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Mónica González: “La corrupción es la génesis de la violencia”

Después del estallido social, en Chile se celebrará un plebiscito en que “está en juego la democracia”, afirma periodista chilena

Mónica González, periodista chilena. // Foto: Claudia Tijerino

Carlos F. Chamorro

4 de marzo 2020

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La periodista chilena Mónica González, fundadora y exdirectora del Centro de Investigación e Información Periodística (CIPER) de Chile, y miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo, visitó Nicaragua como jurado internacional del premio nacional de periodismo Pedro Joaquín Chamorro, convocado por la Fundación Violeta Barrios de Chamorro.

El jurado, integrado además por Juan Carlos Calderón, de Ecuador, y Ana María Saavedra, de Colombia, analizó una muestra del periodismo nacional que se practica bajo la represión de la dictadura, que Mónica González destacó como “valiente, riguroso, humano”, pero sobre todo que tiene “mucho respeto por las víctimas”.

En una entrevista realizada en el programa Esta Semana, conversamos sobre la relación conflictiva entre el periodismo y el poder en América Latina, el estallido social ocurrido en Chile, en octubre de 2019, y el plebiscito convocado para el 26 de abril de este año en el que, afirma Mónica González, “está en juego la democracia”, para cambiar la Constitución heredada de la dictadura de Augusto Pinochet.

Como parte de un jurado internacional tuviste la oportunidad de apreciar una muestra del nicaragüense. ¿Cómo valoras el periodismo que se hace hoy bajo la dictadura de Ortega?


Es un privilegio porque es un gran angular y un abanico con mucha variedad de temas. Ser jurado te obliga a leer con detención esas piezas sobre la represión y la dura vida que viven los nicaragüenses. Un estado policial en el que se ha normalizado la violencia. Lo que más me impactó es un periodismo excelente, valiente, riguroso, humano. Con mucho respeto por las víctimas. Creo que tienen un gran camino por andar y espero que sea muy corto, porque tiene que ver con recuperar la libertad. Pero el aporte que está haciendo el buen periodismo independiente para que Nicaragua recupere la libertad es enorme.

Nicaragua ha vivido una crisis muy intensa en los últimos 22 meses. Otros países como Venezuela han tenido procesos más largos. En tu propio país explotó en octubre pasado un estallido social. Frente a cada uno de esos fenómenos, ¿cómo está contando la historia el periodismo?

Venimos de otras generaciones y sabemos que hoy día el periodismo juega un rol mucho más importante que ayer. Primero porque hay una industria de noticias falsas, segundo porque hay una industria de defensa de la riqueza, que se une y se dan la mano, y en la que trabajan colegas nuestros, abogados, gente muy importante. Gente que se dedica a mentir para crear miedo, para que los ciudadanos desconfíen de políticos. Le hacen el juego con enorme corrupción. Entonces este periodismo tiene un rol decisivo, tener credibilidad y contar la verdad.

¿Se puede contar la verdad y mantener la credibilidad frente a una situación de polarización política extrema frente a la que vivimos nosotros?

Sí, siendo rigurosos. No tapando a ningún tipo, no escamoteando, no protegiendo a ningún sector de la corrupción que es la génesis de la violencia. Digamos las cosas por su nombre: la génesis de la violencia que hay en Chile es la génesis de la violencia que hay en Venezuela o Nicaragua, o la que se puede vivir en Estados Unidos. Hay intereses económicos. Es la corrupción y la ambición de algunos grupos económicos de tener más poder, más dinero. En Chile, la desigualdad llegó a niveles horribles. Creo que hay una cosa que se le olvida a determinadas personas: la dignidad de la gente tiene un límite. En Chile, no había dictadura, pero la desigualdad era brutal. También la justicia totalmente distinta. Para los criminales que alzan los precios de los medicamentos y que matan a la gente, el castigo era clase de ética. Tú te robas una gallina y te dan cinco años y un día en la cárcel. Te pongo un solo ejemplo: el castigo a las mujeres, las pensiones miserables, mientras las asociaciones de administraciones de fondo de prevención son las que ganan más en Chile y tienen el mayor capital acumulado en todo el país, casi el PIB de Chile.

