12 de septiembre 2021
“Sé que estoy aquí por cuestión de seguridad, para salvaguardar mi vida y mi integridad, pero ha sido bastante difícil. Es un cambio de cultura, un cambio de moneda, un cambio total de vida. Yo completamente estoy comenzando de cero”, dice Marjourie Duarte una nicaragüense que recién se exilió en Costa Rica.
Llegó hace poco más de dos meses para pedir refugio por el constante asedio que recibía de la policía orteguista en Nicaragua. Tiene 29 años, vivía en la capital, estudió por cinco años Antropología y cursaba el cuarto año de Derecho.
Desde 2018 se dio de baja de la carrera de Antropología de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN- Managua) como gesto de desobediencia civil y se auto convocó en las protestas contra el régimen Ortega Murillo durante la rebelión de abril de ese año.
Desde que empezó a participar en las manifestaciones fue amenazada por miembros del Consejo del Poder Ciudadano de su zona, conocidos como CPC. En 2019 se integró a la Coordinadora Universitaria por la Democracia y la Justicia (CUDJ) y comenzó a recibir amenazas por parte de amistades policías de forma más directa.
Para este año, el asedio fue más constante. Ya no solo la amenazaban a ella, sino también a su familia, por lo que tuvo que resguardarse en casas de seguridad para no seguir exponiendo a los suyos. En junio se trasladó a una finca fuera de la capital y la localizaron, por lo que decidió salir hacia Costa Rica.
“Yo me vine el 19 de junio, ya estaba la mayoría de los últimos 30 detenidos. Ya estaban Tamara, Félix, Juan Sebastián... y yo no quería ser parte de esa lista”. Se refiere Marjourie a los 34 rehenes electorales que se sumaron a la lista de los más de 130 presos políticos del régimen.
Aumento de solicitudes a partir de junio
Marjourie ahora forma parte de las 22 813 solicitudes de refugio que Costa Rica ha recibido por parte de nicaragüenses desde enero de este año hasta la fecha.
Según indicó a CONFIDENCIAL Allan Rodríguez, jefe de la Unidad de Refugio de la Dirección de Migración y Extranjería de Costa Rica, las solicitudes han incrementado de forma considerable a partir de junio por los acontecimientos represivos que se viven en Nicaragua. Entre enero y mayo, el promedio mensual de solicitudes de refugio de nicaragüenses fue de 1300; solo en junio la cifra escaló a 4378 y desde entonces continúa creciendo de manera consistente.
Desde 2018 a la fecha, la Unidad de Refugio costarricense tiene contabilizadas 86 916 solicitudes de refugio por parte de nicaragüenses, siendo la comunidad que abarca más del 80% del total de solicitudes.
Carlos Huezo, director SOS Nicaragua Derechos Humanos CR, calcula que aún falta que aproximadamente un 30% de los exiliados que llegaron recientemente a Costa Rica hagan la llamada para realizar su solicitud de refugio.
Antes de 2018 los nicaragüenses migraban a Costa Rica para mejorar su situación económica y laboral. Ahora se les suman refugiados con un perfil diverso. Alberto Cortés Ramos, politólogo y geógrafo, catedrático de la Universidad de Costa Rica (UCR) describe a esta migración como una con alto nivel de actividad política. “Son más profesionales y hay muchos estudiantes universitarios, líderes sociales, activistas de derechos humanos”, dice.
El crecimiento de núcleos familiares que se trasladan en conjunto ha sido importante durante los últimos tres años, según la Unidad de Refugio. Rodríguez agrega que en los últimos dos meses también han tenido más solicitudes de periodistas nicaragüenses.
Sin trabajo y sin papeles en medio de una economía en recuperación
La llegada de más refugiados a Costa Rica se da cuando su economía apenas empieza a recuperarse de los cierres sanitarios por la covid-19, por lo que hallar empleo es muy difícil. “La pandemia agravó las posibilidades de inserción laboral y de supervivencia, y (la situación) de una parte importante de la población que vino después de 2018 es muy precaria” comenta Cortés.
