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Jared Genser: “La presión para liberar a los presos funciona, hay que incrementarla”

Abogado internacional espera una fuerte resolución del Consejo de Derechos Humanos de la ONU

El abogado internacional Jared Genser. Foto: Tomada de internet

Carlos F. Chamorro

28 de febrero 2022

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El abogado internacional Jared Genser, con experiencia como litigante defendiendo presos políticos en 25 países, considera que “con el tipo de presión continua que estamos ejerciendo y la expansión de esa presión, podemos tener un impacto”, para lograr la liberación de los presos políticos en Nicaragua.

El defensor de los presos políticos y exprecandidatos presidenciales Félix Maradiaga y Juan Sebastián Chamorro estuvo la semana pasada en Ginebra, acompañando Berta Valle, en una serie de reuniones con delegaciones de las Naciones Unidas, y confía en que “el Consejo de Derechos Humanos de la ONU adoptará una resolución muy fuerte” en respuesta a la falta de colaboración del régimen de Ortega y su incumplimiento de las recomendaciones de la ONU.

En una entrevista con Esta Semana y CONFIDENCIAL, Genser afirmó que aunque la invasión rusa a Ucrania coloca toda la atención mundial en esa crisis, el alineamiento de Ortega con Putin y su apoyo a la invasión “asegurará que lo que está sucediendo en Nicaragua se mantendrá en la agenda pública”. 

Este miércoles tus defendidos Félix Maradiaga y Juan Sebastián Chamorro recibieron una sentencia de culpabilidad en la cárcel junto con otros cinco presos políticos. ¿Cuál es tu evaluación sobre las consecuencias de este juicio?


El juicio en sí fue una farsa. Muchos dictadores montan lo que se llama juicios políticos de espectáculo para que parezca un juicio de verdad, pero, por supuesto, el resultado está fijado de antemano. Daniel Ortega no se molestó en hacer eso. Las violaciones del derecho internacional fueron extraordinarias. La falta de acceso a un abogado para preparar y presentar una defensa, una audiencia a puertas cerradas y secreta, la falta de un Poder Judicial independiente e imparcial, la imposibilidad de consultar con el abogado durante el propio juicio, o de interrogar a los testigos de la defensa o de presentar testigos.

Cuando se mira en su totalidad la enorme gama de abusos del debido proceso en el caso, no sé para quién Daniel Ortega hizo este juicio, pero ninguna persona con una mentalidad justa podría siquiera empezar a pensar que este era un proceso legítimo.

Desde junio y noviembre del año pasado, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, ordenó liberar a Juan Sebastián, a Félix, y a los presos políticos Arturo Cruz, Violeta Granera, Tamara Dávila, José Pallais y José Adán Aguerri, pero el Gobierno de Nicaragua no acató el mandato. ¿Hay alguna forma de hacer que el Gobierno cumpla?

Lamentablemente, es por eso que no es un caso puramente jurídico, sino que es obviamente muy político. Me gustaría que no fuera político. Permítanme ser claro, como abogado internacional, creo en la importancia del Estado de derecho y de aplicar la ley de forma coherente en todos los casos, a todas las personas. Si el sistema legal en Nicaragua es uno en el que se puede tener un juicio justo, entonces debería haber sido un juicio justo.

Pero claramente, Daniel Ortega está actuando con total y completa impunidad con estas graves violaciones de los derechos humanos no solo de Félix y Juan Sebastián, sino de todos los presos políticos que están siendo sometidos a procesos similares. Y desgraciadamente, Ortega no se está comprometiendo realmente en ninguna parte del mundo, no solo en la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Tiene la obligación legal de liberarlos porque Nicaragua es parte de la Carta de la OEA y del Estatuto de la Corte.

Pero, por supuesto, no está cooperando con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. No está cooperando con la Oficina de la alto comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. No está cooperando con el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

Hace un año, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU adoptó la resolución 46.2, y se hicieron 14 recomendaciones específicas a Ortega sobre cómo podía trabajar para mejorar la situación de los derechos humanos en el país. Y un año después, no ha seguido ninguna de esas recomendaciones específicas. Y hemos visto que incluso los esfuerzos bilaterales emprendidos por países de la región, como Argentina y México, tampoco han dado resultado.

Entonces, —en este tipo de circunstancias extremas, cuando la situación se deteriora rápidamente, combinada con una absoluta y total falta de compromiso por parte del régimen con todos los medios bilaterales y multilaterales razonables para comprometerse— la cuestión que se plantea a la comunidad internacional es: ¿Qué es lo siguiente que podemos hacer?

