8 de abril 2019
Detrás de una barricada en la UNAN-Managua, desarmado y bajo balas de la Policía y paramilitares, Fredrych Castillo, estudiante de Ingeniería en Sistemas y atrincherado, gritó —lo que creyó— sus últimas palabras. Aquel 13 de julio de 2018, la dictadura de Daniel Ortega ordenó el ataque contra cientos de estudiantes, y eso solo fue el inicio del infierno que este estudiante, originario de Estelí, tuvo que vivir durante los siguientes meses.
El video en vivo de la despedida de Castillo, y sus compañeros de trinchera, dejó en vilo a Nicaragua y le dio la vuelta al mundo: “Si logran ver esto díganle a mi madre que la quiero mucho y que no me arrepiento de nada. Morí por una causa”, dijo el estudiante. Pero Castillo no murió en aquella barricada y sobrevivió también al ataque de más de doce horas contra la parroquia Divina Misericordia, donde tras la toma paramilitar del recinto, los estudiantes se fueron a resguardar.
Una semana después, en un módulo del Mercado Oriental, Castillo fue capturado junto a un grupo de compañeros, y se sumó a la lista de los presos políticos de la dictadura de Ortega. Este cinco de abril, “el esteliano” —como le llamaban algunos— fue uno del nuevo grupo de cincuenta excarcelados, y de regreso en Estelí, conversó con CONFIDENCIAL y Esta Semana sobre las torturas que sufrió en prisión.
El infierno en La Modelo
Durante siete de los nueve meses que permaneció en prisión, Castillo estuvo en celdas de castigo, particularmente en la sección de máxima seguridad de la cárcel La Modelo, que llaman El Infiernillo, debido al calor en el espacio reducido, la oscuridad, el aislamiento y las condiciones insalubres.
Esa es la misma sección en la que permanecen otros líderes estudiantiles, el campesino Medardo Mairena, el periodista Miguel Mora, y otros dirigentes de la protesta cívica. Castillo es el primer preso político de esa sección en ser excarcelado.
“Me sentía en cautiverio, como los animales, completamente recluido. Son condiciones inhumanas, precarias, comiendo comida podrida, algunas veces llevaba gusanos o estaba cruda o llevaba más piedras que granos básicos, y la actitud de los funcionarios era reírse cuando una agarraba la comida. A varios nos ocurrió que sacábamos la mano por una ventanilla para que nos dieran la comida en el plato y fuimos azotados en los dedos”, relata.
Aunque asegura que fue torturado desde el primer día de su captura ilegal, el 20 de julio de 2018, el estudiante describe que lo peor ocurrió el siete de marzo reciente, cuando los presos políticos iniciaron una protesta para exigir algo de ventilación. La petición no fue escuchada por los custodios, los reos de conciencia abrieron un hueco en el techo y en represalia fueron golpeados sin piedad. Otros permanecieron hasta cuatro días sobre el techo y un mes después aún no tienen servicio de agua en ese sector de la prisión.
“Nos colgaron con grilletes en el aire y fuimos golpeados por cantidad incontable de funcionarios, era una piñata, que le pegara el que pudiera”, recuerda Castillo.
¿Cómo fue tu detención?
El 20 de julio, alrededor de las 6:00 de la mañana, entraron (los policías) mientas estábamos dormidos. Sin orden judicial de ningún tipo, encapuchados, armados, amenazantes. Nos encontraron dormidos y comenzaron a golpearnos, nos esposaron, nos quitaron todas nuestras pertenencias, dinero y, en mi carácter personal, me quitaron hasta los zapatos, celulares y empezaron a ofendernos. Fuimos trasladados al Distrito I, posteriormente a Auxilio Judicial. En el Distrito I estuvimos unas dos horas, ya después en El Chipote ahí estuvimos seis días, días duros, por los golpes, amenazas de muerte, a uno, a los familiares y después fuimos trasladados al Sistema Penitenciario de Tipitapa, La Modelo.
¿Cuánto tiempo estuviste encarcelado? ¿De qué te acusaban?
Estuve nueve meses en cautiverio. Por terrorismo, portación ilegal de armas, entre otros delitos. Estuve en Galería 16 un tiempo, un tiempo corto, pero suficiente para saber que eso era como estar en un campo de concentración. Amenazas, asedio, si necesitás medicamentos y los pedís te amenazan que te van a quitar tus visitas, que te van a llevar a máxima seguridad. Un amigo mío enfermó bastante, empezó a convulsionar muy seguido, tenía lagunas mentales y entre todos comenzamos a exigir su asistencia médica profesional. El director (del Sistema Penitenciario) Venancio Alaniz lo tomó personal y me envió a celdas de máxima seguridad, en otro lugar que es aparte de La Modelo. El sistema de máxima seguridad es otro penal y me mandaron a las celdas llamadas El Infiernillo, el módulo 300-2.
Cuándo estabas encarcelado, ¿con qué otros presos políticos te encontraste? ¿Cómo están ellos?
