8 de junio 2018
Después del 30 de mayo, la última vez que Managua salió a protestar en contra del régimen de Ortega y terminó en masacre, la ciudad quedó en silencio. Los plantones fueron cancelados, los tranques se intensificaron y la represión aumentó. Tardó poco más de una semana y más docena de muertos, para que este 7 de junio, la capital volviera a salir a las calles. Nuevamente es la voz de los familiares de las víctimas las que exigen justicia, más firme que nunca.
Miguel Parajón fue uno de los primeros en llegar a la Rotonda Rubén Darío. En sus manos cargaba una pancarta con el rostro de Jimmy Parajón, su hijo que fue asesinado el 11 de mayo en un enfrentamiento cerca de la Universidad Politécnica de Nicaragua (UPOLI). “Su pecado fue querer ayudar a los chavalos. Fue querer ayudar a la patria”, reclama Parajón.
El plantón fue organizado por el movimiento Madres de Abril. Se convocó a las tres de la tarde, pero diez minutos pasada la hora no había más de cinco banderas en las inmediaciones del lugar. La gente tenía miedo, pero Miguel Parajón y su familia no. Llegan e inmediatamente muestran el rostro de Jimmy, de 35 años. “¡Queremos justicia, cárcel para los asesinos!”, decían. Minutos después, el plantón inicia. La gente se acerca de todos lados y el clamor se intensifica. Las bocinas de los carros y autobuses que pasan por la rotonda son sonadas repetidamente y las consignas retumban fuertes. “¡De que se van, se van!”.
Para Parajón, de ya avanzada edad, no existirá “justicia” para Jimmy, hasta que el comandante Daniel Ortega salga del poder. “Mi hijo no murió, me lo mataron. Él andaba en la UPOLI apoyando a los muchachos y alguien me lo mató. Vine hoy porque el habrá muerto, pero la lucha sigue”, expresa. Según él, dejará de protestar hasta que “los asesinos paguen”.
“No hay respuestas”
A Iris Lagos le avisaron que a su hijo y a su esposo los habían asesinado, en la madrugada del 16 de abril. Ellos llevaban café y pan a los jóvenes atrincherados en la UPOLI y en uno de los viajes fueron acribillados cerca del recinto. De sus muertes no se sabe nada. Nadie le da respuestas y lo único que la ha quedado es protestar. Al plantón llega con dos rótulos, uno en cada mano. Su luto es doble. “No sé cómo le hago para estar en pie”, dice entre lágrimas.
Iris Lagos es incansable. En ningún momento baja los rótulos con los rostros de Humberto Antonio Parrales Reyes, su esposo y Noel Ramón Calderón Lagos, su hijo. Quiere que la gente recuerde sus rostros. “Voy a exigir justicia hasta que todo esto se esclarezca”, comenta.
Lagos afirma que ella no se va a sentir en paz hasta que encuentren a los asesinos de sus familiares y cuando apresen a todos los que dieron las órdenes de matarlos. Aunque admite, no tiene muchas esperanzas. “Mientras este hombre esté en el poder, sus muertes van a quedar impunes”, lamenta.
“La muerte de mi hijo no puede ser en vano”
Socorro Corrales, madre de Orlando Pérez asesinado el 20 de abril en Estelí, ha recorrido todas las instancias fiscales en busca de los culpables por el asesinato de su hijo. “La justicia para él ha sido nula, no existe”, lamenta. Su esperanza, afirma, está en las instituciones internacionales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). “Si yo tuviera visa me iría a plantar para que vean el caso de Orlando”, expresa.
Las madres se han declarado en luto nacional. Leer la lista de las víctimas asesinadas en el contexto de las Protestas en Nicaragua se ha vuelto un proceso tardío. Es que hay que leer más de 130 nombres y la lista aumenta cada día más. “Yo voy a seguir gritando por justicia, porque se encuentren los culpables de la muerte de mi hijo y por los asesinos de los otros mártires”, enfatiza Corrales.
Una de las consignas más sonadas es: “¡Ya no tenemos miedo!”. Socorro Corrales lo perdió, dice, la noche que le avisaron que su hijo estaba muerto. “Yo no tengo miedo de esta gente, ya se sabe cómo son. ¿Miedo de qué? Yo voy a luchar hasta que se vayan, hasta que el culpable de la muerte de él (Orlando) salga a la luz”, explica.
Hasta la fecha, de las más de cien muertes registradas en los últimos meses, solo se han procesado los casos de Roberto Carlos García Paladino, hijo de crianza de Francisco López, tesorero de Albanisa y del periodista Ángel Gahona. Sin embargo, los familiares de este último expresan que los jóvenes procesados, Brandon Lovo Taylor y Glen Slate, son inocentes y por ellos también claman por justicia.
Francisca Ramírez, líder del Movimiento Campesino, asistió al plantón. Lo ve como una obligación, ya que para ella los nicaragüenses deberían de seguir acuerpando a los familiares de los jóvenes asesinados en todo momento. “En Managua tenemos que seguir exigiendo justicia también. Porque lo que Daniel y la Rosario han querido es imponer el terror en Nicaragua para que la gente deje de protestar, pero el pueblo tiene que seguir pidiendo justicia. Justicia es encarcelarlos por todo lo que han hecho en estos once años. Ellos son los asesinos de todos estos jóvenes”, enfatizó.