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"Nuestro peor temor se cumplió": Así fue la cruel espera de los nicas con covid-19 en la frontera

Aguardaron en Peñas Blancas durante casi un mes, y cuando pudieron hacerse la prueba, a 20 de ellos les informaron que eran positivos de covid-19

Confidencial Digital

17 de agosto 2020

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En aquel momento lo único que "Elsa" pudo hacer fue llorar. Se sentía impotente y decepcionada. Por un segundo se había visto a sí misma del otro lado de la frontera; a salvo, en casa, junto a su mamá y sus dos hijos. Pero después que terminaron de leer aquel listado y les dijeron que ellos habían salido positivos de covid-19, “su mundo se vino abajo”.

"Elsa" ya tenía 11 días de haber llegado a la frontera de Peñas Blancas. Y durante ese tiempo lo había soportado todo --lluvias, sol, hambre, humillaciones, frío, calor, llantos-- con la esperanza de que en algún momento las autoridades nicaragüenses mostraran un poco humanidad hacia los cientos de migrantes que estaban en su misma condición.

Pero lejos de que esto ocurriera, cuando por fin les donaron las pruebas para que pudieran seguir su camino a casa, lo peor que les podía suceder ocurrió: 20 de los migrantes, incluida "Elsa", dieron positivo al SARS-CoV-2.

A todos los formaron en una fila aparte y desde allí vieron la alegría que se desbordó de los rostros de los otros 148 nicaragüenses, que junto a ellos esperaban los resultados para cruzar a su país, que salieron negativos.


"Elsa", a quien le urgía seguir su camino porque su mamá estaba convaleciente después de sufrir dos infartos, tomó su maleta y se fue junto a los otros migrantes (diez mujeres y diez varones) que dieron positivo, rumbo a un refugio que preparó la Fundación Corner of Love en coordinación con las autoridades costarricenses para pasar un tiempo en cuarentena.

“Nos fuimos llenos de zozobra. Sin saber cuándo podríamos pasar. Nos fuimos llenos de dolor por lo que vivimos”, contó la nicaragüense, dos días antes de que este domingo 16 de agosto de 2020, las autoridades de migración de Nicaragua les dieran permiso de cruzar a su país, tras 27 días de estar varada en la frontera.

A Nicaragua han regresado al menos 1961 nicaragüenses procedentes de Panamá, Costa Rica, España, Islas Caimán, Barbados y Guatemala, entre el cuatro de julio y el 16 de agosto de 2020. A todos el Gobierno les exigió una prueba negativa para el nuevo coronavirus, aun cuando la resolución ministerial en la que estableció el protocolo de ingreso se publicó hasta el 13 de julio.

La mayoría de migrantes tuvo que esperar en las fronteras terrestres a que las autoridades y organizaciones de otros países les ayudaran a conseguir las pruebas y les dieran comida, frazadas y atención médica ante la indiferencia de las autoridades nicaragüenses, que no les dieron ningún tipo de apoyo.

El grupo de migrantes, en el que viajaba "Elsa", que el dos de agosto había dado positivo a la covid-19 en Costa Rica, logrará ingresar al país este fin de semana después de 14 días en cuarentena, después que las autoridades de migración accedieran a dejarlos pasar, sin pedirle nuevamente las pruebas, confirmó a medios de comunicación Tanya Amador, de Corner of Love.

“Estar varados en la frontera fue algo traumático”

Volver a Nicaragua, Nicaragüenses varados en su intento de volver a Nicaragua

Autoridades de Nicaragua negaron ayuda a nicaragüenses migrantes que trataban de regresar a sus casas. EFE | CONFIDENCIAL

"Danilo" llegó a la frontera de Peñas Blancas el 21 de julio pasado. Pensó que no tendría problemas en pasar porque cinco días antes un amigo había cruzado solo con su cédula. Así que cuando le dijeron que no podía seguir sin la prueba negativa de la covid-19, no supo qué pensar.

No tenía dinero porque desde hace tres meses había quedado desempleado por la pandemia. De hecho, pudo llegar hasta la frontera porque un amigo le prestó dinero y su plan era pronto reencontrarse con su familia en Nicaragua, pues a principios de este año su esposa y su hija, que habían llegado ilegalmente a Costa Rica en octubre de 2019, tuvieron que regresarse porque no les había ido bien.

Al verse sin opciones, "Danilo" y unos primos que viajaban junto con él, decidieron quedarse en la frontera. Se arrinconaron junto a la carretera y poco a poco vieron como la fila de migrantes varados creció y junto a ellos el rechazo de parte de las autoridades nicaragüenses.

“Ellos jugaron con nosotros. Nos pedían nuestros nombres. Nos decían que ya nos íbamos y era mentira. Casi ni nos querían prestar el baño, había gente que se cagaba (defecaba) en bolsas y después las iban a tirar a la basura. Mujeres que se desmayaban, niños que se deshidrataban”, cuenta.

Al quinto día de estar varado en la frontera, recuerda que comenzó a llegar la ayuda humanitaria del lado tico. Les llevaron plástico negro para cubrirse del sol y la lluvia y también les llevaron comida, esto hizo más llevadera su situación. Diez días después los migrantes recibieron la buena nueva que gracias al esfuerzo de tres organizaciones no gubernamentales, en coordinación con el Gobierno de Costa Rica, les harían las pruebas que necesitaban. De parte del Gobierno de Nicaragua no recibieron nada.

