25 de junio 2018
A sus 14 meses, Teyler Lorío Navarrete no podía caminar. Para jugar gateaba y para movilizarse usaba un carrito azul o era cargado en brazos. Así murió. Cuando le pegaron el balazo en su cabeza era cargado por Nelson Lorío, su padre. Y así mismo lo despidió Karina Navarrete, su mamá, en el comienzo del entierro: entre sus brazos, pidiéndole que despertara y derramando las lágrimas sobre su pequeño cuerpo inerte. Pero ambos saben que Teyler no va a despertar.
En su despedida, sus familiares lo recordaron como un niño feliz."No estuvo mucho tiempo en la tierra, pero lo amábamos. Era un bebé tranquilo, calmito", contó Claudia Navarrete, tía del bebé. En el ataúd, Teyler parecía dormir. Tenía los ojos cerrados y la boca entreabierta, vestía su ropa de iglesia. Se veía en paz. Lo único que demostraba su muerte era la venda que cubría todo su cráneo, ocultando el hueco que la bala asesina dejó en su cabeza.
Dos padres abrazan por última vez a su hijo de 14 meses, después que fue asesinado de una bala en la cabeza la mañana de ayer. @confidencial_ni pic.twitter.com/9D63MYrGnP
— Yamlek Mojica (@yamlek) 24 de junio de 2018
Quizás por esa razón Karina le gritaba que despertara antes de que subieran su cuerpo al carro fúnebre. "Papito, despertate, papito mío, despertate por favor. ¿Querés pachita? Despertate, papito", decía en llantos. "Titi", como le decía, nunca le respondió. Después que le pegó la bala no volvió a llorar, no volvió a reír, no volvió a hablar. Ella asegura que pagaría el mundo si pudiera volver a escuchar su llanto, su risa, su voz. Hoy no puede contener sus lágrimas. Grita por su hijo, y clama por justicia.
Pese a la edad del pequeño, todos tienen un recuerdo de Teyler. Sus tíos lo describen como un bebé "tranquilito, lindo, risueño", los vecinos cuentan cómo escuchaban su risa y lo bonito que era. Otros recuerdan que le gustaba jugar con peluches y le encantaba la Coca Cola. Así era él: juguetón, risueño e inocente, relataron.
"Nosotros sabemos quiénes lo mataron y fue la Policía"
La familia todavía no puede creer lo que le hicieron. "Ayer me puse a ver las noticias y me dolió ver las mentiras que decían de mi familia. Nosotros sabemos quiénes lo mataron y fue la Policía. Es horrible esto que le pasó a mi familia", lamenta Claudia Navarrete. Ella misma se levantó, mientras su hermana tenía al cuerpo del bebé en brazos, a pedir justicia por su sobrino. "Que se vaya este hombre jodido, que me mató a mi muchachito. ¡Justicia es lo que pido! Mataron a un niño inocente", dijo entre llantos.
El muñeco preferido de Teyler, el bebé asesinado este Día del padre por la Policia Nacional. Se lo echaron en el ataúd hoy que lo enterraron 😞 #SOSNicaragua. pic.twitter.com/Y5mVVLl4j4
— Wilfredo Miranda (@PiruloAr) 25 de junio de 2018
De la casa donde Teyler fue velado, hay un kilómetro de distancia a la casa donde seis miembros de una familia fueron quemados, en el barrio Carlos Marx. Ese sábado 16 de junio, cuando ocurrió la masacre, ni Karina ni Nelson pensaron que su hijo iba a ser el siguiente. Lamentaron la muerte de la familia y pensaron que "hasta cuándo iban a seguir matando". Ocho días después, Teyler estaría junto a Matias y Daryelis, en la lista de niños mártires por el régimen Ortega-Murillo. Los seis miembros de la familia de Oscar Pavón, incluyendo a sus nietos, y ahora Teyler descansan en el mismo cementerio, llamado Milagro de Dios.
"¿Cómo no llorar?", grita Rosario Sánchez, abuela de Karina. Es que a su bisnieto no solo lo ha llorado su familia, sino la nación completa. En la vela, decenas de desconocidos llegaban a darles su pésame y acompañarlos en su dolor. Ella, de ya avanzada edad, ha tenido que sufrir varias veces la muerte de sus familiares, entre ellas su hija y madre de Karina, que falleció hace dos años. Sin embargo expresa que la forma en que murió Teyler la ha "desgarrado".
Rosario desde el momento en que supo lo que le había pasado a su "chiquito", no ha cesado en culpar al Gobierno de Nicaragua y a la Policía Nacional, como los responsables de la muerte del bebé. "Era un ángel, limpio de pecados. Los desgraciados policías mataron a mi niño", lamenta.
Una tumba pequeña y aún sin identificación
Durante la pequeña caravana vehicular que hubo de la casa hacia el cementerio Milagro de Dios, los vecinos de los barrios aledaños salían de sus casas a observar el cortejo fúnebre. Pero al entierro no fueron ni cientos ni miles, fue una ceremonia bastante personal y cercana. En parte porque la familia decidió no hacer publica la dirección, debido al miedo de que llegaran paramilitares a dispararles.
De hecho, asistentes a la vela reportaron a Confidencial la presencia de motorizados a las 10:30 de la noche. "Pasaron por aquí viendo y se fueron. Después comenzamos a escuchar balazos a lo lejos. Les dijimos a las personas que era mejor que se fueran", expresaron tíos de Karina.
La tumba de Teyler es bastante pequeña. Mide menos de 1.30 metros y todavía no tiene identificación. Los sepultureros se refieren a ella como "la tumba del muchachito". Ellos también lamentan su muerte. Un pastor evangélico esperó el cuerpo del bebé para celebrar una ceremonia de cuerpo presente. "Qué horror lo que pasó con el niño. Yo soy amigo de la familia, yo lo conocí", confiesa. El pastor también clama por justicia por la muerte de Teyler y de los más de 200 asesinados durante las protestas. "¡Esto es una injusticia, pero de la justicia de Dios nadie se escapa!", sentenció.
La tumba es pequeña. Tiene apenas un metro y medio de profundidad. No tiene cruz, ni nombre. La tumba de Teyler Lorío, en el cementerio Milagro de Dios, está cerca de la de la familia que murió abrasada en un incendio. “Aquí van a enterrar al pipito”, le dice una mujer a su hijo pic.twitter.com/1eYkzbUD9A
— Anagilmara Vílchez (@AnagilmaraV) 24 de junio de 2018
Nelson llora en silencio. Hoy, como su hijo, viste de blanco. Está sentado en la esquina de una tumba, dándole la espalda al entierro. Con insistencia, lo hacen pasar al frente de la tumba de su hijo. No dice nada. Hace menos de media hora había cargado el cuerpo de su hijo, parecía dormido. Le besó las manos y la frente. Lo abrazó. Los últimos momentos de Teyler fueron vividos entre sus brazos y en ese momento lo podía ver por última vez.
El olor a flores y tierra predomina en el ambiente. El llanto y el clamor por justicia suena en todo el cementerio. "¡Justicia, justicia, justicia!", gritan. La voz que más suena es la de doña Rosario, que primero lamenta tener el mismo nombre que Rosario Murillo y luego comienza a gritar: "¡Rosario asesina de niños! ¡Bruja! ¡Rosario asesina! ¡Maldita!". Su voz desaparece porque el ataúd de su nieto comienza a bajar. Nadie puede hacer otra cosa más que llorar.