24 de octubre 2017
El Gobierno del presidente Daniel Ortega ratificó la adhesión de Nicaragua al Acuerdo de París y se comprometió a “cumplir fielmente” cada una de las disposiciones del “pacto mundial” para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que favorecen el aumento de la temperatura global.
“El Acuerdo de País, a pesar de no ser el acuerdo ideal, es el único instrumento que permite en la actualidad, esa unidad de intenciones y esfuerzos. Como jefe de Estado y de Gobierno, declaro que Nicaragua se adhiera a él”, dice el comunicado firmado por Ortega y la vicepresidenta Rosario Murillo.
A pesar de que Ortega firmó un documento en el que acepta la adhesión al Acuerdo de París, todavía debe ratificarlo ante la Asamblea Nacional y lo más importante, cumplir con todo lo que establece el pacto entre los países firmantes.
Para Amaru Ruiz, director de Fundación del Río, el cambio en la postura del Gobierno de no firmar el acuerdo mundial, sucede luego de la visita de las autoridades del Banco Mundial al país y por la presión ejercida de parte de la sociedad civil, que demandó desde un inició la suscripción de un convenio del cual solo Estados Unidos y Siria han quedado fuera.
“Nosotros no vimos con buenos ojos de que Nicaragua no firmara el acuerdo y no se sumara a la voluntad política mundial. La firma es un primer paso, ahora el Gobierno debe asumir los compromisos y presentar un plan de acción que esté más orientado a la adaptación de las comunidades vulnerables al cambio climático”, explicó Ruiz.
El director de Fundación del Río agregó que el Gobierno debe incorporar el tema de cambio climático en su agenda y realizar los planes de acción tomando en cuenta a todos los sectores involucrados y estableciendo la participación de cada uno de ellos.
“Recordemos, no es solo firmar y ya. El Gobierno debe respetar los compromisos y cumplir con los acuerdos suscritos”, externó Ruiz.
Cuando Nicaragua no firmó
Nicaragua no firmó el acuerdo internacional en diciembre de 2015 bajo el argumento de que el “pacto global” no era estricto con las economías más grandes del mundo. Paul Oquist, jefe de la delegación nacional, afirmó que las naciones con mayores riquezas no estaban haciendo lo suficiente para disminuir el uso de combustibles fósiles y expuso que estas potencias deberían realizar mayores esfuerzos por defender el planeta.
“No están ofreciendo suficientes fondos para ayudar a los países en desarrollo para adaptarse al impacto del cambio climático”, expresó Oquist en aquella oportunidad.
La posición del Gobierno del presidente Ortega de no presentar una propuesta de un plan nacional de cambio de emisiones de gases y de no aceptar el acuerdo mundial, fue considerada en su momento como una “pifia” y actitud “aberrante” por Jaime Íncer Barquero, científico y ex ministro del ambiente de Nicaragua.
Íncer Barquero dijo que la delegación nacional encabezada por Oquist, se limitó a seguir órdenes y mientras los demás países reconocían el problema y planteaban una solución, Nicaragua rechazaba una propuesta solo porque no “satisfacía” sus pretensiones.
Con la firma del acuerdo Nicaragua podría acceder a fondos de por lo menos 100 000 millones de dólares, disponibles en 2020 para luchar contra los efectos el cambio climático.