17 de febrero 2020
“Si vuelven a encender la radio, tu familia nunca más volverá a verte”, recuerda el periodista Leo Cárcamo, de la incendiada Radio Darío, de León, que le advirtió un año atrás el comisionado mayor, Fidel de Jesús Domínguez, jefe de la Policía en este histórico bastión sandinista que se sumó a la Rebelión de Abril en contra de la masacre orteguista que dejó al menos 328 muertos en Nicaragua.
Domínguez tomó a Cárcamo del pelo y lo exhibió delante de un grupo de policías que estaban en entrenamiento. “Te vas a ir preso a El Chipote (la cárcel de la Dirección de Auxilio Judicial, en Managua), esta es tu última oportunidad”, le volvió a advertir.
Era el 29 de enero de 2019, cuando el jefe de prensa de la emisora —quemada y asaltada en abril de 2018— fue detenido por el propio Domínguez. Cárcamo fue liberado horas más tarde, tras sufrir tortura psicológica, maltratos y amenazas por las que responsabiliza al jefe policial.
La escena no es la única protagonizada por Domínguez, un jefe policial que desde su ascenso en agosto de 2018, en plena represión contra las protestas cívicas, se ha encargado personalmente de torturar y encarcelar a los opositores.
El perfil de un sicario
El comisionado mayor Fidel Domínguez no es platicador. Es introvertido, tosco, rudo, obediente y no expresa sus sentimientos en público, afirma una fuente que lo conoció de cerca en la institución policial. “En otras palabras —agrega— tiene el perfil de un sicario”.
Domínguez es de origen campesino, nacido y criado en “La Cantimplora”, una comunidad ubicada a cinco kilómetros al suroeste del puesto policial de Ochomogo, en Rivas. Nació en un hogar que tenía vínculos con el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), el actual partido de Gobierno que controlan el dictador Daniel Ortega, y su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo.
“No se sabe qué nivel de compromiso tuvo la familia con el partido. Pero simpatizaban con el FSLN y participaron en el triunfo de la revolución (contra la dictadura somocista) en 1979. Domínguez, como parte de la muchachada que estuvo en las milicias en esa época, pasó a ser miembro de la Policía ese año. Él quedó ubicado en Rivas”, asegura una fuente vinculada a la Policía.
En aquel departamento, a unos 200 kilómetros de la delegación policial que hoy encabeza, Domínguez empezó como un policía de línea, luego fue policía de base, y más tarde jefe policial en la Isla de Ometepe. Cargos de poca relevancia en la Nicaragua posrevolución.
“Durante todo ese tiempo, él estuvo en varios puestos”, recuerda la fuente cercana al ahora comisionado mayor. Entre los años 80 y 90, Domínguez fue jefe de municipio y jefe de procesamiento en Rivas. También estuvo como jefe de la Dirección de Investigaciones Criminales, y estuvo en Sapoá, donde su función era proteger la frontera con Costa Rica. “Es decir, él siempre fue jefe de una especialidad departamental” en aquellos años, agrega.
En febrero de 2002, Domínguez copó las páginas de los periódicos nacionales tras dirigir un violento desalojo en una propiedad ubicada en el municipio de Altagracia, en Ometepe. Para entonces ya era subcomisionado de la Policía y, producto de una investigación interna, fue enviado a su casa por más de un año.
“Ese episodio lo marcó mucho. Pasó en su casa todo ese tiempo. Es que le daban de baja, luego lo integraban, después lo regresaban a su casa y así estuvo, hasta que salió la resolución de su caso y fue trasladado a la delegación departamental en Rivas”, agregó otra fuente que conoce la trayectoria de Domínguez.
El “ahijado” de Avellán
Por más de diez años, Domínguez estuvo en Rivas sin figurar en los medios de comunicación. Mantuvo el mismo rango todo este tiempo hasta que, en septiembre de 2012, apoyado por el actual subdirector de la Policía, el comisionado general Ramón Avellán, fue trasladado al departamento de León para ser el segundo al mando, por debajo del comisionado mayor Luis Barrantes Jiménez.
