6 de mayo 2020
El Ministerio de Salud (Minsa) oculta, por tercera ocasión en esta semana, el reporte diario sobre covid-19 en Nicaragua. Este jueves suma 48 horas sin brindar información y este silencio estatal sigue generando incertidumbre debido a que médicos epidemiólogos han advertido que "hay indicios" de que Nicaragua ya se encuentra en la etapa de transmisión comunitaria de la pandemia y la falta de información es cada vez más perjudicial para preservar la salud de los nicaragüenses.
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Las denuncias de casos sospechosos no confirmados por el Minsa han escalado en las últimas semanas, siendo Managua, Chinandega y Masaya los lugares donde se han registrado los posibles brotes, pero el Minsa se ha negado a investigar. Este jueves, tanto las autoridades del Minsa como la vicepresidenta Rosario Murillo, en su monólogo diario, no dijeron nada sobre la pandemia. El lunes reciente también habían callado sobre el tema.
"Nos cuidamos en grande, nos queremos en grande y nos protegemos en grande", afirmó Murillo, quien se limitó a decir que la línea 132 —que el régimen habilitó para consultas sobre la covid-19— cumplió un mes y han recibido un total de 110 000 llamadas, para un promedio diario de 3500 consultas.
El régimen activó esa línea, el pasado 30 de marzo, para que los nicaragüenses puedan llamar gratis al Centro Nacional de Información covid-19. El número es atendido por unos 150 operadores, divididos en cuatro turnos de seis horas.
Murillo no detalló cuántas de las llamadas fueron para solicitar información sobre el coronavirus y cuántas eran denuncias reportando el ingreso de personas al país, por vía legal o puntos ciegos.
La funcionaria insistió en que están en "campaña permanente por la salud y la vida" y que se encuentran en el cuarto ciclo de visitas casa a casa, llegando a 25 000 viviendas. Murillo indicó que en los primeros tres ciclos lograron visitar 4 500 000 hogares.
Desde que se reportó el primer caso de coronavirus, el pasado 18 de marzo, las autoridades han ocultado el impacto real de la pandemia a través de comunicados confusos en los que predominan sumas y restas de los casos; sin embargo, esta es la tercera vez en una semana que el secretario general del Minsa, Carlos Sáenz, no comparece frente a los medios de propaganda oficial para leer sus comunicados diarios.
La ausencia de Sáenz hubiese pasado desapercibida de no ser porque Rosario Murillo, quien controla toda la información estatal, otra vez tampoco se refirió al comportamiento de la pandemia en su monólogo diario. Igual que el miércoles, la vocera destacó que en 17 municipios del país está lloviendo, que han ocurrido ocho sismos, que entregarán 650 títulos de propiedad; pero no brindó detalles sobre la cantidad de casos de covid-19 en Nicaragua.
Minsa cada vez da menos información
El Minsa mantenía hasta el martes, cuando brindaron su último reporte, un registro de 16 casos positivos de covid-19, con cinco fallecidos. En las últimas semanas esa institución ha reducido la información sobre la pandemia, de forma tal que los últimos dos fallecidos por covid-19 fueron incluidos en la lista de casos confirmados hasta el momento en que anunciaron su deceso, y sobre el décimo sexto caso positivo no brindó ningún tipo de información.
Desde el pasado 26 de abril, el Minsa había mantenido tres casos activos de covid-19. El pasado dos de mayo añadió que de ellos había uno “delicado y atendido” y dos “delicados, pero estables”. El pasado cinco de mayo sumó otro “delicado y atendido”, pero no brindó ningún detalle al respecto. En total, el Gobierno solamente ha reconocido 16 casos positivos, entre quienes hay 13 hombres y dos mujeres, entre 33 y 76 años de edad.
El Gobierno confirmó el primer caso positivo “no importado” el diez de abril, al anunciar el octavo contagiado: un hombre de 64 años, que falleció ocho días.
Desde esa fecha hasta el cinco de mayo, el Minsa reportó: dos casos más “no importados” y tres en “contacto con otras nacionalidades” no especificadas.
Además, en los últimos cuatro casos admitidos desde el pasado 27 de abril el Gobierno no ha aclarado el origen del contagio.
A casi 50 días del primer caso, no hay cuarentena
Las autoridades nicaragüenses no solo mantienen con mucho secretismo la información sobre la pandemia, sino que el pasado primero de mayo el presidente, Daniel Ortega, arremetió en contra del resguardo domiciliar que promueve la sociedad civil como prevención de la covid-19, calificando estas medidas como “extremas” y “radicales”. Dirigentes políticos de la oposición consideran que el “vacío” discurso de Ortega tuvo por único objetivo justificar la “incapacidad” y “negligencia” del Gobierno.
En su intervención Ortega cuestionó la campaña “Quédate en casa” porque, a su juicio, destruiría la economía nicaragüense, que es “cada vez más informal”.
“El quédate en casa, destruye el país. Por esa vía se destruye el país”, alegó el mandatario y justificó no implementar medidas de distanciamiento social. “Si le decimos a la gente: ‘quédense en casa’, ¿quién va a fumigar?”, ironizó.
Médicos epidemiólogos han advertido que en Nicaragua existe un subregistro de casos de covid-19, mientras el Minsa mantiene centralizadas las pruebas de la enfermedad, y aunque los pacientes presenten todos los síntomas e incluso haya tenido contacto con un caso positivo reconocido por el Gobierno, los médicos han tenido que diagnosticarlos como neumonías atípicas.
Recientemente el doctor Leonel Argüello, señaló que el incremento de neumonías atípicas o casos sospechosos de covid-19 no reconocidos por el Minsa, es un indicio de que la curva epidemiológica ha comenzado a subir, pero que las autoridades nacionales se niegan a reconocerlo.
Aun los escasos datos oficiales “muestra una tendencia ascendente”, asegura Argüello. Solo en las últimas semanas el Minsa se ha visto forzado a reconocer cuatro fallecidos por covid-19, uno de ellos que ni siquiera había sido reportado cuando contrajo la enfermedad: el paciente del asilo de ancianos.
Hay dos elementos “que tienen cierta coherencia y que las autoridades de salud deberían profundizar”, las denuncias de los médicos en diferentes hospitales y los casos monitoreados por la sociedad civil, subrayó el epidemiólogo.
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