El cuerpo del poeta modernista Solón Argüello (León, Nicaragua, 1879) nunca fue hallado. Fue fusilado en 1913 en la vía de ferrocarril entre México y Querétaro, por su involucramiento político en el movimiento de Francisco Madero para derrocar la dictadura de Porfirio Díaz. Profundamente liberal, Argüello puso en un segundo término su producción literaria para apoyar un cambio democrático en México. Sin embargo, la poesía publicada antes de su asesinato muestra a un hombre con un gran talento, encaminado a seguir los pasos de Rubén Darío, a decir de la periodista y escritora mexicana Beatriz Gutiérrez, quien, tras un gran trabajo de “arqueología literaria”, reconstruyó la vida de Argüello y su legado político y literario. Con la presentación la semana pasada en Managua del libro “Solón Argüello, antología poética” –en la que participó la historiadora Dora María Téllez, familiar de Argüello, y Sergio Argüello Valdivia, descendiente del poeta, quien vive en Nicaragua– Gutiérrez ha hecho lo que el escritor Sergio Ramírez definió como la repatriación de la obra de Argüello a suelo nicaragüense. Esta es la historia del escritor comprometido que luchó por la libertad en México, contada en esta entrevista por la mexicana que lo ha desenterrado del olvido.
¿Cómo nace su interés en rescatar el legado de Argüello?
Surge a raíz de que le sigo los pasos a (Francisco Ignacio) Madero, un personaje minusvalorado en México. Mi interés fue buscar a su círculo íntimo, conocer qué pensaban, cómo concebían el mundo, cuando se aventaron a la empresa de la revolución mexicana y después, en el primer gobierno democrático de México en el siglo XX. Y así me fui acercando y encontré a muchos personajes con vida propia, que dejaron de ser los amigos de Madero para ser ellos mismos. Sobre todo puse hincapié en los escritores, poetas, especialmente, porque los grandes movimientos sociales también generan arte.
Solón Argüello era también periodista. ¿Usaba el periodismo como un instrumento en su lucha por un cambio político en México?
En su primera época no, porque tampoco era posible hacer periodismo disidente. El periodista en México no podía ser opositor, porque eso lo llevaba a la cárcel de inmediato. La historia de los periodistas encarcelados en México es muy interesante. Si no les confiscaban las imprentas los llevaban a la cárcel y todo el tiempo la intención del gobierno de Porfirio Díaz era acallar a una prensa crítica. En la etapa más cercana a la sublevación de 1910, ya era menos difícil y los periodistas tenían más arrojo. Sin embargo, existían periódicos que en algunas ciudades lograban mantenerse porque sorteaban el delito de imprenta, pero en todos los casos de ese periodismo independiente había encarcelamiento y hasta asesinatos. Es en esos periódicos donde Solón comienza a escribir, pero siempre con seudónimo, porque además era un extranjero y eso era complicado, porque hay un artículo constitucional, el artículo 33 de la Constitución de 1857, que prohíbe, hasta la fecha, a los extranjeros a participar en asuntos políticos.
Además de periodista Argüello era un poeta modernista. En la presentación del libro usted dijo que Argüello estaba encaminado a seguir los pasos de Rubén Darío.
Sí. De hecho había amistad entre los dos, aunque tenían edades muy distintas. Hay muchos testimonios que se guardan, correspondencias, que muestran que Darío tuvo comunicación con sus paisanos de León y del resto del país. Las influencias fueron grandes, todos aspiraban a ser tan reputados como su paisano y recibir también la bendición de él en términos literarios, para poder publicar y tener una mayor difusión de su obra. Algunos sí lograron, otros no.
Solón Argüello fundó una revista literaria, “Tepic Literario”. ¿Qué importancia tuvo en el mundo literario mexicano? ¿Y qué peso tenía la poesía en ese tiempo de ebullición política en México?
Las revistas literarias no eran importantes en sí mismas, porque el papel era muy caro y se imprimían pocos números. Eran plataformas para dar a conocer el modernismo, pero también tenían el objetivo de darle cabida a poetas regionales que no tenían buenas relaciones para publicar su obra. Esas revistas eran llevadas a otras regiones para ser leídas en público, por eso cobraban una doble importancia. No iban dirigidas a un lector, sino a un escucha: los poemas incluidos en ellas se recitaban en plazas públicas, en sectores de influencia político literaria, en veladas. Era un fenómeno muy oral. La trascendencia de “Tepic Literario” es enorme, porque en ella encuentras autores que en ese momento no eran famosos, pero luego se volvieron famosos, otros que eran ya consumados, unos a los que no los tocó la fortuna y quedaron, como Solón Argüello, en un muy triste olvido.
