22 de septiembre 2020
Los opositores en el departamento de León sobreviven la pandemia sin asistir a las unidades médicas públicas. Ya sea un centro de salud, un hospital de atención primaria o nosocomio de referencia, los ciudadanos que cuestionan a la dictadura no van por temor a ser discriminados o apresados.
El miedo a las represalias ha escalado tanto, que algunos se plantean morir en casa, ante un posible contagio y complicación por la covid-19.
“Si me llegará a enfermar no iría al centro de salud, porque soy opositor. Yo tengo miedo. Muchas personas que se pegaron de coronavirus optaron por quedarse en casa, porque la atención no es buena”, dijo Luis Fonseca, miembro de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD), en el municipio de Malpaisillo, León.
“Antes de la pandemia me enfermé y fui al centro de salud a pasar consulta, pero me trataron de mala manera. No me querían atender, me dijeron que me esperara, que tenían a otras personas. Si eso me hicieron antes de la pandemia, imagínate ya con la pandemia”, relató Fonseca, quien sufre acoso constante de policías y paramilitares.
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Rosa Patricia Ruíz, integrante de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB) en León, afirmó que dentro de las unidades de salud “llaman terroristas y golpistas” a los opositores, quienes temen que, en vez de ser enviados a sus casas, sean “apresados”.
“El miedo va escalando de acuerdo a tu nivel de oposición ante el Gobierno, si sos un rostro visible o público, pues tu miedo es mayor; aunque si has mantenido un bajo perfil, igual no vas a los hospitales, porque sabemos que dentro de los hospitales hay personas que son afines al Gobierno y que no les importa denunciarte”, explicó la opositora, que es originaria del municipio de Quezalguaque.
Para la pediatra Marzelita Alonso Gómez, la ciudadanía “tiene miedo” de ir a las unidades médicas, pero no “porque los médicos del hospital den una mala atención”, ya que —según ella— los galenos “hacen su mejor esfuerzo”.
Alonso indicó que los doctores de los hospitales son como “guerreros” que van “a la lucha sin armas”, en referencia a que las autoridades sanitarias no brindan los equipos de protección y medicamentos para hacer frente a la pandemia.
Asistencia privada ante covid-19 en León
Ante la renuencia de atenderse en el sistema público, los opositores han recurrido a las consultas telefónicas o a través de la aplicación de WhatsApp.
Las atenciones son brindadas por doctores miembros de la Unidad Médica Nicaragüense, el Comité Científico Multidisciplinario, o profesionales privados.
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“Como opositores tratamos de cuidarnos entre nosotros mismos. Tenemos una doctora que nos ha apoyado sin ninguna condición; también hay otro médico, que incluso ha atendido a pacientes orteguistas pegados con coronavirus”, señaló Fonseca.
Alonso subrayó que, aunque ella es pediatra, ha atendido a pacientes adultos con la covid-19. “Aquí no hay especialidad que valga, aquí hay cirujanos, internistas, pediatras, todo mundo se ha metido de hecho atender a la población, aunque no sea su especialidad”.
En el caso de las medicinas, los opositores han optado por recurrir a la solidaridad ciudadana o piden apoyo a la Alianza Cívica y la UNAB. “Tenemos un canal humanitario que nos facilita algunos medicamentos, pero no en el 100% porque aquí nadie nos está financiando, sino que esto se hace con colectas o de pedidos”, comentó Ruiz.
Contó que en muchos casos han buscado cómo obtener tanques de oxígeno para enfermos, que son opositores. “Muchos se han tenido que oxigenar en su casa por la misma necesidad; creo que en muchos casos por eso han muerto en sus casas”.
Secretismo en el Heodra
Oficialmente no existen cifras sobre la covid-19 en León; sin embargo, el independiente Observatorio Ciudadano COVID-19 coloca a este departamento de occidente como el tercero en casos sospechosos, y el cuarto en muertes asociadas a la pandemia.
En su último informe, el Observatorio registra 744 casos sospechosos en León, y 195 muertes vinculadas a la covid-19.
CONFIDENCIAL solicitó información a los responsables del área covid del Hospital Escuela Óscar Danilo Rosales Argüello, conocido como Heodra, pero las fuentes médicas se excusaron de hablar por temor a represalias.
