7 de agosto 2018
"Somos miles de empleados públicos de este país los que callamos y bajamos la cabeza ante las órdenes dictatoriales del Gobierno, porque tenemos miedo y no queremos perder nuestro empleo, ya que necesitamos trabajar para comer", dijo una maestra de un colegio público de Nicaragua durante una entrevista con EFE.
"Soy maestra y amo mi trabajo, pero no amo servir a un Gobierno que está matando a gente, a jóvenes, a un Gobierno que se lava las manos diciendo que todo está normal", señaló la docente, quien pidió ser llamada "Lila" por temor a revelar su nombre real, mientras velaba el cadáver de su sobrino de 16 años, asesinado en la localidad de Jinotega.
Su sobrino fue asesinado por un grupo de paramilitares junto a dos jóvenes más. Su hermana y madre de la víctima, enfermera en un hospital público, maldecía al presidente Daniel Ortega por estar "matando a los hijos de quienes trabajamos para él".
"Queremos expresar y gritar al mundo entero lo que está ocurriendo en Nicaragua", dijo "Lila", quien añadió que a esto "lo llaman Operación Limpieza, cuando lo deberían llamar Operación Muerte".
Señaló que, según el Gobierno, la Operación Limpieza se trata de limpiar el país de barricadas levantadas por los jóvenes autoconvocados y estudiantes, "pero, en realidad, para Ortega, las piedras en el camino somos nosotros, seres humanos que hemos levantado la voz".
El operativo gubernamental, que arrancó el pasado 16 de julio en aquellos lugares donde se ubicaban los muros de adoquines, consiste en que los pueblos y ciudades del país que fueron tomadas por los estudiantes recuperen el aspecto que tenían antes de que comenzaran las revueltas populares el pasado 18 de abril.
Desde que empezaron las protestas, Nicaragua se encuentra sumergida en la crisis más sangrienta desde la década de 1980, también bajo la presidencia de Ortega.
Las protestas contra Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, comenzaron por unas fallidas reformas a la seguridad social y se convirtieron en un reclamo que pide la renuncia del mandatario, después de once años en el poder, con acusaciones de abuso y corrupción en su contra.
El pueblo nicaragüense, callado durante años, según diversos sectores de la sociedad, alzó su voz y comenzó la represión, las amenazas y la violencia contra quienes se manifiestan en contra del poder sandinista.
La crisis sociopolítica ha dejado 317 muertos confirmados por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), desde abril pasado. Entre las víctimas entre las que se encuentra el sobrino de la maestra "Lila".
La empleada pública señaló que el joven "era consciente de lo que ocurría y de que podía morir, pero dijo que si moría, iba a morir como un héroe, como un luchador, porque no quería que las futuras generaciones vivieran en una opresión".
"Él dio la cara por todos los que no lo hacemos por temor a la represión del Gobierno, que es nuestro empleador, que no admite que levantemos nuestra voz y nos da órdenes claras cada semana, con avisos de lo que nos puede ocurrir si no asumimos su mandato", señaló la maestra, evitando dar más explicaciones "por miedo".
"Mi sobrino decía que quería una patria mejor, que quería que no hubiera más opresión en Nicaragua y las consecuencias ahí están, que él está en un ataúd muerto, un niño de apenas 16 años, un niño que estudiaba primer año de secundaria y levantó su voz", balbuceó entre lágrimas.
"Lila", quien clamó por la "ayuda urgente de la comunidad internacional", les recordó a Ortega y a Murillo que "son nacidos en Nicaragua, son nicaragüenses y tienen hijos".
Para la docente, un presidente "no puede estar en contra de la libertad de un pueblo, porque él inconstitucionalmente está en este país reeligiéndose con la manipulación de los votos, que deberían ser libres, de la ciudadanía".
"Ayuda, solo pido ayuda a todos los países del mundo, ayuda a la prensa internacional para que el mundo entero sepa lo que estamos viviendo, ayuda para salir de este pozo", concluyó la maestra.