19 de noviembre 2020
La madrugada del martes 17 de noviembre, cuando el huracán Iota dejó atrás Bilwi y se enrumbó hacia el Triángulo Minero, Limbor Bucardo abandonó la casa donde estaba refugiado para volver a su vivienda. Al llegar "miré todo tirado" y la lluvia era muy fuerte, por lo que "me fui a un albergue". En ese lugar, la escena que encontró fue aún peor.
El albergue estaba sin techo porque "el huracán se lo llevó", la gente estaba bajo la lluvia y tenían a "los niños tiernos envueltos con plásticos", recuerda Bucardo.
—"¿Ustedes cómo hicieron para amanecer aquí?"— preguntó el hombre.
—“Sufriendo, aquí temblando de miedo y de frío”— le respondieron.
Fue "triste ver que mi casa se la llevó el huracán y preguntarle a otros y a ellos también", comenta Bucardo. "La gente se soltaba en llanto" al ver la ciudad destruida, pero horas después "se escuchaba que estaban clavando por todos lados, había gente buscando en los escombros alguna lámina (de zinc) que sirviera, otros tratando de quitar los árboles caídos en las calles", agrega.
En Bilwi "los albergues están llenos", valoró Bucardo. La población de los barrios, que perdió sus casas, tuvo que salir bajo el aguacero a refugiarse en escuelas e iglesias. Lugares donde se encontraban las personas que fueron evacuadas desde Cabo Gracias a Dios, Bismuna y Río Coco Abajo. "Toda esa gente sigue en los albergues y no se pueden ir hoy ni mañana", continuó.
Ese martes, la lluvia no cesó, los servicios de agua, energía eléctrica y telefonía fueron interrumpidos, por lo que toda la Región Autónoma de la Costa Caribe Norte quedó aislada. Un día después "todavía no sabemos como están las comunidades", dice Bucardo. La mayoría de la población fue evacuada, pero los poblados de Houlover y Wawa Bar ya habían sido destruidos 13 días antes por el huracán Eta. Aquellos comunitarios "perdieron todo, todo... esas comunidades deben estar en la nada", teme.
Desesperación por familiares desaparecidos
Shira Castro es originaria de Wawa Bar, pero tiempo antes del huracán se trasladó a Bilwi junto con su familia más cercana. Sus parientes; sin embargo, residen en la comunidad ubicada al sur de la cabecera departamental. Ante la inminente llegada de Iota, una de sus tías decidió quedarse en Wawa Bar junto con su esposo y otros 15 comunitarios, desde entonces "no sabemos si ellos están bien o si les pasó algo", explicó la mujer.
La comunidad Wawa Bar está localizada sobre el nivel del mar y mientras los vientos de Iota azotaban el litoral Caribe "las olas crecieron bastante", relató Castro. Parte del grupo que se negó a ser evacuado se refugió en la casa pastoral de la iglesia morava, pero "la comunidad es grande y no sabemos nada de las personas que estaban en el otro extremo", dijo. Su tía es una de esas personas desaparecidas.
Dos días después del paso del huracán, los familiares de Castro intentaban sin éxito conseguir una panga que los llevara a Wawa Bar porque "queremos saber qué pasó con ellos, saber si están bien, si lograron encontrarlos, no tenemos información sobre qué ha sido de ellos", precisa.
La preocupación por sus familiares desaparecidos es mayor al ver los daños causados por el huracán. "Estamos desanimados, estamos tristes, como sin saber qué hacer", expresa Castro. "Aquí (en Bilwi) hubo muchas pérdidas materiales, la casa de mi mamá está afectada y en la parte del muelle ya no existen casas", relató. "Tenemos esa sensación de ¿qué va a pasar después?, ¿Qué vamos hacer?", preguntó.