22 de noviembre 2017
Elea Valle, quien el pasado 12 de noviembre sufrió, a manos del Ejército, la pérdida de su esposo Francisco Pérez Dávila, su hijo de 12 años Francisco y su hija Yojeisel Pérez Valle, de 16 años, pidió, con lágrimas en los ojos, que le permitan sacar los cuerpos de sus tres familiares de la fosa común donde están enterrados y llevarlos a un cementerio.
La viuda relató que los vecinos del lugar le informaron que el cuerpo de la niña lo encontraron completamente desnudo y lo cubrieron con ropa y que además estaba desnucada, luego que fuera colgada por los soldados del Ejército.
Valle además acusó al gobierno de Daniel Ortega de “asesino”, pues según ella fue él quien mandó a matar a su familia, que se encontraba con un grupo de rearmados y el conocido como comandante Colocho, un líder de un supuesto grupo armado con motivaciones políticas.
“Daniel Ortega es asesino que manda a matar a la gente de la montaña”, dijo la madre ante los medios de comunicación.
La doctora Vilma Núñez de Escorcia, presidenta del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos, dijo que acompañarán a la mujer en su búsqueda de justicia y advirtió que “cualquier día podemos lamentar en nuestras casas situaciones como la que están viviendo Elea”.
En el Cenidh acompañarán la denuncia de la mujer a nivel nacional. Núñez mencionó que recurrirán a la Policía Nacional para poner la denuncia y solicitar protección para Valle.
Pero además interpondrán una denuncia en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y otras instancias internacionales para que se conozca del caso.
El acoso militar
Según el relato de Elea Valle, el Ejército tenía cerca de tres años de estar persiguiendo a su esposo solo por ser hermano de alias comandante Colocho, quien era buscado por haberse levantado en armas en contra del Gobierno de Daniel Ortega.
La mujer dijo que su esposo inicialmente no estaba involucrado con el grupo de rearmados, pero a pesar de eso el Ejército lo perseguía y por indignación, este decidió alzarse en armas para protegerse y a su familia.
Durante varios años Francisco Pérez Dávila huyó por diferentes comunidades junto con su esposa y sus hijos, sin embargo, un día se cansó de tener que huir y para proteger su vida se fue con su hermano.
La mujer dijo que después de la partida de su marido, el Ejército la siguió acosando y en un momento quisieron llevarse a su hija Yojeisel, porque los militares aseguraban que la podían secuestrar los rearmados.
Incluso la mujer tuvo que iniciar un éxodo por diferentes comunidades del Caribe porque temía por su vida, debido a la persecución militar.
“La tuvieron dos horas bajo la lluvia (a su hija)”, dijo Elea relatando cómo en algunos momento los militares agredían a sus hijos para tratar de obtener información sobre el paradero de su padre y del comandante colocho.
La muerte de los Pérez Valle
Francisco Pérez Valle llamó a su familia previo a la masacre del 12 de noviembre. Pidió ver a sus dos hijos, a quienes ya tenía dos años de no ver, luego de su partida con los rearmados.
Los niños se fueron solos y según el relato de la madre, a ella la llamaron por teléfonos los lugareños de la comunidad San Pablo 22 para informarle de la muerte de sus hijos.
Ella pidió que no los enterraran hasta que ella llegara y cuando logró verlos, notó que tenían heridas de bala y tenían puñaladas en los costados.
“Estaban apuñalados en los costados mis niños”, dijo la mujer, quien además relató que los vecinos le dijeron que la niña fue violada y colgada en el lugar.
Los cuerpos fueron enterrados en una fosa común, pero ahora la madre quiere que se los devuelvan para que pueda llevarlos a un cementerio.
“Me quedaron tres niños”, dice resignada la mujer, y se queja porque los dos niños que murieron era su “apoyo”, pues asegura que el niño trabajaba en el campo y su hija le contribuía con las labores de la casa.