la marcha de las “Madres de Abril”.
Estos ataques generaron una oleada de delincuencia y terror. A eso de las once de la noche Managua era una ciudad situada por turbas que asaltaban, quemaban inmuebles y vehículos, disparaban contra domicilios y negocios.
(Con la colaboración de Elmer Rivas)