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Henry Briceño, periodista desterrado en secreto: “Alguien tendrá que responder por esto”

Emprendedor de San Rafael del Sur y su familia fueron expulsados de su casa por la Policía sin derecho a sacar nada, y se tomaron sus propiedades

Henry Briceño

FOTO: CONFIDENCIAL

Iván Olivares

8 de diciembre 2024

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El periodista, emprendedor y pequeño empresario en San Rafael del Sur, Henry Briceño Portocarrero, narró en el programa La Tertulia de CONFIDENCIAL cómo él y su familia fueron detenidos por la Policía de su ciudad el domingo 24 de noviembre, y trasladados por la fuerza y expulsados de Nicaragua de forma clandestina. Al momento de efectuar la entrevista el 6 de diciembre, sus propiedades y negocios están ocupados por agentes policiales.

Durante la segunda quincena de noviembre, el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, arreció una cacería de ciudadanos a los que identifica como opositores, dando como resultado el secuestro y desaparición de al menos una treintena de ciudadanos, afirmó en su momento el Monitoreo Azul y Blanco en su cuenta de X, antes Twitter.

Briceño era uno de ellos.

En su entrevista con el periodista Carlos Fernando Chamorro, que se transmite en el canal de Youtube de CONFIDENCIAL para derrotar la censura televisiva, Briceño narró que ese domingo 24 de noviembre, poco después de haber almorzado, llegaron a su casa cuatro patrullas transportando a 20 agentes policiales, dirigidos por el jefe de la Policía de San Rafael del Sur, comisionado mayor Lázaro Clemente Quintanilla Álvarez.


El jefe policial interpeló a Briceño, y le dijo que él era el líder de la oposición en esa ciudad y sus comunidades, y que por tanto, estaba detenido a partir de ese momento y que sería desterrado. Él pidió tiempo para informarle a su esposa, que estaba dentro de la casa. En vez de eso, los 20 efectivos se tomaron su residencia de forma muy violenta.

Igual que en otras ocasiones con otros ciudadanos, los uniformados no llevaron ningún tipo de orden judicial, y no permitieron que la familia Briceño sacara nada de su casa, para llevar con ellos. Briceño destaca la violencia verbal y física con que actuaron en contra de él y su familia. “A mi esposa le pusieron dos policías a la par; a mi hija, otros dos, y a mi hijo -un niño de apenas 11 años- le dijeron de forma grosera: ‘sentate ahí, muchacho jodido’, en una hamaca que teníamos”.

Poco después, los subieron a dos patrullas: su esposa y su hija en una unidad policial, y a él y a su hijo en otra, separados. Al salir de la ciudad, el jefe policial local, comisionado mayor Lázaro Quintanilla Álvarez, que conducía la patrulla que trasladaba a Briceño y a su hijo, se puso en contacto con el general Horacio Rocha, quien ordenó que le informaran cada punto del trayecto que llevaban, y preguntaba insistentemente si el objetivo estaba controlado. Al llegar a El Crucero, llegó un enlace desde Managua, que les entregó un paquete.

Unas horas después sabrían qué contenía ese paquete.

Henry Briceño bajo meses de persecución y hostigamiento

Los problemas de la familia Briceño no comenzaron el 24 de noviembre, sino que se materializaron desde mucho tiempo antes. El periodista comenta que tenían meses de estar siendo “hostigados, asediados, perseguidos. Un miembro de la contrainteligencia se aparecía a las 5:30 de la madrugada a tocar el timbre de nuestra residencia, a exigir que le abriéramos, que le diéramos los teléfonos para revisarlos, a tomarnos foto en ropa de dormir”, relató.

“Una cosa muy traumática, muy dolorosa para mí, fue que hace un par de meses murió mi hermano Pedro, en Carazo, e informamos a la inteligencia que íbamos a la vela y al entierro en Diriamba. Estando en el cementerio, recibí una llamada de la inteligencia, diciendo que tomáramos fotos donde apareciéramos, y que se viera el féretro de mi hermano. Hasta ese nivel llegaron con nosotros, pero estábamos dispuestos a resistir”, rememoró.

Otros agentes les decían que tenían que reportar a dónde iban, sea que llevaran al médico a uno de sus hijos, o al mercado, al supermercado, a hacer compras a Managua, a darle mantenimiento a los carros. “Es un acoso terrible el que nosotros aguantamos porque queríamos estar en nuestro país. Nunca pensamos en abandonar Nicaragua, porque sabíamos que si nos movíamos de ahí, se iban a robar las propiedades”, declaró.

Eso fue exactamente lo que pasó con las cuatro propiedades que, en todo caso, ya no están a nombre de él, sino de su núcleo familiar, desde 2012. El emprendedor turístico dijo que desde San Rafael del Sur le confirmaron que su casa está siendo habitada por dos policías; que el portón de la Cabaña del Vivero está cerrado, al igual que el Hostal El Central, y el Motel La Loma.

