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“Los derechos humanos no son negociables”

Si Ortega llamó a negociar es porque se siente débil, está aislado internacionalmente, y tiene el lastre de crímenes de lesa humanidad

“Nuestro compromiso y acompañamiento al pueblo de Nicaragua no lo disuelve una resolución de órganos sin autonomía”

Iván Olivares

25 de febrero 2019

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La presidenta del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos, (Cenidh), Vilma Núñez de Escorcia, declaró ante el anunciado reinicio de las negociaciones, que “los derechos humanos no son negociables”.

“Con todo respeto por la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, creemos que no se debería ir a un diálogo sin el cumplimiento de esos requisitos, porque estamos frente a una situación de violación permanente a derechos humanos”, dijo Núñez.

“Privar injustamente de la libertad a alguien es violar sus derechos humanos. La tortura, el hostigamiento, la persecución en las calles, la imposibilidad de manifestarse públicamente… los representantes de la Alianza no pueden dialogar así, porque sería como si tuvieran una pistola en la sien. Ellos corren un tremendo riesgo, tanto si le fallan a la gente, como si Ortega actúa en contra de ellos”, detalló.

Si bien, durante meses se indicó que el regreso a la mesa de negociaciones debía estar precedido necesariamente por la liberación de los presos políticos, el cese de la represión, y que se deje trabajar tanto a las oenegés cuyas personerías fueron arrebatadas, como a los medios de comunicación y periodistas, ninguna de esas condiciones se ha cumplido.


“Negociar es un proceso en donde los agentes interesados en llegar a un acuerdo sobre un asunto en particular, intercambian información, promesas y compromisos formales”, dijo la abogada, cuya organización fue ilegalizada por la Asamblea Nacional dominada por el oficialismo, poco antes que la Policía Nacional se hiciera con sus instalaciones de forma ilícita.

No hay condiciones

En un comunicado, la entidad señala que las exigencias populares de respeto irrestricto a la libertad de prensa, liberación de los presos políticos, fin de la represión, desmovilización de los paramilitares, y que se permita el regreso sin represalia de los exiliados, “son derechos humanos que no se pueden negociar” y, por tanto, son requisitos que deberían estar cumplidos antes de un diálogo.

Pero no es así: los reos siguen en las cárceles, los ciudadanos no pueden ondear una bandera nacional sin temor a ser golpeados o detenidos, los paramilitares siguen teniendo libertad para delinquir, y los exiliados ni se plantean la opción de regresar al terruño, por lo que se pregunta si hay condiciones para dialogar.

“La demanda que no debe postergarse y debe priorizarse, es la liberación inmediata de los presos políticos. Su situación jurídica generada por los abusos cometidos al margen de las garantías del debido proceso, y la imputación delictiva infundada, deben resolverse con posterioridad, usando los mecanismos legales existentes, como el recurso de nulidad absoluta”, propició.

A partir de ahí, advirtió que el dictador querrá usar a los presos como rehenes, prometiendo liberar a uno u otro, por lo que alertó a los representantes de la Alianza a abstenerse de negociar la libertad de uno u otro reo de forma selectiva.

Contrario a lo que podría esperarse, el régimen no da visos de crear un ambiente propicio para el inicio de negociaciones. En vez de eso, Daniel Ortega indicó que no habrá transmisión en vivo, y vetó la presencia de los medios de comunicación durante las sesiones de negociación.

Por el contrario, turbas leales al partido, “agredieron a varios periodistas y robaron el teléfono celular a la periodista de La Prensa, Leonor Álvarez”, cuando daba cobertura a la citatoria policial al señor Ronaldo Jerez, padre de la presa política Irlanda Jerez.

Decisiones como esa, validan la desconfianza de la población acerca de las posibilidades de éxito del proceso negociador, pues “de forma reiterada Daniel Ortega ha demostrado que no respeta su palabra ni cumple sus compromisos”, señaló.

Presión de la gente funciona

La presidenta del Cenidh dijo con referencia a Ortega que “no es que de pronto quiso negociar: fue la persistencia de la protesta de la gente -aunque sea mínima, pues si no hay masivas es porque no lo permite- más las presiones de la comunidad internacional, lo que lo ha llevado a tomar esa decisión”.

Núñez cree que Ortega también tuvo que ceder, “al verse confrontado con las evidencias que con números en manos le pusieron los empresarios”, quienes le dijeron que Nicaragua no resiste más una situación como esta, y que “lo que sigue es el hundimiento total, que lo afectaría a él mismo como uno de los nuevos grandes capitalistas del país”, señaló.

Ella desecha la tesis que señala que Ortega lleva ventaja porque cayeron los tranques y la población fue desmovilizada a la fuerza. “Ortega no tiene ventaja en esta situación, porque la Alianza cuenta con el respaldo de la población que los apoya y confía en ellos”, recordó.

“Ortega accedió a negociar porque se siente débil. El suyo es un gobierno aislado internacionalmente, y quebrado económicamente, y con el lastre de estar cometiendo crímenes de lesa humanidad. Si quiere mejorar su imagen, debe comenzar por liberar a los presos políticos”, sentenció.

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Iván Olivares

Iván Olivares

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Durante más de veinte años se ha desempeñado en CONFIDENCIAL como periodista de Economía. Antes trabajó en el semanario La Crónica, el diario La Prensa y El Nuevo Diario. Además, ha publicado en el Diario de Hoy, de El Salvador. Ha ganado en dos ocasiones el Premio a la Excelencia en Periodismo Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, en Nicaragua.

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