12 de julio 2020
Hay una Managua en la que no hay pandemia. Una en la que a partir de las nueve de la noche, la vida nocturna para muchos apenas comienza, pese a que la capital es la ciudad con más contagios y muertes por coronavirus, según el monitoreo independiente del Observatorio Ciudadano COVID-19.
Esta vida nocturna en tiempos de coronavirus se extiende desde la llamada “zona rosa” hacia el resucitado centro de la vieja Managua, donde se ha reinstalado un autocinema, hay entradas gratis a los centros recreativos y los parques permanecen abiertos. También llega hasta las zonas periféricas, como la acera de un bar de Rubenia, donde se han colocado mesas para aglomerar a una clientela que come, bebe y baila, sin mascarillas ni distanciamiento.
En un recorrido durante dos noches por Managua, un equipo de CONFIDENCIAL observó que la mayoría de quienes continúan la vida nocturna en la capital son jóvenes entre 20 y 35 años de edad. Sin embargo, también hay mayores de 50 que tampoco hacen uso de ninguna medida de prevención contra la pandemia.
En muchos negocios, los guardas, meseros y bartenders llevan mascarillas, e incluso guantes. También en la entrada hay quienes piden a los clientes limpiarse las manos con alcohol en gel o ubicarse mesa de por medio. Pero no todos atienden las recomendaciones, y quienes llevan tapabocas son más parecidos a una excepción.
El último informe semanal del Observatorio Ciudadano COVID-19 registra hasta este ocho de julio en Managua 3287 casos sospechosos de coronavirus, que equivalen al 41% del total de 7893 contagios reportados en todo el país. Además, se registran 838 fallecidos por la pandemia, que son el 38% de los 2225 contabilizados a nivel nacional. Pero estas cifras no detienen a quienes se reúnen en bares, restaurantes, discotecas y centros recreativos, o continúan la “normalidad” en una capital ya deprimida por la crisis económica.
“Lo que nosotros estamos haciendo es sobrevivir”, afirma el mariachi Fernando Gutiérrez, quien pertenece a uno de los ocho de 25 grupos que aún quedan en la popular Rotonda de Bello Horizonte.
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“Muchos clientes que antes teníamos se han muerto del virus. Teníamos uno que siempre nos llamaba, agarró el virus y desgraciadamente falleció”, lamenta Gutiérrez, quien admite que ha pasado hasta un mes sin tocar una sola serenata, pese a que el costo de la cantada ha bajado de 2500 córdobas a 1500 o incluso a 1000. Todas las noches llega a uno de los lugares donde muchos capitalinos solían amanecer. Aunque ahora, son menos, siempre espera que llegue alguno a pedirles una serenata.
Todas las mesas llenas
La noche avanza, a partir de las nueve de la noche, comienza la vida nocturna para los más arriesgados, en la Zona Hippos algunos bares lucen vacíos, las discotecas comienzan a llenarse y los únicos que toman las medidas de precaución son los meseros y bartender con sus mascarillas y alcohol en gel, que también reparten a los que van entrando, para tratar de apaciguar el peligro del contagio.
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El rango de edad de los asistentes son los mismos, entre 20 a 35 años. En un bar en Rubenia, todos están aglomerados, el espacio es pequeño, las mesas están casi todas juntas y ninguno con mascarilla, en ciertos bares de Managua la ubicación de los clientes es una mesa de por medio.
Unas 50 personas están en un bar de la zona periférica de Managua, esta vez hay personas adultas de 50 años de edad bailando y bebiendo. Hay mesas hasta en la acera y todas están ocupadas.
El recorrido por Managua
Los lugares que más están vacíos son los restaurantes, en su mayoría los clientes prefieren el servicio a domicilio para consumir sus alimentos. Son ciertos los negocios que están comenzando a reabrir el servicio de comer en el local y los que ya lo están haciendo ubican a sus clientes una mesa de por medio.