Y creo que esa es, obviamente, la cuestión que la comunidad internacional debe considerar ahora mismo tras estos juicios tan rápidos y las condenas sumarias y largas que se están aplicando a tantos presos políticos en Nicaragua.

Bachelet y el Consejo de Derechos Humanos ONU

Esta semana has realizado en Ginebra varias reuniones con Berta Valle y al inicio del año en Madrid y Bruselas con Victoria Cárdenas. ¿Estás promoviendo alguna acción específica sobre los presos políticos con Naciones Unidas y la Unión Europea?

Definitivamente, sí. De hecho, tuvimos un viaje muy útil a Ginebra. Nos reunimos con entre 15 y 20 delegaciones de diferentes Gobiernos en sus misiones permanentes en Ginebra y mantuvimos un intercambio de opiniones muy franco y honesto con una amplia variedad de países que forman parte del Consejo de Derechos Humanos de la ONU de todas las regiones del mundo.

Hay una unanimidad de opinión única con respecto a la situación en Nicaragua, que es grave y está empeorando. Y creo que hay mucha frustración y serios cuestionamientos sobre lo que se puede hacer ahora, dada la falta de voluntad del régimen de Ortega para cooperar de alguna manera con la alta comisionada de las Naciones Unidas para los derechos humanos, Michelle Bachelet, o con el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. De hecho, (el viernes), la señora Bachelet hizo público un informe del último año tal y como exige su mandato del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.

Fue muy fuerte en términos de crítica al régimen de Ortega y a su forma de actuar.  Y, de hecho, al final de su informe recomendó que el Consejo de Derechos Humanos de la ONU le otorgara un nuevo mandato para ampliar su trabajo y tratar de abordar la situación en Nicaragua, así como considerar la posibilidad de un mecanismo de rendición de cuentas de algún tipo. Se refirió a esto como un intento de abordar el problema de la rendición de cuentas y la impunidad. Así que creo que su informe será bien recibido. Debería presentarse el tres de marzo, aunque puede que se mueva, dado que habrá una sesión especial sobre Ucrania ante el Consejo de Derechos Humanos. Pero, creo que la falta de cooperación con la señora Bachelet, así como el hecho de que Nicaragua no haya adoptado ninguna de las 14 recomendaciones formuladas en la última resolución del Consejo de Derechos Humanos de la ONU dará lugar a que esta vez se adopte una resolución mucho más fuerte durante esta próxima sesión de febrero o marzo del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.

Esperamos poder ver en breve el texto de un proyecto de resolución preparado por el grupo central y, según lo que entendemos, es probable que (Nicaragua) esté en él. Es justo decir que (el mensaje de Bachelet) fue tan fuerte como hubiera esperado, y tengo grandes expectativas de lo que me gustaría ver. Obviamente, no puedo adelantarme a la presentación del grupo central a otros estados miembros del Consejo de Derechos Humanos, pero lo que puedo decir es que será muy fuerte, y reflejará tanto la gravedad de la situación como la falta de cooperación del régimen de Ortega, tanto con el Consejo de Derechos Humanos de la ONU como con el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos.

En este momento y probablemente en las próximas semanas y meses, toda la atención internacional estará centrada en la invasión de Rusia en Ucrania y la impunidad de Putin. ¿Queda algún espacio para atender la crisis de derechos humanos de Nicaragua y la situación de los presos políticos?

La respuesta corta es: absolutamente. Obviamente, conseguir la atención del público puede ser un poco más difícil en lo inmediato porque realmente todos los periodistas del mundo están cubriendo lo que está sucediendo en Ucrania. Pero el hecho es que, a pesar de lo que estaba sucediendo en Ucrania, conseguimos 15 o 20 reuniones con las misiones permanentes ante la ONU y con personas que estaban cubriendo América Latina y los derechos humanos para cada una de esas misiones. Así que, obviamente, habrá personas con esos perfiles que no se centrarán en Ucrania.

Hemos observado en nuestras conversaciones con los estados miembros que existe una fuerte conexión entre Nicaragua y Rusia. Y que justamente en las últimas dos semanas, se ha visto al vicepresidente de Rusia visitar a Ortega en Managua, y se ha visto, paseando por las calles, al hijo de Daniel Ortega, al presidente de la Duma rusa y al presidente de la Asamblea Nacional de Nicaragua. Y por supuesto, a Ortega hablando públicamente en apoyo de Putin habiendo reconocido estos dos territorios (ucranianos) como independientes y controlados por el gobierno ruso.