La cabaña, el hostal y el motel son negocios que la familia fue cimentando con el paso de los años, “comprando terrenos y construyendo. No es que alguien nos regaló una piedra o un edificio”, señaló el emprendedor. El matrimonio compró terrenos y construyó “ante la vista y paciencia de las autoridades, que controlan estos negocios”, señaló refiriéndose al Intur, la Policía, Gobernación, el MINSA, y la DGI.

“Caminen, hijos de tal…”

Después de la parada en El Crucero para esperar al enlace que llevaba el paquete, los vehículos policiales entraron a Rivas, dirigiéndose a la sede policial, donde los cambiaron de vehículos: la esposa y la hija abordaron un carro, y a Briceño y a su hijo, los subieron a otro. A partir de ese momento, la Policía de Rivas es la encargada de llevarlos hasta la frontera, adonde llegaron a las 7:40 de la noche. Los policías consultaron con Rocha, quien les dijo que los los dejaran en la frontera, porque “ustedes ya saben dónde los van a dejar”.

A partir de ese momento, los vehículos se introdujeron en un camino que discurre paralelo con la frontera de Peñas Blancas y recorrieron aproximadamente un par de kilómetros en pura montaña. Poco después, se encontraron con un grupo de efectivos del Ejército Nacional, dirigidos por un militar regordete. Al llegar donde estaba este grupo de militares, “nos dijeron ‘bájense’. Lo primero que pensé era que nos iban a matar, porque era una montaña”, recuerda Briceño.

Al bajarse de los vehículos los hicieron caminar un poco, atravesar una especie de portillo, y avanzar un poco más hacia la montaña, para después decirles que se pusieran en fila, y comenzar a hacerles fotos y videos con sus teléfonos. Después los llamaron por sus nombres, y supieron qué era lo que el enlace policial había llevado a El Crucero: pasaportes nuevos para los cuatro, emitidos ese mismo día. Después les dijeron “váyanse, hijos de…”, y los lanzaron a un camino.

Era de noche y no había iluminación alguna. Era un camino donde “había mucho lodo, mucha zanja, mucho tronco y estaba muy oscuro, y no andábamos absolutamente nada Yo me lastimé un pie, donde tengo cuatro clavos ahí metidos. Nos caímos como tres veces”, relató.

Después que los uniformados los abandonaron en la montaña, Briceño y su familia caminaron en dirección sur, hasta encontrar el puesto fronterizo costarricense, donde los recibió un sorprendido miembro de la Guardia Fronteriza al verlos salir de un camino oscuro. “Él nos preguntó ¿quiénes son ustedes? Yo le expliqué que somos nicaragüenses que habíamos sido echados de nuestro país, y que no éramos delincuentes. Nos ofrecieron cena y café, y llamaron a otras autoridades que ordenaron darnos muy buena atención”, agregó.

Lo siguiente fue que llegaron otras autoridades de Migración de Peñas Blancas, y los trasladaron en un vehículo oficial hacia la oficina de Migración costarricense, donde los atendieron con humanismo, “muy diferente a la de las autoridades de mi país”. Esa noche durmieron en bancas de concreto y, al amanecer, les dieron de desayunar, y los presentaron ante el Jefe de Migración del puesto fronterizo.

Este funcionario les orientó lo que tendrían que hacer al llegar a San José y, al verlos llenos de lodo, y que habían amanecido durmiendo en una banca, hizo las coordinaciones necesarias para enviarlos a San José en un vehículo de Migración y Extranjería, donde también los atendieron con la sensibilidad que su caso ameritaba.

Al recordar el destierro de su familia, Briceño resalta que su hijo de once años “ es el primer niño que ha sido desterrado y confiscado, porque este niño tiene bienes, o tenía, porque el Gobierno de Ortega y Murillo se los acaba de arrebatar. Yo heredé a mi esposa y a mis dos hijos todos los bienes que habíamos obtenido transparentemente. Se los había dado, pues lo merecían por haberme acompañado durante tantos años en esta lucha por crear este patrimonio que era nuestro futuro, y ha sido destruido totalmente por la dictadura Ortega Murillo”.

Al estar en la seguridad que le brinda el Estado costarricense, Briceño se plantea denunciar ante cualquier organismo de derechos humanos que quiera escuchar cómo fue desterrado de forma clandestina, para seguir poniendo en evidencia la brutalidad del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo que, al no poder empujarlos a irse del país por su cuenta, los expulsó con la fuerza policial.

Al verlo en retrospectiva, Briceño cree que la decisión familiar de no dejar abandonadas sus propiedades y huir por su cuenta, fue lo que provocó este destierro forzado, que ahora sufre con toda su familia. “Todo esto me parece un absurdo, es una atrocidad, y alguien tendrá que responder en su momento por esto”, sentenció.

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Iván Olivares

Iván Olivares

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Durante más de veinte años se ha desempeñado en CONFIDENCIAL como periodista de Economía. Antes trabajó en el semanario La Crónica, el diario La Prensa y El Nuevo Diario. Además, ha publicado en el Diario de Hoy, de El Salvador. Ha ganado en dos ocasiones el Premio a la Excelencia en Periodismo Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, en Nicaragua.

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