2 de abril 2023
“Jesús fue arrestado de forma ilegal” y “sometido a un juicio religioso y a otro político”, recordó en su homilía de este Domingo de Ramos, el obispo auxiliar de Managua, Silvio José Báez, quien destacó que Jesús fue “una víctima del poder religioso y político de la época”.
Sin mencionar a los opositores o presos políticos en Nicaragua, el obispo en el exilio relató pasajes de la pasión de Jesús que se asemejan a situaciones que viven los críticos al régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. “Jesús fue arrestado de forma ilegal. Quienes lo apresaron no tenían ninguna orden judicial para hacerlo, fue arrestado sin haber cometido ningún delito y sometido a un juicio religioso y a otro político, en los que no se respetaron los más mínimos procedimientos establecidos por la ley”, señaló en su sermón en la iglesia de Santa Agatha en Sweetwater, Miami.
En Nicaragua, centenares de opositores a la dictadura han sido encarcelados ilegalmente y sometidos a juicios espurios, donde no han tenido derecho a la defensa y no han podido demostrar los supuestos delitos en su contra.
“En el juicio religioso, el sumo sacerdote Caifás lo acusó de blasfemia, sirviéndose de testigos falsos que mentían sin pudor alguno contra Jesús. En el juicio político, el gobernador romano Poncio Pilatos, quien no encontró ninguna evidencia que respaldara las acusaciones en su contra, cedió a las presiones políticas, no quiso poner en juego sus privilegios y su poder y lo condenó a muerte”, relató Báez.
“Jesús —prosiguió— fue irrespetado y humillado en su dignidad, siendo sometido a terribles torturas y maltratos físicos durante su juicio y su crucifixión”.
Jesús enfrentó un juicio irregular
El obispo auxiliar señaló que “el relato no solo revela sentimientos de mentira y de odio en los adversarios de Jesús, sino que está plagado de irregularidades jurídicas que culminaron en su condena y su muerte. El relato de la pasión del Señor es la historia de una injusticia”. Esto mismo ha ocurrido en los juicios de los opositores en Nicaragua y recientemente en el caso del el obispo de Estelí, monseñor Rolando José Álvarez, condenado injustamente a 26 años y cuatro meses de cárcel por negarse a ser desterrado de Nicaragua.
El religioso recordó que en el evangelio hubo “una mujer pagana, que ni creía en Dios, pero se dio cuenta de la injusticia en contra de Jesús, ella era la mujer de Poncio Pilato. Hoy su voz está representada en quienes defienden a las víctimas inocentes y se alzan contra el atropello a los derechos humanos”.
“Estas voces dan la apariencia de ser débiles y dispersas, el mundo no parece escucharlas y los poderosos se esfuerzan en aplastarlas y acallarlas. Sin embargo, lo que hizo la mujer de Pilato es necesario seguir haciéndolo hoy. Tenemos que ser voz de los justos que no tienen voz y son condenados; y tenemos que ser voz contra los que tienen demasiada voz y, por eso, condenan a los justos”, dijo.
El prelado pidió a los fieles que conserven incorruptible la conciencia, fortalezcan los sentimientos que los hacen solidarios y sensibles ante el dolor de las víctimas. “No debemos apagar en el corazón el hambre y la sed de justicia en un mundo sometido por poderes tenebrosos al servicio de la injusticia”.
Los crucificados son los perseguidos
Recordó el ejemplo de Jesús, “quien murió siendo justo, sin rencor en su corazón, sin renegar de lo que había sido de su vida”. “Jesús muere como un justo, porque incluso en la tiniebla más densa y dolorosa, aun cuando Dios parece lejano, no se aparta de Dios ni lo olvida, lo sigue llamando 'Dios mío' y no deja de invocarlo con esperanza”.
Y agregó, “en la cruz de Jesús, el Justo que muere como una víctima de la injusticia del mundo, se revela también la solidaridad de Dios con los crucificados de hoy: en los perseguidos y excluidos, en las víctimas de la represión y de la guerra, en los presos políticos y en quienes son forzados al exilio. El Señor Crucificado sigue sufriendo en los calvarios del mundo”.
Monseñor Báez finalizó recordando que en estos días santos son para dedicar a la oración y contemplar al Señor Crucificado. “Al contemplar a Jesús Crucificado nos llenaremos de esperanza, incluso en medio del dolor y la muerte, y aprenderemos el lenguaje del amor humilde de Dios, que perdona, salva y da vida”.