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Nicaragua en el espejo del femicidio de Karla

Karla Rostrán murió a manos del hombre que le juraba amor, mientras la trataba con violencia. Su vida y asesinato con saña son espejo de Nicaragua

En el patio de la casa de Luz Marina Estrada, aguarda una cruz para su hija Karla Rostrán, cuya cabeza aún no entregan las autoridades. Confidencial | Vladimir Vázquez

Vladimir Vásquez

17 de septiembre 2017

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Karla Rostrán murió a manos del hombre que le juraba amor, mientras la trataba con violencia.

Su caso conmocionó al país por el nivel de saña, según lo calificó la misma jueza que condenó a Francisco Mercado a la pena máxima de 30 años, después de que la Policía diera con su paradero a sesenta kilómetros al oriente de Managua, donde se ocultaba.

Mercado mató a Karla de 59 puñaladas, antes de violarla dos veces y antes de cortarle la cabeza y enterrarla lejos del cuerpo.

La celebración que terminó en tragedia

Francisco Mercado, un militar, salió con Karla el pasado 10 de agosto de 2017. Ambos estuvieron bebiendo junto con otros miembros de la familia en los chinamos que se colocan para celebrar a Santo Domingo.

FranciscoMercado

Francisco Mercado, femicida confeso de Karla Rostrán. Confidencial | Cortesía


Primero fueron a la iglesia de Las Sierritas, luego se sentaron a comer y después continuaron con la fiesta.

Un hombre se le acercó a Francisco a  pedirle que le “prestara” a Karla “para bailar”, relata su hija Jennifer, de 17 años. Mercado se enfureció, golpeó la mesa y se negó rotundamente.

Más tarde, el militar se enfadó de nuevo cuando  quiso obligar a su cuñado a saludar a unos amigos. Como el cuñado se negó, le sacó una bayoneta para obligarlo, la misma arma con la que luego mató a Karla. El cuñado se retiró corriendo del lugar.

Las escenas de Francisco comenzaron a descomponer la fiesta y todos decidieron irse. Las hijas de Karla insistieron en que todas se fueran juntas, pero Francisco no se lo permitió.

Resignadas, abandonaron el lugar, pero por alguna corazonada regresaron cerca de la iglesia. Ahí fue que vieron a una pareja peleando en la vía pública. Era su mamá, y su padre la estaba golpeando.

Los curiosos grababan con el celular la escena. Llegó la Policía. A ella la dejaron irse inmediatamente y a él tan solo lo retuvieron unos minutos.

-¿Dónde está el hombre que le pegaba a la muchacha?- preguntó Jennifer, la hija de Karla.

-Lo dejé ir por allá, señaló el policía.

Sus hijas lograron toparse con Karla y la llevaron a la casa de su  abuela, Luz Marina. No le dijeron que él la había golpeado en la calle.

El último te amo

Karla Estrada estaba en la casa de su madre y decidió salir tras varias horas de insistencia de Mercado, quien llegó a buscarla. Eran casi las once de la noche del 10 de agosto. Managua despedía las fiestas patronales de Santo Domingo.

Mercado la esperaba afuera. Ella tomó una pana con comida y salió con él rumbo a la casa que ambos tenían en el barrio 30 de mayo.

Luz Marina Estrada

Luz Marina Estrada, madre de Karla Rostrán, asesinada por su expareja. Confidencial | Vladimir Vásquez

“¡Te amo mama! ¡Te amo mucho!” Eso fue lo último que le dijo a Luz Marina Estrada antes de partir.

Sus hijas de 17, 16 y 14 años decidieron ir detrás de la pareja en compañía de unos tíos. Sabían que Mercado le daba maltrato a Karla y temían lo peor. Salieron de la casa detrás de ellos, pero jamás los alcanzaron.

La preocupación llegó a la familia la mañana siguiente. Karla llamaba todos los días a la casa de su madre, donde desde hacía dos años vivían sus tres hijas.

Esa mañana Karla no llamó. Eso nunca había pasado. No tenían a dónde llamarla, porque Mercado le había quitado el celular.

Los días de angustia de la familia estaban empezando. El viernes 11, cuando pensaban que algo andaba mal, llamaron a los vecinos, a los conocidos, a familiares, a todos los que pudieran para preguntar por Karla. Nadie sabía nada.

El único que apareció fue Mercado. Llegó a dejar una provisión para las niñas, una que de vez en cuando Karla les enviaba por su cuenta. Mercado les dijo a sus hijas que se iba a una misión de nueve meses y que no volvería pronto. Luego les entregó un papel que estaba dirigido a  Karla. Luz Marina Estrada, la madre, recuerda que en el papel, él le decía a ella que la amaba.

Las hijas nuevamente le cuestionaron dónde estaba Karla y él solo dijo que ella se le había escapado cuando iban en el camino y que desde la misma noche del 10 de agosto no sabía nada.

El sábado, Karla no apareció. El domingo tampoco. La familia decidió poner una denuncia en la Policía y por dentro, Luz Marina se angustiaba más.

Una vida de violencia

Karla Estrada era una de los siete hijos de Luz Marina. Era la niña necia de la familia, dice su madre. Nació en 1983, un 21 de diciembre. Tenía dos años cuando su papá andaba en los chinamos de la celebración de Santo Domingo y discutió con un grupo de hombres “porque supuestamente les jugó la sopa” mientras comían, recuerda Luz Marina. El padre también murió apuñalado.

Karla Estrada abandonó la escuela en el sexto grado. Le dijo a su madre que ya no quería seguir estudiando. Habían muchos pleitos en el colegio, pleitos que generalmente ella protagonizaba.

