16 de junio 2020
René Argüello tenía más de un mes de no “bajar” al casco urbano de Muelle de los Bueyes, en la Región Autónoma de la Costa Caribe Sur (RACCS). Lo hizo el miércoles pasado porque le “urgía” trasladar unas hojas de zinc a su finca en la comunidad Pintada Uno, a unos nueve kilómetros de la ciudad. Él dejó de venir al pueblo en cumplimiento de una “autocuarentena voluntaria” sugerida por las autoridades municipales.
Desde marzo pasado, en el municipio de Muelle de los Bueyes —a unos 250 kilómetros de Managua—, se han dado cambios para evitar el contagio comunitario de la covid-19. Los parques y plazas están cerrados, en los estadios, canchas y cuadros de béisbol no se practican deportes, y las fiestas o actividades públicas están prohibidas.
También los negocios ejecutan medidas de prevención como colocar alfombras con cloro para la desinfección de los zapatos; y tiendas, pulperías, farmacias o comiderías igual han instalado lavamanos o han improvisado un área de higiene con baldes de agua o alcohol líquido o en gel.
“Les pedimos a todos nuestros clientes que por favor guarden la distancia, y antes de que los vayamos a atender que se laven las manos. El dinero, lo estamos desinfectando”, explica Jamileth Díaz, trabajadora de una farmacia.
Añade que también han reducido los horarios: “Estamos abriendo más tarde y cerrando más temprano, igual los clientes ya lo saben, entonces tienen que procurar venir en los horarios que estamos atendiendo”.
CONFIDENCIAL confirmó que en el municipio la circulación de personas es mínima, y los pobladores y dueños de negocios, en su mayoría, usan mascarillas. También se pudo observar un escaso tránsito de rutas entre el casco urbano y las comarcas. Varios pobladores explicaron que ante la reducción de clientes —porque se quedan en sus casas— los transportistas decidieron trabajar días escalonados.
“En el municipio tenemos un servicio de rutas internas, de Muelle hacia las comarcas, y la mayoría están paradas, nadie está viajando. Tenemos trochas de 40 o 50 kilómetros, donde los transportistas pararon el ruteo porque no está saliendo nadie y también por resguardarse ellos”, detalló Gary Contreras, director de Planificación Municipal.
Al inicio de la pandemia en América, recuerda el funcionario, la municipalidad no “hacía nada” porque el Ministerio de Salud (Minsa) “no decretaba que en Nicaragua había casos”. Sin embargo, “en los países vecinos: Honduras, El Salvador y Costa Rica se empezaron a reportar los casos. Nosotros tenemos mucho tránsito de inmigrantes entre Muelle de los Bueyes y Costa Rica, entonces por eso comenzamos a pensar qué podemos hacer para evitar el contagio”.
Ordenanza municipal
En una sesión de finales de marzo, el Gobierno municipal aprobó una ordenanza que prohibía los permisos para actividades masivas y autorizaba al alcalde Juan José Jaime, para establecer medidas con el fin de resguardar la salud de la población. Once concejales del Partido Liberal Constitucionalista (PLC) aprobaron la ordenanza, y seis del Frente Sandinista votaron en contra.
Amparado en esa ordenanza, el alcalde decidió a inicios de junio que, “debido al creciente contagio y muertes confirmadas por covid-19 en todo el país, hacemos extensivo llamado a unirnos a la cuarentena voluntaria recomendada por asociaciones médicas no gubernamentales y por nuestra institución; ya que en estos momentos nos encontramos, en la curva ascendente de propagación, por lo tanto debemos extremar medidas preventivas”.
La convocatoria del alcalde Jaime surge tras un llamado de 34 Asociaciones Médicas de Nicaragua que el primero de junio instaron a los ciudadanos a unirse de forma urgente a una “cuarentena nacional voluntaria” ante el “imparable” aumento de casos de covid-19 en el país.
La llamada “cuarentena nacional” consiste —según los médicos— en permanecer en casa al menos de tres a cuatro semanas, realizar compras de alimentos una vez por semana, garantizar el distanciamiento de al menos 1.5 metros de persona a persona, el uso de mascarillas y caretas faciales o pantalla protectora fuera de casa y el constante lavado de manos.
Comunidades indígenas
La decisión de la municipalidad liberal de Muelle de los Bueyes va en consonancia a la de tres Gobiernos indígenas del Caribe nicaragüense, que han declarado una cuarentena en sus territorios.
