13 de agosto 2020
En la carrera de las potencias mundiales por descubrir una cura para la covid-19, el régimen orteguista se ha decantado por una incierta vacuna de Rusia. La apuesta del Gobierno es tan alta que ha asegurado que Nicaragua producirá el eventual medicamento ruso en la planta Mechnikov, con sede en Managua; sin embargo, expertos y conocedores de la fábrica dijeron a CONFIDENCIAL que la promesa del Gobierno es técnicamente irrealizable.
La vicepresidenta Rosario Murillo ofreció, en su monologo diario de los mediodías, que Nicaragua producirá la vacuna a través del Instituto Latinoamericano de Biotecnología Mechnikov. “Además de consumir localmente y proteger a las familias nicaragüenses, también poder exportar, por lo menos a Mesoamérica, a la región centroamericana”, prometió la también primera dama.
A tono con su hermetismo, el régimen ha mantenido en una nube de misterio y secretismo el funcionamiento de la planta Mechnikov, inaugurada en octubre de 2016.
Mechnikov, planta de envasado
Para el doctor Ernesto Medina Sandino, miembro de la Academia de Ciencias de Nicaragua, no existe una sola prueba de que Nicaragua haya producido una vacuna en la planta Mechnikov.
“Las fotos que ellos (Gobierno) han dado, lo que muestran es una planta de envasado de inyectables, en los vitrales de cinco mililitros que normalmente vienen las vacunas. Lo cual es muy usual en la industria de vacuna”, mencionó.
“La vacuna contra la covid-19 nunca la va a poder producir Nicaragua, porque es una vacuna bien complicada”, aseguró Medina, quien detalló que “la producción implica cultivar el virus, manipularlo genéticamente, nada de eso se puede hacer aquí”.
Añadió: “Necesitás personal muy especializado en varias ramas de la ciencia que no tenemos en Nicaragua”.
Envuelta en irregularidades
La construcción y equipamiento de la planta fue financiada, en parte, con fondos del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), y recursos federales de Rusia. El costo inicial era de 24.5 millones de dólares, pero terminó arriba de los 30 millones, según investigaciones del diario La Prensa.
El ruso Vitalii Gravnoskii, primer gerente de la planta, denunció las irregularidades en el proyecto, ante el Comité de Investigación de la Federación Rusa.
“Hubo conflictos entre la contraparte rusa y la nicaragüense. Estamos hablando de equipos alquilados; solo se colocaron stands para disimular que la planta estaba lista. No había información sobre el personal que iba a laborar, no estaba claro cómo iba a funcionar el proceso de certificación de los productos que iban a surgir ahí”, señaló el periodista Moisés Martínez, quien ha investigado a fondo el tema de la planta.
Recordó que Murillo, al momento de la inauguración de la planta, prometió que la Mechnikov convertiría a Nicaragua “en el corazón de la producción de vacunas” en Centroamérica.
Desde su inauguración hasta la fecha, no hay pruebas técnicas o científicas de que la planta haya producido alguna vacuna. Solo en el discurso oficial, esta fábrica ha elaborado varias vacunas contra los virus asociados a la gripe. La semana pasada, el gerente general del Instituto Latinoamericano de Biotecnología Mechnikov, Stanislav Uiba, aseguró en el oficialista Canal 4, que han producido vacunas de la influenza, insulinas, y contra el rotavirus.
¿Qué pasó con el Interferón?
Esta no es la primera vez que la planta Mechnikov gana protagonismo durante la pandemia. Tras anunciarse oficialmente el primer caso de la covid-19 en Nicaragua, el pasado 18 de marzo, la maquinaría de medios orteguistas vendió como una cura milagrosa al medicamento cubano Interferón Alfa 2B.
En ese entonces como ahora se habló de producir y exportar el Interferon. “Ante las posibilidades que tiene nuestra planta de vacunas Mechnikov, estamos evaluando como en un proyecto rápido, empezar a fabricar el producto aquí mismo en Nicaragua y de esa manera que Biocubafarma, pueda explotarlo, venderlo no solo aquí en Nicaragua, sino exportarlo a otros países de Latinoamérica”, dijo a medios oficialistas el sancionado presidente del INSS, Roberto López.
Sin embargo, esta producción nunca se realizó y silenciosamente el régimen retiró el medicamento cubano de la lista de fármacos que se utilizan para tratar la covid-19.
“Cuando hay una crisis sanitaria vuelven a destacar la operatividad o la existencia de Mechnikov, pero detrás de ese discurso no hay ninguna prueba, el mejor ejemplo es el Interferón”, destacó Martínez.
Promesa de vacuna, propaganda política
El doctor Medina calificó como “pura propaganda” la promesa de Murillo. “(El Gobierno) tiene el interés de vendernos que están haciendo maravillas en la ciencia”.
Subrayó que llamar instituto a la Mechnikov “es algo muy pretencioso”, ya que “es una fábrica farmacéutica muy modesta porque solo tiene una línea de producción que es la inyectable”.
“Ha habido una mala utilización del término (instituto), pero se ha hecho conscientemente para dar la impresión que en el campo científico se están haciendo grandes avances, tanto que somos el primer o segundo país de América Latina que produce, entre comillas, vacunas, lo cual no parece cierto”, manifestó Medina.
Martínez mencionó que la planta es como el proyecto del Canal Interoceánico, que existe para “decir que se están haciendo cosas, pero en realidad nadie sabe de su existencia, eficacia o eficiencia”.
Además del Canal Interoceánico, a la lista de proyectos fallidos —a los que ante cualquier crisis recuré el régimen— se suman la hidroeléctrica Tumarín y la refinería El Supremo Sueño de Bolívar, que, hasta la fecha, no han presentado ningún resultado.