Luz Marina se ríe cuando recuerda que “a cada rato” tenía que ir a la dirección porque Karla se había peleado con alguien más.

Karla Rostrán

Karla Rostrán, asesinada por su expareja Francisco Mercado, el 10 de agosto. Confidencial | Cortesía

A los 15 años empezó andar a escondidas con Francisco. No le dijo nada a su madre ni a su familia. Tan solo unos meses después de empezar el noviazgo se embarazó de su primera hija, un año después tuvo a la segunda, y dos años más tarde nació la tercera.

De vez en cuando los vecinos le decían a Luz Marina que su hija sufría violencia. Le contaban a la madre de los maltratos que vivía. Karla siempre lo negó. “Vos siempre le creés todo a los vecinos”, le contestaba a la madre cuando la cuestionaba.

Luz Marina no entiende cómo Karla dejó que Francisco le pegara y peor cómo seguía con él. “Yo digo que la mantenía amenazada”, dice la madre.

Francisco tampoco la dejaba trabajar. Karla era ama de casa y trabajaba haciendo oficios, pero a Francisco no le gustaba. Entonces la llegaba a sacar de los trabajos y para evitar problemas, ella tuvo que renunciar.

Mercado nunca ocultó que era un hombre violento. A Karla le pegaba cada vez que podía y se peleó con cada familiar de ella.

Luz Marina le prohibió la entrada a la casa desde una vez que se peleó con uno de los hermanos de Karla. Lo amenazó también con la bayoneta. Un día, en un arranque de celos, llegó a buscarla a  la casa de su madre para llevársela.

Acompañado de dos amigos machetearon la casa de Luz Marina, las puertas y ventanas y todo lo que pudieron. La actual pareja de la señora decidió cerrar una de las puertas para evitar que entraran a la casa y Mercado metió un machete por un hoyo. Le hizo un corte en la cara.

También les daba maltrato a sus hijas. Karla las defendía siempre que podía. Jennifer recuerda que una vez golpeó a su madre con una pala de metal. Le hizo una herida en la cabeza y el mismo la llevó más tarde al hospital.

A los doctores les dijo que se había caído de una moto. La relación siguió.

Karla quiso dejarlo varias veces. Un día se enamoró de otro hombre. Un muchacho al que la familia solo conoce como Josué. Karla decidió terminar la relación con Francisco por teléfono y le contó a su madre que el hombre respondió: “Cada uno de nosotros tiene derecho a hacer su vida aparte”.

No era cierto. Mercado, en una fecha que no recuerda bien Luz Marina, se puso su uniforme militar y se fue a la casa de Josué a buscar a Karla. Lo amenazó con matarlo si se volvía a acercar a “su mujer”.

Y así fue como Karla, regresó nuevamente con su agresor. Nunca faltaba la promesa de que iba a cambiar, que todo sería mejor, que le repararía la casa, que le haría esto, que le compraría aquello…

Jennifer recuerda que un día Karla andaba un mordisco en un cachete. Se lo hizo Francisco. Como excusa, le dijo  a la familia que una “avispa africanizada” la había picado. Según la hija, a Karla se le zafó decirle “Josué”, y por eso Francisco la mordió. Esa marca la ocultó por varios días detrás de su pelo. Y nunca fue a la casa de su madre para que no la regañara otra vez.

La llamada de terror

Después de la denuncia del 14 de agosto de 2017, la Policía no encontraba a Karla. La familia decidió salir a buscar a la mujer por las calles. Era lo único que se les ocurría en el momento, también para poder liberar su  angustia por la  desaparición.

En la búsqueda anduvieron cerca. Entraron al mismo monte donde más tarde la encontrarían, pero no la vieron. “Si la hubiéramos buscado un poco más…”, se lamenta Luz Marina.

El 17 de agosto recibieron la llamada de un oficial de Policía que les pidió que llegaran al mismo lugar por donde anduvieron.

Las autoridades habían encontrado el cuerpo de Karla y querían que alguien lo reconociera, pero la familia llegó demasiado tarde.

Solo alcanzaron a ver que  la llevaban dentro de una bolsa, pero aún esperaban que no se tratara de ella. Después de varios días de análisis en Medicina Legal  a Jennifer le confirmaron que el cuerpo hallado era su madre. Pero se tardaron en decirle que el cuerpo no tenía cabeza.

Karla Rostran

Karla Rostrán junto a sus hijas, en una foto familiar. Confidencial | Reproducción

A Mercado no lo encontraban por ningún lado. La familia decidió no dejar ir a la menor a la escuela. No sabían si era capaz de hacerle algo.

Francisco no quiso confesar dónde había enterrado la cabeza de Karla hasta el 3 de septiembre, cuando las autoridades lo llevaron a la escena.

Luz Marina y las hijas de Karla dicen que están llenas de odio contra Francisco, a quien simplemente llaman asesino. No pueden sentir otra cosa. No le pueden llamar de otra manera.

Karla sería abuela en los próximos meses. Su hija de 16 años está esperando a un bebé. Ella y sus dos hermanas se quedarán a vivir con su abuela Luz Marina. No tiene a donde más ir.

“Por lo menos ella (Karla), se fue sabiendo que aquí sus hijas estarán bien”, dice con tristeza Luz Marina, quien llora por la crueldad con la que le quitaron a su hija.

A la familia todavía no le entregan la cabeza. Aún tienen que iniciar un proceso largo que implica solicitar permisos  del Ministerio de Salud y la autorización de una jueza para que puedan abrir la tumba de Karla y sepultarla con su cabeza.

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