En León, Domínguez estuvo alrededor de dos años. Por razones que se desconocen públicamente, fue llamado por Avellán para que fuera su asistente en la subdirección de la Policía Nacional. Domínguez no renegó.
Luego, Avellán ascendió en la jefatura policial y en la División de Investigaciones Económicas (DIE) se creó una unidad especializada en atender la prevención e investigación de delitos dentro de Albanisa, el conglomerado de empresas fundado para administrar la cooperación petrolera de Venezuela, que ha dejado jugosas ganancias a la familia Ortega Murillo y los personeros de su régimen.
La dirección, sin embargo, no estaba subordinada al jefe de la DIE, sino al subdirector de Investigaciones, que entonces era Avellán, y él, a su vez, puso a Domínguez a cargo de la nueva unidad.
Avellán, afirman las fuentes, le delegó esta función a Domínguez por ser un hombre obediente y de su entera confianza. Estaba seguro que él le informaría absolutamente todo lo que sucediera en esa dirección. Además, Avellán ubicó a Domínguez como segundo jefe de la estación policial del Distrito Uno, en Managua. Su lealtad a lo largo de esos años le valió para ser “premiado”, el 23 de agosto de 2018, con la jefatura de la delegación policial de León.
Durante su juramentación, Domínguez declaró: “La orientación principal que tenemos es que las familias leonesas regresen a vivir en la seguridad que teníamos antes del 18 de abril, que el turismo, y todas las actividades vuelvan a la normalidad”. Una declaración a tono con el discurso oficialista que descalifica la rebelión ciudadana como un intento fallido de golpe de Estado.
Las torturas de Fidel Domínguez
Desde que Domínguez asumió como jefe policial de León, se ha dedicado personalmente a imponer el terror entre la población, ensañándose con las familias opositoras y periodistas independientes.
Para los trabajadores de Radio Darío, que continúan su labor informativa desde la clandestinidad, las amenazas de Domínguez son el pan de cada día. Cuatro meses después de las amenazas contra Cárcamo, el jefe policial coordinó un operativo que sacó del aire a la emisora.
Uno de los trabajadores de la radio, que prefiere omitir su nombre por temor a represalias, recuerda que, a inicios de diciembre de 2018, un grupo de antimotines cercó la manzana donde estaba ubicada Radio Darío y, posteriormente, bloquearon las puertas y ventanas de los vecinos para que nadie pudiera filmar el violento operativo policial.
“Fue el propio comisionado Domínguez el que entró a las instalaciones de la radioemisora, ordenó a sus subordinados que nos ‘enchacharan’ (esposaran) a cuatro trabajadores y con palabras soeces y gritos nos amenazó con meternos presos si continuábamos laborando en Radio Darío”, relata.
Durante la ocupación no les dieron ninguna justificación y tampoco presentaron ninguna orden de cateo. “Simplemente cuando llegaron nos dijeron: ‘O nos abren o derribamos la puerta’”. Los oficiales sacaron de la radio a todos los trabajadores. Montaron a tres en una patrulla y al cuarto lo tiraron contra el piso de la camioneta.
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“Un hombre que reparte odio”
Aníbal Toruño, director y propietario de Radio Darío, asegura estar impresionado de la valentía de su equipo de periodistas porque los ataques de Domínguez contra la emisora han sido muchos.
“Este señor Domínguez recoge la política del odio, del plomo y de la muerte que receta la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, y desde que asumió les ofrece en bandeja de plata los ataques contra la población… Solo está interesado en rendirle tributo a los tiranos”, valora Toruño.
El asedio en León es constante. Muchos de los operativos policiales son encabezados por el comisionado Domínguez. “José”, un estudiante universitario de León, asegura que el jefe policial “siempre va adelante, escoltado por decenas de policías, queriendo intimidar a todos”.
“A muchos estudiantes han llegado a patearles las puertas de sus casas y a intimidarlos con cárcel. Es un personaje oscuro para León este hombre, cuyo único placer parece ser mostrarse poderoso para servir a los dictadores”, critica el joven.
El director de Radio Darío no duda que Domínguez “es un hombre manipulador”.
“Es un digno caso de estudio psicológico y pasará a la historia como un personaje terrible cuya mentalidad pobre y limitada tiene la tortura como su principal instrumento”, denuncia.
