30 de abril 2018
La punta de lanza para la rebelión universitaria en contra del régimen del presidente Daniel Ortega y la vicepresidenta Rosario Murillo, fue la protesta convocada por estudiantes de la UCA y UAM, el pasado miércoles 18 de abril en Camino de Oriente, contra de las reformas al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), que recién había aprobado el mandatario sandinista.
Los jóvenes universitarios que una semana antes habían protestado por el incendio en la Reserva Biológica Indio Maíz, decidieron encausar su lucha, en un tema que afectaba tanto su futuro como el de los trabajadores públicos y privados, empleadores y pensionados.
La convocatoria realizada en las redes sociales bajo la etiqueta #SOSINSS fue fundamental para que trabajadores y demás ciudadanos, se aglomeraran para expresar su descontento contra las reformas de Ortega.
Saúl Verde, estudiante de la Universidad Americana (UAM) fue uno de los universitarios que estuvo en esa protesta. Vivió en carne propia el ataque y la persecución de las turbas sandinistas y la represión de las fuerzas antimotines de la Policía Nacional.
“El motivo inicial de la protesta eran las reformas al INSS. Ya sabíamos qué había sucedido antes en #OcupaInss. Sumó lo que sucedió con Indio Maíz, pero esta reforma fue lo que colmó la paciencia de los estudiantes para decir un ‘no más’, para no permitir que pasara a más”, relató Verde.
Ese miércoles por la noche, el saldo fue de varios heridos, incluyendo manifestantes y periodistas. La cifra de muertos, para ese momento, se mantenía en cero.
El despertar de las universidades públicas
Ese mismo miércoles por la noche, en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, sede León, se produjeron incidentes que despertaron la inconformidad en estudiantes de distintas universidades públicas (UNAN, UNI, UNA y Upoli), cuando se enteraron a través de las redes sociales.
Esa noche, dirigentes del Centro Universitario de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, León (CUUN), que es el equivalente a la Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua (UNEN), llegaron a ordenar a los estudiantes internos que alistaran sus cosas, porque asistirían a Managua a protestar en una contramarcha organizada por el Gobierno de Ortega.
“Los internos, conscientes que habían llegado a León a estudiar, dijeron que no y escaparon del internado. Los estudiantes saltaron los muros porque los guardas de seguridad tenían órdenes de no abrir los portones a los alumnos. Todos los que huyeron se refugiaron en casas de sus amigos en León. Esa misma noche llegó la rectora a decir que esa información había sido maniobra de la derecha”, pero nadie le creyó, narró Francisco Martínez, estudiante de Medicina en esa casa de estudios
Al día siguiente, los estudiantes expresaron su inconformidad con lo que estaba pasando. La autonomía que se había construido a lo largo de los años estaba en el piso. Fue en ese momento que la UNAN-León se levantó y expresó su malestar por la represión que estaba sucediendo en Managua, en contra de los universitarios que protestaban por las reformas al INSS.
La inconformidad también estalló en la Universidad Nacional Agraria (UNA), cuando los estudiantes de ese recinto no se sintieron ajenos a la represión que sufrían sus compañeros.
“Nosotros dijimos que como una universidad agraria y científica, teníamos que hacer algo al respecto e imponer una voz porque somos estudiantes. Nos convocamos el miércoles por la noche a través de las redes y quedamos en que el jueves íbamos a realizar una protesta pacífica. Llegamos a la mañana siguiente a la universidad, había muchos estudiantes y lo que sucedió es que muchos pidieron apoyo para manifestarnos y que la Agraria se escuchara”, explicó Moisés López, estudiante de la UNA.
Los estudiantes interrumpieron el tráfico de forma escalonada. Tenían música y pancartas. Sin embargo, una hora y media después, como forma de represión, dos buses de antimotines se bajaron a un kilómetro de la universidad y de forma abrupta se impusieron ante todos los estudiantes, disparando balas de goma.
Los universitarios se refugiaron en las partes sur y norte del recinto. En ese momento el saldo de heridos aumentó. Algunos estudiantes perdieron un ojo. Otros tenían marcas en sus cuerpos. Terminaron atrincherados, pero dando la cara por una lucha justa.
En la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), se despertó el mismo espíritu de lucha. La hermandad entre estudiantes movilizó a los que estaban en este recinto. La represión de las turbas sandinistas movilizó a los jóvenes y estos también se defendieron de la Policía Nacional.
En la UNAN Managua, los estudiantes que protestaron en contra de las reformas y la represión estudiantil fueron expulsados por UNEN de este recinto. Estos jóvenes decidieron seguir la lucha junto a los de la UNI. El bloque se fortaleció, aunque eso no evitó que la represión aumentara y que varios de sus compañeros perdieran la vida a manos de los antimotines, quienes según los estudiantes, disparaban con balas de plomo.
La Upoli: la defensa de un bastión
El jueves 19 de abril por la tarde, los estudiantes de la Universidad Politécnica de Nicaragua (Upoli), salieron a la avenida principal que conecta con este recinto, a protestar en señal de apoyo de sus otros compañeros. El ambiente pasivo cambió al anochecer, cuando los antimotines comenzaron a atacar a los universitarios sin piedad, usando balas de goma y de plomo.
Una de esas balas hirió de muerte a Darwin Urbina, quien falleció casi de forma instantánea. Los estudiantes se volvieron locos. No encontraban hacia dónde huir, hasta que las puertas de la Upoli se abrieron.
“El jueves que nos atacaron los antimotines aquí en la Upoli, nosotros buscamos refugio en la universidad. El presidente de UNEN de este recinto nos abrió las puertas, pero ese fue su pecado. Después, cuando estábamos adentro, nos dijo que lo estaban presionando para que nos sacaran, él dijo que prefería alejarse y renunciar a su cargo en UNEN, y nosotros tomamos el mando”, explicó un estudiante a Confidencial.
Iskra Malespín, estudiante de Comunicación en la UCA, regresaba de entregar víveres a universitarios de la UNI, cuando le sorprendió la noticia del ataque efectuado por antimotines a los estudiantes.
“Los antimotines se esparcieron por todos los barrios que colindan con la universidad. Fue en ese momento que los chavalos de estos barrios se empezaron a pelear contra los policías. Ya no era solo contra los estudiantes, sino con la ciudadanía en general”, explicó Malespín.
Los pobladores de los barrios se organizaron y formaron un bloque junto a los universitarios. Enfrentaron juntos a los antimotines. Malespín expresó que fueron tres días muy intensos, en los que la Policía Nacional no descansó en reprimir a los estudiantes, sin importar si había heridos o muertos.
La represión de parte de la Policía Nacional a estas universidades hizo estallar la paciencia de los universitarios de otras partes. Ya no solo eran recintos públicos, en ese momento los jóvenes de centros privados también formaron parte de esta lucha.
“Ya no solo era el tema de las reformas, ni lo de Indio Maíz ni la violencia en contra de las mujeres: todo se juntó, explotaron esos diez años de aguante de un régimen autoritario que ha cortado democracia, derechos humanos y la autonomía universitaria”, refirió Enrieth Martínez, estudiante de la UCA.
La joven estudiante expresó que la situación se dimensionó en todas las universidades por la conexión estudiantil que existe, que no había despertado. “El país respondió a la situación que estaba en ese momento, que era una represión explícita y la culminación de aguante de años y años de presión constante”, afirmó.