Lo confirma Huezo, quien añade que ya había una crisis humanitaria previa a la pandemia de covid-19 y que va cuesta arriba. “Como organización vemos la situación un tanto alarmante, porque se espera que a finales de este año vayamos a tener más de cuarenta mil refugiados”, advierte.
Otro de los obstáculos para los solicitantes de refugio es el tiempo de respuesta por parte de las autoridades migratorias. Marjourie cuenta con carnet de solicitud de refugio y está a la espera de su permiso laboral, pero la cita final para determinar su estatus está programada para el 2025.
Esta situación limita las oportunidades laborales de Marjourie porque para avalar sus estudios hechos en Nicaragua requiere tener su estatus de refugio resuelto. En estos momentos con el único título que cuenta es el de técnico en Contabilidad, el que no ha podido certificar en el Instituto Nacional de Aprendizaje de Costa Rica por no tener su caso resuelto.
“Yo soy solicitante, esta situación me permite demostrar que solo soy una bachiller de secundaria media'', comenta apesarada. A pesar de esto, algunos refugiados buscan paliar la falta de oportunidades laborales con emprendimientos, mientras que otros aspiran a seguir con su formación académica.
Marjourie espera contar con su permiso laboral a finales del mes de septiembre para comenzar a buscar empleo. Mientras tanto está en clases de actuación y en busca de estudios que le permitan crecer en el país vecino.
“Pretendo estudiar, yo siento que la educación es una herramienta que nos permite tener una calidad de vida mejor. Y ya que en Nicaragua no pude terminar mi carrera, sería idóneo tener una flexibilidad para poder ingresar a las universidades”, sugiere Marjourie.
Para el politólogo Cortés, la migración no tiene que ser una carga, sino una oportunidad para Costa Rica. “Son personas que tienen muchas ganas de salir adelante, con capacidades y experiencias. Desde la perspectiva a mediano y largo plazo, la migración puede hacer un aporte importante en términos de la demografía, economía y cultura del país”, añade.
Para agilizar el proceso de respuesta, la Unidad de Refugio con la ayuda de la Agencia de la ONU para los refugiados, ACNUR, ha ampliado el horario de atención y creado mecanismos para que los solicitantes pueden agendar o re-agendar citas, dependiendo del caso, a través del correo electrónico reprogramacioncitasrefugio@migracion.go.cr.
“Yo tenía la primera cita con migración el 27 de septiembre para que me entregaran el carnet de solicitud de refugio, pero hubo un aviso de migración que se podía adelantar y escribí un correo para que lo hicieran”, comenta Marjourie. Con este documento en mano pudo realizar cambios de moneda y trámites en agencias bancarias.
Rodríguez comenta que muchas personas han aprovechado esta iniciativa para tener un documento vigente y así lograr el acceso a servicios e integrarse a la sociedad costarricense.
Agrega que la Unidad de Refugio está preparándose “para lo que pueda venir” ante el posible agravamiento de la crisis nicaragüense después de las votaciones de noviembre de este año.
Por otra parte, las organizaciones que apoyan a la población migrante manifiestan su preocupación a la comunidad internacional. “A nivel humanitario no hay los fondos suficientes para poder enviar una ayuda integral y sostenible para esta nueva oleada, y tenemos que recordar que los 103 mil que ya están en el país la estaban pasando muy mal”, dice Huezo.
Luego de tres años de un flujo constante de decenas de miles de nicaragüenses que solicitan refugio en Costa Rica, se necesita una solución a largo plazo que facilite la estadía y estabilidad de los nicaragüenses.
Para Cortés es necesaria una transición democrática que permita el retorno de la población nicaragüense a su país. Si esta no se da, cree que Costa Rica debe consolidar el estatus de refugio para esta población y generar un plan de reactivación productiva mixta.
Mientras tanto, los nicas en Costa Rica intentan establecerse y no dejan de denunciar los atropellos que se viven en Nicaragua. Marjourie quiere seguir siendo vocera de las violaciones de derechos humanos que ocurren en Nicaragua. “Denunciar desde un espacio más seguro” lo que viven los nicaragüenses a lo interno del país y prepararse para contribuir a Nicaragua desde el país vecino.