“El área de covid en todos los lugares ha sido bien restringida. La información de la covid, es como si fuera un secreto de Estado”, dijo Alonso, quien añadió: “¿Cuántos casos hay en el Heodra? No sabemos. ¿Cuántos muertos hubo en el Heodra? No sabemos. ¿Con cuántos ventiladores se contaba? No sabemos. Las personas que estaban dentro del área de covid no podían hablar, porque si lo hacían eran corridos”.
El caso de los Alonso
Entre las decenas de muertes vinculadas a la pandemia, hay dos que han impactado de forma particular a la sociedad leonesa: la de los hermanos Adán Augusto y Máximo Guillermo Alonso.
Ambos eran médicos y atendieron a centenares de pacientes con síntomas de la covid-19, durante las primeras semanas de la pandemia. Máximo Guillermo murió la noche del 7 de junio en el Heodra; Adán Augusto, siete días después en el hospital del Ingenio San Antonio.
La doctora Alonso relató que, una semana antes que falleciera Máximo Guillermo, le preguntó por qué no dejaba de atender, a lo que su hermano le contestó: “la mayoría de mis pacientes son gente del campo y me da pesar que vengan a buscar consultas y hallen el consultorio cerrado. No les puedo dar la espalda, no puedo cerrar”.
Indicó que a su hermano Adán Augusto le preguntó lo mismo, y este le prometió que cerraría en una semana, pero cayó enfermo. Para Alonso, sus hermanos tenían una gran carga viral. “Uno de mis hermanos, revisando sus registros, un día vio 40 pacientes, y de esos 40 pacientes, los 40 eran covid”.
Opositores al sandinismo
La familia Alonso es conocida en León por ser opositora al régimen sandinista. Todo comenzó con el patriarca: Máximo Guillermo Alonso Jirón. “El odio contra los Alonso es desde los años 80; mi papá fue un colaborador del Frente Sandinista para la insurrección, pero cuando vio cómo estaban las cosas, él se separó y comenzó a ser un crítico del Gobierno. Sufrimos muchos vejámenes parecidos a los de ahorita”, destacó la pediatra.
La doctora María Eugenia Alonso fue esposada y torturada en noviembre de 2019, junto a su esposo Diego Reyes, y su hijo Diego Reyes Alonso, por el recién ascendido comisionado general Fidel Domínguez Álvarez.
La Policía irrumpió con violencia en la vivienda de los Reyes Alonso y los obligaron a prometer ante cámaras que “no volverían a joder a los militantes, ni al pueblo”. Además, les robaron computadoras y teléfonos celulares.
En junio pasado, durante el cortejo fúnebre del doctor Adán Augusto, decenas de agentes policiales, comandados por Domínguez Álvarez, evitaron que el sepelio entrara a León.
Su más reciente agresión fue el allanamiento ilegal a la vivienda de la doctora Alonso Gómez, a finales de agosto pasado. “A la Policía le pedí una orden de cateo, pero una mujer policía muy prepotente me dijo: eso no funciona acá en Nicaragua; la Policía acá no necesita orden de cateo”, narró la pediatra.
“Entraron a los cuartos y se llevaron computadoras y teléfonos, que hasta la fecha no los han devuelto”, agregó la afectada.
Mantenerse en la lucha
A pesar del acoso y la persecución de la Policía y fanáticos sandinistas, así como la imposibilidad de atenderse en las unidades médicas públicas, los opositores mantienen la resistencia contra el régimen en León.
“Tenemos que estar en la lucha; eso es lo que tenemos que hacer. Ya hemos pasado barbaridad de cosas, y me imagino que vamos a pasar peores. Creo que el que se mantiene en la verdad, en la justicia, y el que camina con Dios, va a salir adelante”, afirmó el opositor de Malpaisillo.
Para la doctora Alonso, “en memoria de mi padre, en memoria de mis hermanos, y por convicción propia, no puedo decir voy a dejar de ser opositora, porque eso es algo que ya lo llevo muy adentro, no podría dejar de ser opositor”.
“Va a seguir el acoso, probablemente, y me está costando, esta causa me está costando mucho”, resaltó.
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