Pero desde fuera, existía la percepción de que después de la dictadura de Pinochet y la transición, Chile era un país con estabilidad económica, e instituciones democráticas sólidas, ¿qué produce el estallido social?

Que la corrupción carcome hasta el alma de un país. En eso no nos podemos descuidar. Imagínate si no hubiese existido corrupción. ¡Fuéramos ya un país desarrollado! Si ponemos en un Excel la corrupción de Odebrecht en diez países de América Latina, la corrupción en México, sabiendo hoy día que el jefe de la Policía que le declaró la guerra al narco era el principal aliado del Cartel de Sinaloa. Cuando sabemos que estaba a punto de ser condenado el hermano del presidente de Honduras por pruebas que indican que los carteles mexicanos de la droga, el Chapo Guzmán, le pagaba la campaña al actual presidente de Honduras. Esto es muy terrible lo que está ocurriendo. Cuatro presidentes de Perú, más una candidata derrotada, Keiko Fujimori, están en la cárcel o con arresto domiciliario. La corrupción ha corroído todo: las débiles instituciones y hasta el alma nuestra.

En Nicaragua, las instituciones colapsaron completamente bajo un sistema de centralización de una dictadura familiar, que se convirtió también en una dictadura sangrienta…

Entonces nadie controla la corrupción.

Sí, pero en Chile, ¿las instituciones responden o no a ese clamor, a esa demanda de la gente cuando hay denuncias de corrupción?

Estamos intentando que respondan. Pero lo que ocurre es que la policía está totalmente corrupta. Con la aplicación de pruebas falsas para encarcelar injustamente a mapuche, para encarcelarlo y asesinarlo. Entonces, hoy día tienes un director que nadie le cree. El narco ha penetrado la policía. Tenemos una policía que no sirve, que no responde. El presidente no quiere cambiarla y lo que ha hecho esa policía es violar los derechos humanos de manera sistemática.

¿Cuántos muertos hubo durante las protestas en Chile?

Desde el dieciocho de octubre sabemos que hay más de treinta. Tenemos más de 300 lesionados oculares, porque lo que hacen es disparar a costa distancia a la cabeza para afectar los ojos.

Los perpetradores de la violencia, carabineros y otros, ¿han sido investigados?

Están siendo investigados en algunos procesos. Lo que tenemos que lograr es que esta vez no haya impunidad, porque el sello de la dictadura de Pinochet fue la impunidad como está ocurriendo en Nicaragua. Cuando hay impunidad, no hay democracia, no hay estado de derecho, las instituciones no están funcionando. Si en Chile no hay justicia y hay impunidad, quiere decir que la democracia ha sido violentada. Eso va a ser muy grave.

En Chile hubo un esfuerzo de reconstrucción de la verdad y la memoria y se abrieron algunos procesos penales contra perpetradores de la violencia mucho tiempo después. ¿Cuánto tarda la justicia? En Nicaragua, donde ningún policía o paramilitar, ha sido siquiera detenido o investigado.

Eso quiere decir que Daniel Ortega está copiando a alguien a quien combatió: Somoza. Daniel Ortega está copiando los métodos de Somoza. Eso no solamente me da ganas de vomitar, eso repele la memoria de toda la gente que luchó con tanto ahínco por la libertad en América Latina. Si en Chile no somos capaces de que la justicia no se demore como se ha demorado 30 o 40 años, vuelvo a insistir: quiere decir que la democracia ha sido violentada y que no hay estado de derecho. Hoy día los procesos son muy acelerados. No son como antes que se incubaban y demoraban. Las máquinas de la muerte se desencadenan rápidamente y no tenemos golpes de estado como los de ayer, con tanques y soldados con el rostro pintado de negro en la calle. Tenemos policías, estos grupos antimotines que andan en la calle tratando de inspirar miedo y lo que hacen es el ridículo. En Chile, lo hace la policía militarizada.