Y yo solo diría que todo esto nos va a ayudar en nuestros esfuerzos para lograr la justicia y la rendición de cuentas para las víctimas de los derechos humanos en Nicaragua y para mantener el enfoque global y la atención sobre la situación allí. No cabe duda de que (Ortega) está muy cerca del presidente Putin, pero al presidente Putin no le van a quedar muchos amigos en el mundo. Así que creo que esta asociación cercana, que el presidente Putin parece tener ahora con Daniel Ortega, no va a beneficiar a largo plazo a Ortega o a su régimen de ninguna manera, sino que, de hecho, asegurará que lo que está sucediendo en Nicaragua se mantendrá en la agenda pública en lugar de caer fuera de ella, debido a las formas en que el régimen de Ortega se ha conectado intencionalmente en apoyo de la invasión de Ucrania por Vladimir Putin y el Ejército ruso.

Dijiste que en última instancia el problema es más político que legal. ¿Puedes darle alguna esperanza a los familiares de tus defendidos y de los demás presos políticos, de que pueden ser liberados en los próximos meses?

Lo primero que quiero decirles es fuerza y fe, ¿verdad? Es decir, creo que eso es lo que todo el mundo necesita en este tipo de circunstancias. Ya sabes, trabajaremos y rezaremos por un mejor resultado.

Y eso es exactamente lo que vamos a hacer. Siempre hay esperanza y creo que las decisiones que está tomando Daniel Ortega son acumulativas, no solo individuales. Y el enfoque que ha tomado ha provocado la condena de todo el mundo. Es decir, si uno mira, por ejemplo, la última votación en la OEA que tuvo lugar el Consejo Permanente, fueron veintiséis votos contra uno con unas seis o siete abstenciones.

En cuanto a Venezuela, se ve una dinámica totalmente diferente, con una división uniforme en el sistema de la OEA. Así que a Ortega prácticamente no le quedan amigos en la comunidad internacional y se ve a Europa, Estados Unidos, Canadá y otros países de la región trabajando más intensa y estrechamente para estudiar la amplia serie de medidas que pueden adoptarse para ejercer la máxima presión sobre él, sobre su régimen, sobre los empresarios que apoyan al régimen y sobre los implicados en el tráfico de drogas, el narcotráfico. Y por la forma en que está actuando, sospecho que habrá un voto muy fuerte a favor de esta resolución en Ginebra, lo que será sorprendente tomando en cuenta la dinámica general que se observa en el Consejo. Creo que eso demostrará una erosión mucho mayor del poco apoyo que le queda. Así que lo que yo diría es que vamos a seguir presionando todo lo que podamos.

Mi experiencia representando a presos políticos —a lo largo de los años en probablemente unos 25 países— es que los presos políticos no son liberados porque el dictador decida un día que los va a liberar. Son liberados cuando él tiene que liberarlos, y eso significa que hay que ejercer una intensa presión sobre él para que decida que prefiere otra cosa, como seguir en el poder, que mantener a los presos políticos en la cárcel.

Y creo que con el tipo de presión continua que estamos ejerciendo y la expansión de esa presión, podemos tener un impacto. Solo concluiría diciendo que no es un accidente que fue el mismo día en que el Consejo Permanente (de la OEA) se reunió en sesión de emergencia para discutir la situación de los presos políticos en el país a raíz, obviamente, de la trágica muerte de Hugo Torres ese día, y Ortega envió a tres de los presos políticos de la cárcel a arresto domiciliario. La razón por la que hizo esto es porque estos son los tres siguientes que probablemente serían los más susceptibles de morir en base a su salud. Y claramente quería evitar que murieran porque ahora se ha dado cuenta de que ha habido una enorme reacción contra él por esa muerte.

Y no es habitual ver al Consejo Permanente de la OEA y a sus 34 miembros reunidos en una sesión de emergencia. Y esto fue provocado por la muerte de Hugo Torres. Así que esto me demuestra que la presión está funcionando, obviamente no tan rápido y tan ampliamente como nos gustaría, pero demuestra que, a pesar de sus afirmaciones de que no le importan las opiniones de la comunidad internacional, está prestando mucha atención a lo que dicen los diferentes Gobiernos, las instituciones intergubernamentales y los grupos de la sociedad civil y los defensores como Berta Valle y Vicky Cárdenas. Lo está siguiendo muy de cerca.

Está muy preocupado por lo que están haciendo y cómo están defendiendo, y su conducta demuestra que está tratando activamente de presentar algún tipo de defensa contra ello. Así que creo que todo esto es una buena señal. Demuestra que ese tipo de presión puede funcionar y que debemos aumentar esa presión de forma drástica para llegar al tipo de resultado que todos queremos y necesitamos, que es la liberación inmediata e incondicional de todos los presos políticos.