La doctora Vilma Núñez, leonesa y presidenta del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), opina que desde que fue nombrado como jefe policial, a Domínguez “se le ha visto como la cabeza visible de la represión” y han recibido decenas de denuncias en su contra.
“Es distinto a muchos jefes policiales que se escudan enviando a reprimir a sus tropas. En cambio, este señor Domínguez tiene un estilo de aparecer y de jactarse. Se exhibe en primera línea y parece estar orgulloso de ser la cabeza visible de los represores. No se sabe si lo hace por algún tipo de exhibicionismo o por quedar bien con la pareja dictatorial para conseguir algo”, cuestiona la defensora de derechos humanos.
El abogado Pablo Cuevas, asesor de la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH) cree que la actuación del comisionado Domínguez es “imponer terror para que nadie se levante”.
“Han acosado a los que no han mostrado miedo y ellos desde el poder están horrorizados que la pérdida de miedo se vuelva una plaga, que más personas se atrevan a desafiarlos. Por eso actúan con total brutalidad, ellos quieren mostrar que nadie puede oponerse y salirse con la suya”, afirma Cuevas.
“El mismo Fidel de siempre”
A Domínguez no lo cambió el ascenso. “Siempre ha sido el de siempre”, afirma otra de las fuentes que conoce su trayectoria. “Como investigador criminal —agrega— es recordado como alguien rudo. Los compañeros lo caracterizan como alguien cerrado, y ese perfil siempre lo ha mantenido, y esto le ha dado con el paso del tiempo mayor visibilidad y mayor proyección, pero su característica personal la conserva”.
“A él lo que le interesa es entender, es conocer lo que sus superiores quieren de él. Fidel es un convencido de que Daniel y Rosario son ungidos de Dios. (Si cuestionás lo que hacen los dictadores) él te va a decir que el comandante (Ortega) sabe lo que hace, que el comandante es el único que piensa en los pobres, que todo lo que hace, lo hace para defender a los pobres, que es muy sensible y muy humano”, detalla la fuente cercana al entorno del jefe policial.
La tortura a la familia Reyes Alonso
En León, Domínguez ha dirigido ataques a periodistas, opositores al régimen sandinista y a medios de comunicación. Su acto de tortura más difundido lo cometió el 25 de noviembre de 2019, cuando asaltó la casa de la familia Reyes Alonso junto a un enorme grupo de policías y paramilitares encapuchados.
A Domínguez no le bastó con amenazar a la familia. En un afán de humillar a los Reyes Alonso, los obligó a grabar una serie de videos en los que se comprometían “a no seguir jodiendo” a la Policía y a los militantes del Frente Sandinista.
En los videos, aparecen esposados Diego Reyes, su esposa María Eugenia Alonso y su hijo Diego Reyes Alonso, reconocidos opositores al régimen, a quienes, después de ordenar que los golpearan, les obligó a “comprometerse” palabra por palabra.
“Nos esposaron, nos tiraron al suelo, nos patearon, nos golpearon por todos lados. Después nos sentaron y nos siguieron golpeando y a punta de golpes nos hicieron comprometernos, según el comisionado, a que no íbamos a seguir molestando al Gobierno, ni levantando a la gente, ni molestando a sus sandinistas. A punta de golpes”, relató días después la doctora Alonso.
Una fuente vinculada a la Policía Nacional afirma a CONFIDENCIAL que Domínguez “interpreta que eso (la represión) es lo que quieren (en El Carmen)” y que él “no se ha salido de ninguna línea al hacerlo”.
Sin embargo, según la fuente, sí le han advertido que su actitud podría tener consecuencias negativas. “A él no le da la cabeza para pensar que cometió un error, le da la cabeza para decir: ‘Hice lo que usted quería’, pero tampoco es que lo regañaron. Ellos (los miembros de la jefatura policial) han promovido cosas peores desde arriba”, valoró la fuente policial.
La única orden que ha recibido Domínguez es que antes de actuar mejor consulte a la Jefatura Nacional, con el primer comisionado Francisco Díaz, o con el comisionado general Ramón Avellán. Domínguez obedece.