En Chile, como resultado de esta crisis, se produjo un proceso de diálogo. Hay una convocatoria el 26 de abril a un plebiscito. ¿Qué está en juego en ese plebiscito?

La democracia. Tan simple porque hay algunos sectores que no quieren que haya plebiscito. Les dio susto. La democracia que tenemos viene de Pinochet. Se han hecho pequeñas reformas, parches, pero es una constitución que no corresponde a la democracia.

¿El plebiscito es para cambiar la constitución?

Es para cambiarla. Para decidir si la quieren cambiar o la mantenemos. Es evidente que hay una mayoría que quiere cambiarla. La élite, los dueños de la tierra, de las grandes propiedades y riquezas tienen miedo que se cambie porque gozan de muchos privilegios en esta constitución, que está basada en el derecho a la propiedad. Eso me parece, a estas alturas del siglo XXI, inaceptable. El derecho a la vida es el principal derecho que debe garantizar la constitución y no el derecho a la propiedad. En Chile pueden repetir el libreto: asesinatos, terror y crear un miedo y que no haya plebiscito. Por eso digo que se juega la democracia, y no es una lucha ideológica. Estamos viviendo tiempos de grandes revoluciones, pero no las revoluciones que conocimos antes. No son de derecha o izquierda. Son luchas entre sectores que se apropian del poder contra la gran masa de ciudadanos.

¿Quién simboliza el cambio en Chile, esa demanda de una nueva constitución, de más igualdad, de reducir la desigualdad?

Lo digo con mucha pena y tristeza: nadie puede enarbolar la bandera de ningún partido, porque desgraciadamente la génesis de la corrupción ha intoxicado al sistema. Parlamentarios, dirigentes sociales, dirigentes de oenegé, sindicalistas, los envenenó a todos. Ese es el gran drama. Financian ilegalmente la política, obtienen grandes beneficios como una ley de pesca y de medioambiente a su medida. Una ley de mineros a su medida. Y nadie va a la cárcel.

Estás haciendo un juicio lapidario contra la clase política…

No lo digo yo, lo dicen todos: nadie puede enarbolar ni una sola bandera política en alguna manifestación. Lo digo con pena porque sabemos que la democracia se mueve con política.

¿Quién está detrás de esas inmensas movilizaciones en Chile?

La gente. La gente que viene desde todos los rincones, poblaciones; viejos y jóvenes se juntan. Viejos que se están muriendo con sus pensiones miserables.

¿Eso trae una esperanza de cambio, o la clase política tiene el control?

Trata de tener el control. Lo tiene todavía, pero si no hace los cambios, la actitud, sino rompe la fractura que la tiene viviendo en una burbuja entre la gran cantidad de gente que vive en poblaciones miserables, sin áreas verdes y transporte complejo, van a desecharla por completo.

El periodismo chileno también fue  sorprendido por este estallido social. ¿Dónde está la prensa chilena a este proceso?

Como en tu país. Hay prensa que sigue el ritmo de quienes tienen el poder, porque les tienen miedo o porque les pagan muy bien. Eso hay que decirlo. Y otro periodismo independiente que es muy precario, que gana mucho menos y que intenta investigar y decir la verdad. ¿Qué es decir la verdad? No es contar pobres sino cómo se vive la humillación, la falta de dignidad; y la de falta dignidad es algo que jamás debes olvidar. Si hay algo que no te pueden despojar, es de la dignidad. Tiene tanto valor como la vida y a veces se nos olvida a los periodistas también.


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Carlos F. Chamorro

Carlos F. Chamorro

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Fundador y director de Confidencial y Esta Semana. Miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha sido Knight Fellow en la Universidad de Stanford (1997-1998) y profesor visitante en la Maestría de Periodismo de la Universidad de Berkeley, California (1998-1999). En mayo 2009, obtuvo el Premio a la Libertad de Expresión en Iberoamérica, de Casa América Cataluña (España). En octubre de 2010 recibió el Premio Maria Moors Cabot de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York. En 2021 obtuvo el Premio Ortega y Gasset por su trayectoria periodística.

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