El Vaticano y el papa Francisco

Dónde ve usted al Vaticano y el liderazgo moral del papa Francisco en esta crisis de los presos políticos de Nicaragua. ¿Tiene alguna presencia, o está ausente?

Es una buena pregunta. Me vas a perdonar que no pique el anzuelo y diga una cosa u otra, pero soy abogado. Así que, mira, lo que yo diría es que anteriormente, el Vaticano había jugado un papel importante al tratar de ayudar a facilitar la liberación de los presos políticos después de las masacres en abril de 2018, y luego la detención generalizada de los presos políticos, y jugaron un papel constructivo aquí. Hasta ahora, no veo que jueguen ese papel constructivo. Sin duda, la propia Iglesia está siendo atacada por el régimen de Ortega. Y creo que ese es uno de los principales retos a los que se enfrenta, porque algunas de las iglesias han sido atacadas y los sacerdotes golpeados también, por lo que creo que había mucha preocupación al respecto.

Creo que si el Vaticano se compromete, podría ser útil, pero tiene que hacerlo de una manera que sea coherente con las acciones que lleven a un mejor resultado y lo que no ayudará a llegar a un mejor resultado, en mi opinión, es un diálogo sin precondiciones, porque ese diálogo significaría que la comunidad internacional o la Iglesia básicamente estaría diciendo que está bien que Ortega participe en la toma de rehenes.

No se puede tener un diálogo significativo con una parte adversa como el régimen de Daniel Ortega, si el régimen no está preparado para comprometerse de buena fe, y una medida clave para saber si se compromete de buena fe es si renuncia a la toma de rehenes como estrategia clave en la forma en que llevan a cabo sus actividades.

Al sentarte con un régimen que toma rehenes, dices que la toma de rehenes es aceptable. Lo que eso significa es que los propios negociadores que se sienten (a dialogar) pueden ser tomados como rehenes si a Ortega no le gusta cómo va la cosa. Eso no puede ser una forma aceptable de hacer negocios. Así que la única manera de tener un diálogo significativo con el régimen es si comienza con una liberación inmediata e incondicional de los presos políticos, porque eso sería una muestra de buena fe de que, de hecho, el régimen de Ortega está buscando tomar un camino diferente.

Entiendo perfectamente que, cada familia de un preso político en el país, están todos desesperados.

Mis clientes Berta Valle y Vicky Cárdenas están tan desesperadas como cualquier otra familia. Y algunas familias quieren intentar entablar conversaciones con el Gobierno. Yo no juzgo a nadie. Uno tiene que hacer lo que crea que es mejor para sus seres queridos. Y eso es totalmente razonable y apropiado. Lo que yo diría es que, basándome en mi experiencia, habiendo trabajado en este tipo de situaciones en todo el mundo, las únicas personas que podrían tener un compromiso significativo ahora mismo con Daniel Ortega son las instituciones internacionales y los Gobiernos que tienen cosas que Ortega quiere. ¿Y qué quiere Ortega? Quiere eliminar todas las sanciones. Quiere que estas resoluciones dejen de producirse en las instituciones internacionales. Quiere poder comerciar y quiere seguir en el poder. Y desgraciadamente, las familias de los presos políticos no pueden darle ninguna de estas cosas. Y así, al final, las familias de los presos políticos ni siquiera pueden asegurarle a Ortega que si sus seres queridos fueran liberados, se quedarían callados en el futuro. Muchas de estas personas acabarían en el exilio. Y desgraciadamente, no es de extrañar que después de las últimas liberaciones de 2019 varias personas hablaron de sus terribles experiencias en la cárcel.

Creo que las familias de los presos políticos no tienen nada que Ortega necesita, aparte de querer ser reconocido como el Gobierno legítimo del país. Y si te sientas con el régimen y reconoces su validez cuando es un régimen ilegítimo, entonces ya le has dado lo que necesita. En realidad, no tiene que dejar salir a nadie después de eso porque ha conseguido ese reconocimiento que busca.


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Carlos F. Chamorro

Carlos F. Chamorro

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Fundador y director de Confidencial y Esta Semana. Miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha sido Knight Fellow en la Universidad de Stanford (1997-1998) y profesor visitante en la Maestría de Periodismo de la Universidad de Berkeley, California (1998-1999). En mayo 2009, obtuvo el Premio a la Libertad de Expresión en Iberoamérica, de Casa América Cataluña (España). En octubre de 2010 recibió el Premio Maria Moors Cabot de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York. En 2021 obtuvo el Premio Ortega y Gasset por su trayectoria periodística.

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