“Nosotros estábamos alegres porque dijimos ‘ya vamos para la casita’, ‘ya voy a ver a mi hija’. El susto fue cuando nos llaman y nos dicen que estamos positivos. Y fue triste porque no lo esperábamos”, dice.

"Danilo" se sorprendió por el resultado porque él no tenía ningún síntoma. Sabía que era posible contagiarse porque estuvo 10 días hacinado junto a todos los migrantes, pero no recuerda haber visto a nadie enfermo. Incluso, le llegó a parecer curioso porque él ya había estado un mes en cuarentena en San José, después que un vecino de la cuartería en la que vivía diera positivo.

Lo mismo ocurrió con el resto de migrantes. Ninguno podía explicarse cómo se contagiaron. Sin embargo, en ese momento lo único que podían hacer era seguir el camino a la cuarentena que les ofrecían del lado tico.

“Mi miedo más grande se cumplió en la frontera”

"Elsa" decidió volver a Nicaragua en la segunda semana de julio. Para entonces ya tenía casi cinco meses desde que había dejado de trabajar y las posibilidades de encontrar un nuevo trabajo como migrante indocumentada se reducían cada día. Sin embargo, lo que terminó de convencerla de partir fue que su mamá, quien se hacía cargo de sus dos hijos en Nicaragua, se enfermó.

Así que esa mañana del lunes 20 de julio, armó una maleta con su ropa y comenzó su retorno. En ningún momento pensó que sería detenida en la frontera. Su único miedo era que en el trayecto se contagiara porque eso pondría en riesgo la vida de su mamá, quien había sufrido dos infartos y padece diabetes y leucemia.

Sin embargo, al llegar a la frontera el peor escenario para ella se cumplió. Las autoridades nicaragüenses no la dejaron pasar y en la espera se contagió de la covid-19.

“Yo llegué muy desesperada por venir a ver a mi mamá y por más que le supliqué al doctor que estaba allí (en migración) no me dejaron pasar. Solo me decían: ‘Eso no es problema mío, necesito que traigas tu prueba de covid negativa’”, recuerda.

El riesgo de enfermarse cada día fue creciendo. A los migrantes los arrinconaron a un lado de la carretera, sin distanciamiento y sin medidas de protección. Pues, incluso, cada cierto tiempo --cuando más migrantes se reunían-- las autoridades armaban listados diciéndoles que pronto los dejarían pasar, pero la intención era juntarlos, aseguran quienes estuvieran varados.

En los 11 días que "Elsa" estuvo varada en la frontera vivió momentos sumamente amargos. En medio de la precariedad incluso soportó su ciclo menstrual.

“A mí me bajó mi menstruación estando allí y hubo un día en que tuve que tener la toalla durante todo el día, porque solo había un baño para las casi 600 personas que estábamos en ese momento. Estuve sin bañarme una semana porque no tenía agua para asearme”, cuenta la mujer de 38 años.

El suplicio se alargó cuando finalmente les llevaron los resultados y "Elsa" no pudo cruzar porque salió positiva.

Gobierno de Costa Rica los albergó; el de Nicaragua los rechazó

Grupo de 20 migrantes que fueron llevados a un albergue a pasar cuarentena. Cortesía | Confidencial

"Francisco" es otro de los 20 migrantes que dio positivo en la prueba PCR. Él llegó el mismo día que "Daniel" e igualmente sufrió el rechazo y el desprecio de parte de las autoridades de Nicaragua. “Es algo que no se puede explicar, algo que nos va a costar superar en nuestras vidas”, dice vía telefónica.

Sin embargo, su momento más amargo lo vivió desde que leyó en las redes sociales que entre los migrantes que se hicieron la prueba, había un grupo que dio positivo. “Como que esté contagiado. Como que me vaya a quedar”, se repetía asimismo mientras esperaba que llegaran a leerles los resultados. Y su temor más grande se cumplió.

“Después que nos dijeron que éramos los que habíamos salido positivo con el virus, nos pusimos tristes. Algunos lloraron. Creíamos que nos íbamos a complicar, pero gracias a Dios hasta el día de hoy (viernes) nadie ha presentado ninguna complicación”, dice.

El grupo de migrantes fue llevado a un albergue que había instalado la Fundación Corner of Love junto con las autoridades ticas. Allí les proveyeron colchones, camas, comida, productos de aseo personal, los protegieron de la lluvia.

Ninguno desarrolló la enfermedad de forma grave. Para esto influyó que ninguno estaba en el rango de personas vulnerables, eran jóvenes de entre 26 a 45 años y no padecían de enfermedades crónicas.

En el albergue permanecieron durante 14 días, desde el dos de agosto hasta el 16 de agosto. Y aunque hasta el viernes no sabían cuándo acabarían la cuarentena para retomar su camino, el sábado los sorprendieron cuando les avisaron que ya podían pasar, sin necesidad de hacerles nuevamente la prueba. Según confirma Tania Amador, de Corner of Love, ese día viajó el grupo de diez mujeres y el domingo al final de la tarde viajaron los diez varones.

Los nombres de los migrantes fueron cambiados para evitar que tengan represalias de parte de las autoridades nicaragüenses.

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