En condiciones precarias, propensos a enfermedades, comiendo comida podrida, recibiendo amenazas. Ahí las amenazas son el pan de cada día, las malas miradas, ofensas con un lenguaje soez y las agresiones físicas, que muchos las hemos vivido, como fue el caso de Jeffrey Isaac Jarquín, Yubrank (Suazo), y yo personalmente viví eso en más de una ocasión. Es bastante duro. También la convivencia en El Infiernillo, llamado así por la presión del calor que hace en ese lugar, así como la convivencia con alimañas de todo tipo: alacranes, cucarachas, hormigas, avispas, moquitos, de todo tipo de especies.
Aislamiento, humillación, palizas y torturas
¿Cómo fue tu experiencia en la cárcel? ¿Qué fue lo más difícil?
Psicológicamente, el aislamiento, las amenazas y el que también los reos comunes eran quienes nos daban apoyo moral, nos daban medicamentos porque los funcionarios del Sistema no los proporcionaban y lo que nuestras familias nos llevaban no nos lo entregaban completo. Entonces ellos nos apoyaban y recibieron sanciones. Les quitaron beneficios de los pocos que se puede tener en ese lugar, si es que se le puede llamar beneficios.
Han sido bastante afectados e incluso hasta golpeados brutalmente por órdenes del director (de la galería) Roberto Guevara. Incluso a un reo común, que hablaba bastante con nosotros, le dijo: “Yo soy Roberto Guevara, y te voy a enseñar lo que es tortura”, y así lo engrilletaron para atrás, como fue en mi caso, el de Jeffrey, el de Yubrank y nos colgaron de los grilletes, en el aire, y fuimos golpeados por cantidad incontable de funcionarios, era una piñata, que le pegara el que pudiera. Es inaudito que hasta el doctor —supuesto doctor porque yo creo que es veterinario—, estaba golpeando a los presos. Todos participaban por órdenes de Roberto Guevara.
¿Cuánto tempo fuiste torturado?
Desde el inicio las torturas psicológicas; las agresiones físicas eran más comunes, pero la tortura psicológica la empleaban de diferentes formas. No nos daban contacto familiar. Durante el tiempo que estuvimos recluidos no pudimos tener contacto físico con nuestra familia. Las visitas eran a través de un vidrio, y con un teléfono controlado, donde no se puede hablar nada por la incomodidad. Sin poder abrazar a la familia, las visitas cada mes, media hora. También con el sol eran 10 minutos —a lo mucho 15—, una vez al mes o cada 15 días, y solo era para tomarte fotos. Salís de la celda con grilletes puestos, y solo te los quitan para tomarte fotos. Te envían paquetería y no llega completa, no podés verificarlo siquiera, porque no te permiten ver el listado, no te permiten tener hojas (de papel), no te permiten tener cuadernos. Es prohibido hacer ejercicio, es prohibido platicar y convivir con el resto de presos, ya sean políticos o comunes.
¿Siempre están engrilletados?
El grillete te lo ponen siempre para salir de la celda y solo te lo quitan cuando van a tomarte una foto o van a llevarte con los visitantes, eso es todo. Para golpearte, el grillete te lo ponen atrás y te cuelgan el tiempo que ellos quieran tenerte ahí. Uno no mide. Yo en el momento no sentía los golpes, sentía mucho dolor en los brazos y las piernas. Mentalmente estaba tratando de procesar lo que estaba viviendo en ese momento, estaba en shock, no sabía qué decir ni cómo reaccionar.
¿Por qué los torturaron? ¿Cómo ocurrió esta situación en que los colgaron?
Empezó por la protesta que hicieron los reos de la galería 16-1 y 16-2, en la que se subieron al techo para exigir aire y medicinas, derechos. También nosotros hacíamos pulseras azul y blanco y gritábamos consignas. En el módulo 300-2, donde estaba yo, todos los días cantábamos el Himno Nacional. Se elevaba una plegaria primero y cantábamos el Himno Nacional sin importar las consecuencias que llevara. Recibíamos amenazas, malas miradas. El comportamiento de los funcionarios es completamente partidista. Está secuestrado todo el Sistema Penitenciario, está secuestrado por el partido.
Siete meses en El Infiernillo
¿Cuánto tiempo estuviste en El Infiernillo? ¿Cómo es ese lugar?
Estuve siete meses en ese lugar. Es un lugar que cuando te acoplás lo ves como un sitio cualquiera, es lo que toca, no tenés más alternativa. Es bastante difícil, más que todo por la incomodidad. Reos políticos como Nicolás Cienfuegos, de Mulukukú, que está (encerrado) por el (supuesto) asesinato del alcalde, padece bastante de la presión y le dan ataques que lo han dejado inconsciente, pide medicamentos y no le dan nada.
Las enfermedades son comunes, están a la orden del día. Yo llevo cuatro meses con gripe, con malestares de todo tipo y lo que hacen es ignorarte. Cuando uno insiste de manera constante para que le resuelvan con su medicamento, te llevan pastillas para la alergia, no importa la enfermedad que tengás, te dan pastillas para la alergia y con eso resuelven todo, para mandarte a dormir y que no sigás molestando o te inyectan diazepam para que vayas a dormir.