¿Había compromiso político en la poesía de Argüello?
En muy pocos de sus poemas. En la revista sí lo hizo. Utilizó dos seudónimos para eso: uno fue Valente y el otro El solitario de Nueva York. Hay quien afirma que un poema firmado como El solitario de Nueva York es el que le valió que su protector, el general Mariano Ruíz, que era gobernador de Nayarit, lo expulsara de su plaza como profesor en Tepic y lo mandara a unos pueblos sin importancia política, hasta que definitivamente se adhiere al maderismo y deja de ser funcionario público.
¿Cómo se involucra en el movimiento de Madero?
Él tenía ya la vena liberal desde su tierra. Su padre fue un general liberal y eso es importante, porque es el aprendizaje de niños y de jóvenes lo que marca tu vida futura. Cuando él llega a México y se encuentra que José Santos Zelaya, el presidente de Nicaragua, es mucho menor al gran tirano que es Porfirio Díaz, creo que se debe de haber quedado muy impresionado y pensó que la lucha en México debía ser mayor, porque Porfirio Díaz, amigo de Santos Zelaya, es la cabeza de todas las dictaduras que existían en América Latina, el referente fundamental de las tiranías de la época.
Díaz llevaba más de treinta años en el poder antes de ser derrocado. Solón se compromete con esa lucha, de forma marginal en los primeros años, y hacia 1909 ya es completamente un maderista que se traslada a la Ciudad de México, comienza a involucrarse con los periodistas independientes, se funda un partido político con el que Madero después fue postulado a la Presidencia y la ganó, y desde entonces, ya naturalizado mexicano, comienza a ser un verdadero activista para la elección presidencial de 1911. Incluso fue candidato a diputado por un distrito de Tepic, pero no logró ganar.
¿Esa participación activa en la política mexicana le restó tiempo para desarrollar su vena literaria?
Sin duda. No solo en él, sino en muchos poetas de la historia que se han comprometido con la política. Podemos hablar desde Francisco de Quevedo, al que yo he estudiado, de García Lorca, de José Martí.
Solón Argüello es un poeta prácticamente desconocido en Nicaragua. ¿Pasa lo mismo en México?
Completamente desconocido.
A pesar de haber jugado un papel importante en el movimiento de Madero.
Sí, porque el maderismo no triunfó y no triunfó la democracia. Eso es importante: el maderismo duró muy poco tiempo y al enterrarse el ideal democrático, también se entierra a todos los personajes liberales que lo rodean y sus obras, en el caso de los escritores, así como sus carreras periodísticas.
Hizo un gran trabajo de arqueología literaria. ¿Cómo rescató todos estos documentos, poemas, artículos, que forman parte de la antología?
Fueron muchas horas de biblioteca y de hemeroteca. Había vacíos en la investigación, pero un hallazgo muy importante ocurrió en la biblioteca de la Universidad de Texas en Austin, donde tienen una colección muy importante de periódicos de la revolución mexicana. Allí localicé uno que él dirigió con un amigo costarricense, Rogelio Fernández, que fue un periódico militante al ciento por ciento. Ya en esa época no se andaban con delicadeza los periodistas. El debate era agresivo y fue subiendo de tono en la medida que se aproximó la Decena Trágica (golpe militar de 1913 que derrocó a Madero), con la que murió Madero.
¿Cuál es el legado de Solón Argüello: su involucramiento en política para lograr un cambio en México o su obra literaria?
Lamentablemente ninguna de las dos. Su legado literario y su legado político fueron enterrados con su muerte. Hace 104 años que falleció y a la luz de todos esos años quisiera que ambas cosas fueran recuperadas, porque están vinculadas. Un poeta no puede estar lejano a su circunstancia social y política. Son dos cosas que no están separadas, que se comprometen mutuamente. Y a mí me gustaría que en el futuro Solón Argüello sea recordado por ambas cosas: por ser un gran escritor, que pudo ser mucho más brillante si no es que la muerte lo ataja en el camino con mucha juventud, y que también se recuerde su capacidad para abrazar una causa humana: la democracia, el liberalismo, el respeto a las creencias de todos, la libertad de prensa, ideales universales que él defendió como internacionalista y panamericanista. Quiero que sea recordado por ambas cosas.