Unas trece comunidades pertenecen a estos tres territorios indígenas: el Amasau-Awas Tingni, en la Región Autónoma de la Costa Caribe Norte (RACCN); y los Rama y Kriol, y los Karawala, en la RACCS.
La cuarentena en las comunidades indígenas establece la cancelación de clases en todos los niveles educativos, así como la suspensión de transporte público que conecta a la comunidad con otros municipios.
Durante el tiempo del confinamiento, solo se permite el ingreso de ambulancias y otros transportes en caso de emergencias relacionadas con la salud, pero no admiten la entrada ciudadanos ajenos de la comunidad.
Límites de los municipios
La Alcaldía de Muelles de los Bueyes no puede declarar cuarentena de forma independiente como los Gobiernos indígenas, ya que los municipios no gozan de la autonomía y autodeterminación legal de los pueblos indígenas.
Silvio Prado, experto en municipalismo, explica que la Ley de Municipios establece que el municipio es competente para promover la salud y la higiene, y sobre todo impulsar campañas de salud preventiva.
La pandemia, subraya, “es una amenaza contra la vida de los pobladores de los municipios, y ante el vacío del Estado, ante la ausencia, o más bien ante la dejación de competencia de parte del Gobierno central, los municipios son el nivel de Gobierno que le corresponde (actuar)”.
Basado en sus facultades, la Alcaldía de Muelle de los Bueyes ha decidido enviar a la mayoría de sus trabajadores de vacaciones escalonadas, por lo que el horario de atención ha sido reducido en un par de horas, y solo funcionan áreas esenciales como el registro y la recolección de basura.
Estos cambios traerán un costo económico para la municipalidad opositora, que ya sufre de un recorte presupuestario del Gobierno orteguista.
“De todo lo que los muelleños pagamos al Ministerio de Hacienda, deberían de retornarnos un aproximado de 27 millones de córdobas, pero desde el 2018 —año del estallido cívico contra el régimen orteguista— nos han venido cortando y cortando (la transferencia municipal)”, reclama Contreras, quien añade que este año les avisaron “que nos iban a dar alrededor de 900 000 córdobas para todo el año”. Un monto treinta veces menor al esperado.
Casos de covid-19
A pesar de las medidas adoptadas por la Alcaldía y las precauciones de la población, en Muelle de los Bueyes ya se reportan tres casos sospechosos de la covid-19, según el conteo del Observatorio Ciudadano COVID-19, integrado por una red voluntaria de trabajadores de la Salud en todo el país.
En total, en la RACCS se reportan 90 casos sospechosos, siendo Bluefields el municipio con más casos (61). La epidemia también se extiende en el Caribe Norte. Este jueves falleció de covid-19 en Bilwi, el médico ginecólogo Wilfred Cunningham Kein.
“Tenemos casos (de covid-19), pero no son casos decretados oficialmente por el Minsa. Extraoficialmente la gente se ha comunicado con el Gobierno municipal”, comenta Contreras.
El funcionario subraya que oficialmente tampoco hay muertos por la pandemia, aunque en el municipio “hay uno o dos casos que se cree fue muerte por covid-19, porque los mandaron a enterrar rapidísimo. De la morgue al cementerio”.
En Muelle de los Bueyes existe un hospital de atención primaria, donde presuntamente se ha destinado una sala para casos covid-19. La información que maneja la municipalidad y población sobre la pandemia es casi nula, por la escasa comunicación que hay entre el Minsa y la Alcaldía.
Reto para pobladores
La autocuarentena voluntaria ha impuesto también un reto para la economía de los negocios, ya que la afluencia de clientes ha bajado. Muelle de los Bueyes es un municipio predominantemente rural: tiene 54 comarcas y ocho poblados, y su principal actividad económica es la ganadería, tanto de ordeño como de engorde.
“Nos estamos protegiendo porque no podemos cerrar. Debemos pagar renta, pagar agua, pagar otros servicios. Quisiera encerrarme, como otros, pero soy pobre; de aquí (el negocio) vivo, no tengo una vaca, no tengo un cerdo”, comentó Reina Rivas, dueña de un negocio de ropa.
La propietaria de una comidería, Alcira Ramírez, señaló que la clientela ha bajado porque “algunas instituciones han dejado de enviar a su personal, poca gente está visitando los negocios”. Sin embargo, reconoció que no puede cerrar. “De qué vamos sobrevivir. Estamos en la lucha, no es la gran cosa por el momento, pero sobrevivimos con lo poco que se puede recoger”.
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