¿Quiénes más están El Infiernillo?
Están Ernesto Jarquín y Nicolás Cienfuegos, de Mulukukú; Medardo Mairena, Rodrigo Gutiérrez, Pedro Mena. También teníamos contacto con el mismo módulo 300-1, que es el mismo Infiernillo dividido en dos partes, con Cristian Fajardo (Masaya), el señor Miguel Mora (periodista), Yubrank Suazo, que fue trasladado ahí después de ser brutalmente golpeado, Luis Miguel, que son tres hermanos de Carazo. Y así también está Jordi, Ervin, Carlos, Jeffrey Isaac (Jarquín), Bismarck. Quedaron 12 en el módulo 300-2 y los cuatro que están en el módulo 300-1.
¿Cómo te sentías en El Infiernillo?
En cautiverio como los animales, así completamente recluido. Son condiciones inhumanas precarias, comiendo comida podrida, a veces llevaba gusanos o estaba mal cocinada, a veces cruda, a veces con más piedras que granos básicos, y la actitud de los funcionarios era reírse cuando uno pedía la comida. Inclusive a varios nos ocurrió que sacábamos la mano por una ventanilla, para que nos dieran la comida, y fuimos azotados con la ventanilla, los dedos prensados, y nos ofendían de golpistas, terroristas, derechistas, amantes del injerencismo, y ese tipo de cosas que son comúnmente mencionados por el partido.
¿Cómo hiciste para soportar todo eso?
La verdad se debe bastante a la lucha que hemos estado emprendiendo desde el inicio. También al apoyo moral y psicológico que nos brindaron los reos comunes. Les debemos mucho. Nos ayudaban con comida. Cuando nos quitaban nuestras cosas, ellos nos daban cosas de uso personal, nunca nos desampararon, se lo agradecemos bastante. Ellos han sido afectados por eso: les quitan sus pocos beneficios y les aplican sanciones injustas.
¿Bajo qué condición fuiste excarcelado?
Libertad. Yo leí el papel que nos hicieron firmar, era corto y conciso, claro: “Se hace entrega de la liberación del reo llamado tal, a la persona identificada con el número de cédula de identidad, el día y la fecha de hoy (cinco de abril de 2019). Nada más, no hay condiciones, no hay casa por cárcel, no hay convivencia familiar, no hay nada de eso.
“Cada día que pasa es una oportunidad para los verdugos”
El régimen pidió un plazo de 90 días para excarcelar a los presos políticos, ¿qué opinás?
El Gobierno no necesita un plazo de 90 días. El Gobierno, si tiene la voluntad de sacarlos, solo es dar la orden y lo hace. La gente (presos políticos) no debe seguir ahí, ellos no tienen por qué seguir ahí, un plazo de 90 días es ridículo. Nosotros —la mayoría—, llevamos nueve meses (encerrados) y noventa días es absurdo. Nunca debimos pasar ni un solo día presos. Necesitamos la liberación de todos y cada uno de los presos y presas políticas que aún siguen en cautiverio del régimen, porque cada día que pasa es una oportunidad para los verdugos, para abusar psicológicamente, moralmente y físicamente de nosotros, de los reclusos.
¿Ves alguna salida con esta negociación que se está dando con entre el régimen y la Alianza Cívica?
No puedo opinar mucho sobre ese tema porque vengo de un aislamiento bastante fuerte y estoy apenas acomodándome a la información, todavía no tengo una idea clara.
¿Qué secuelas te dejó el encierro?
No me siento como que esté en mi casa. A veces siento como que estoy ahí (en la cárcel), cierro los ojos y me siento otra vez en ese lugar. Salí del baño estirando los brazos para que me pusieran los grilletes, uno está psicoseado con esas cosas. Escucho llaves y creo que me van a venir a sacar de la celda. En un momento me dio el sol de la 1:00 de la tarde, como unos 15 minutos, me empezó a arder el rostro y me salieron ampollas del sol por la poca insolación que tuvimos. Permanecí completamente aislado en un hoyo oscuro, son tres metros de largo por dos metros de ancho el (espacio) que tiene la celda, ese es todo el desplazamiento que hay para dos personas.
¿Qué vas hacer ahora?
Ahora que estoy libre, digo yo que estoy libre, pero la verdad no me siento así, estoy a la expectativa de que me puedan hacer algo a mi integridad física o simplemente un montaje de un delito común para volverme a encarcelar. Eso es fácil y en la prisión nos dimos cuenta que casos así hay muchos.
Espero convivir con mi familia, tratar de reponer el tiempo perdido y seguir en la lucha hasta que se libere el país. Ese es el objetivo, esa es la ruta, tener un país libre, un país democrático, que los poderes del Estado no estén secuestrados por un partido y luchar por la liberación de las personas que siguen ahí (en prisión). Eso es primordial, lo primordial en este momento es que esas personas salgan de las manos de los verdugos que los están torturando, tanto física como psicológicamente.