5 de marzo 2020
El excarcelado político, Lesther Ruiz, asegura que aún tiene pesadillas por imaginarse regresando a prisión. “Es algo que no se lo deseo a nadie. Pasar encerrado es lo más duro y triste”, relata.
Originario de Jinotepe, Ruiz fue uno de los nueve presos políticos que el régimen excarceló el pasado 13 de febrero. Estuvo detenido en dos ocasiones. Primero lo capturaron la madrugada del 16 de mayo de 2019. Luego de tres días de interrogatorios y torturas lo dejaron libre. Pero al día siguiente, con engaños, lo volvieron a encarcelar.
“Por eso es que tengo miedo, porque han jugado con mi libertad y con mi inocencia”, insiste este ingeniero agrónomo, de 45 años, que permaneció casi nueve meses en prisión.
La primera detención para él fue horrible. Recuerda que escuchó el sonido de pasos en el techo y de repente empezaron a gritar que les abrieran la puerta. Aunque les preguntó si tenían alguna orden para entrar, los policías solo le apuntaron con sus armas y le dijeron: “Abrí la puerta o la abrimos”.
Empezaron a revisar toda la casa buscando armas. “Que nunca encontraron, porque yo no tengo nada que ver con armas, ni con nada de lo que me acusan”, sentencia Ruiz. Luego, lo trasladaron a la estación policial de Jinotepe, donde lo amenazaron, lo tuvieron esposado y con las piernas abiertas, hasta que confesara crímenes que nunca cometió.
“Me decían que si quería salir libre debía hablar, me golpeaban las piernas si las cerraba, y así me tuvieron durante tres días, hasta que me obligaron a firmar un papel que ni siquiera me dejaron leer, en el que solo logré ver la palabra terrorista”, recuerda Ruiz.
A prisión con engaños
A Ruiz lo dejaron ir el sábado 18 de mayo por la tarde. Una de las policías le dijo: “Si te estamos dejando ir, es porque no te encontramos nada, sos libre”. Después, le dijeron que volviera por sus pertenencias el lunes o martes.
“Me quitaron una moto montañera, dos celulares y 600 dólares que había prestado para poder comprar un pequeño bus en el que trabajaría haciendo recorrido de un colegio privado”, cuenta.
Pero la mañana del domingo 19 de mayo lo sorprendieron dos policías en su casa. Le dijeron que lo llegaban a traer para que fuera a traer sus pertenencias. “Me dio miedo, pero por recuperar mis cosas, me fui con ellos, aunque me dio mala espina que no dejaran que mi hermana viniera conmigo en la patrulla, pero no imaginé que me estuvieran engañando”, dice.
“Me llevaron de inmediato a una oficina y uno de los jefes dijo que me metieran de nuevo a prisión. Ahí estuve poco tiempo y casi de inmediato me llevaron a El Chipote”, afirma.
Detenido junto a familiares
Ruiz fue detenido el mismo día en el que detuvieron a tres personas más en Carazo, incluyendo a su prima Scarlett Narváez y al esposo de ella, Ernesto Ramírez García.
La mujer, enfermera de profesión, fue liberada 13 días después. Tanto Ruiz como Ramírez son acusados por la Fiscalía por los supuestos delitos de tráfico de armas y de estupefacientes.
“Son acusaciones políticas, porque ninguno de nosotros tenemos que ver con armas o con drogas”, afirma.
Aunque admite haber participado en algunas marchas y caravanas durante las protestas iniciadas en abril de 2018, Ruiz asegura que dejó de hacerlo porque su mamá se lo pidió.
“Pero Ernesto, mi tío político, es un líder natural y se involucró en las protestas pacíficas. Estoy seguro que a mí me meten en la cárcel para condenarlo a él, porque él permanece en prisión y todos los días lo llaman a interrogatorios y lo han torturado”, denuncia.
“Me acusan de ser delincuente”
Ruiz recuerda que el día de su primera detención, los policías y antimotines lo llevaron a una finca en Santa Teresa, Carazo, donde capturaron a otras personas y las empezaron a torturar. “Vi cómo las golpeaban, pero cuando se dieron cuenta que yo estaba viendo todo, me dijeron voltéate y no veas nada”, recuerda.
Ya en la cárcel, supo que entre los detenidos en ese mismo operativo estaban sus dos familiares y Carlos Sebastián Cortez, el dueño de la finca que allanaron. Este señor estuvo casi siete meses encarcelado y enfrenta el mismo juicio que él. “Nos acusan de ser una banda delincuencial, cuando yo ni siquiera conozco a este señor Carlos Cortez. Lo conocí en la cárcel”, explica.
A Cortez lo detuvieron por apoyar a varios jóvenes de Carazo que salieron del Nicaragua tras la “Operación Limpieza” ejecutada por decenas de policías y paramilitares contra jóvenes que protestaban en los tranques.
Lesther Renato Ruiz de #Carazo liberado. Exigimos la libertad de todos los presos políticos.
Nunca debieron estar encarcelados, y su liberación debe ser plena y completa#SOSNicaragua
El #FSLNEsTerrorismo @CIDH @OACNUDH #MESENI @PauloAbrao @AmbCTrujillo @BiancaJagger pic.twitter.com/4ntlkTD2kY— Mov. Nac. AutoConvocado Carazo (@ConvocadoCarazo) 13 de febrero de 2020
“Con inventos han ensuciado mi nombre, me encarcelaron y me acusan de ser un delincuente… no sé qué pasará conmigo porque el juicio sigue su curso”, lamenta.
Aunque Ruiz admite que dentro de la cárcel no vivió torturas, a diferencia de su tío, sí detalla que varias veces lo amenazaron con meter a prisión a su novia, con la que tenía planes de casarse antes de ser encarcelado.
“Me decían que si no quería verla ahí, que dijera todo, pero yo les respondía que no tenía nada que ver con todas sus acusaciones falsas, pero ellos seguían insistiendo con eso, era una forma de torturarme”, comenta.
Ruiz exige a las autoridades que le den su “verdadera libertad”. Con su récord manchado, reclama, tiene las “manos atadas” para retomar su vida.