10 de octubre 2024
Los familiares de Carmen María Sáenz Martínez, abogada, matagalpina, devota católica, madre de dos hijas, y presa política del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo en Nicaragua, cumplen este jueves 10 de octubre dos meses de no saber nada de ella.
El 10 de agosto de 2024, después de secuestrar a nueve sacerdotes en diez días, y de hacer abordar un avión a varios de ellos para desterrarlos con rumbo al Vaticano, la abogada Sáenz Martínez fue detenida en su hogar, muy temprano en la mañana, por agentes policiales que no dieron explicaciones del por qué ni a ella, ni a su familia, y la trasladaron con rumbo aún desconocido.
Desde entonces, comenzó un periplo por las delegaciones policiales matagalpinas tratando de encontrarla, de saber dónde estaba, para abogar por su libertad, averiguar de qué se le acusaba, y si no la entregaban, al menos para llevarle alimentos e implementos de limpieza personal, pero nada.
Abogada civil, experta canónica
Sáenz Martínez es una abogada matagalpina que por muchos años tuvo a su cargo la coordinación del Modelo de Gestión de Despachos Judiciales, en la sede matagalpina de la Corte Suprema de Justicia, poder del Estado en el que trabajó entre 2002 y 2018, año en que dejó atrás esas labores.
A partir de ese momento comenzó a dedicar más tiempo para colaborar con la Iglesia católica -religión que ha profesado toda su vida- aportando sus capacidades profesionales, en especial en el área de las nulidades matrimoniales. “Ella era canonista, y daba charlas sobre nulidades matrimoniales a las parejas que estaban en riesgo de divorcio, labor que ejercía de manera voluntaria”, dijo una fuente que reconoce el valor de su aporte a estas personas.
Su detención parece enmarcarse en la ofensiva en contra de la diócesis de Matagalpa, encabezada por monseñor Rolando Álvarez, y que también llevó al cierre de medios de comunicación de filiación católica.
Después de dos meses de búsqueda, los parientes solo ruegan que termine la incertidumbre, que la liberen o, al menos, que los dejen verla.
“Lo que está viviendo esa familia es prácticamente una pesadilla. Es una tortura para todos ellos. Cada día que pasa es una angustia porque no saben cómo está. Si está comiendo o no está comiendo, cómo está durmiendo; si duerme bien o duerme mal”, manifestó la fuente, que recuerda la esperanza que vivieron en esa casa, el día que supieron que el régimen había desterrado en un avión a 135 presos políticos, y los había enviado a Guatemala.
“Cuando supieron la noticia se alegraron, porque pensaron que ella iba ahí. En ese momento doña Carmen ya tenía como 25 días de estar desaparecida, y por eso tuvieron la esperanza de que la hubieran liberado, pero al ver que pasaba mucho tiempo y la señora no se comunicaba con ellos, vieron que no había sido tomada en cuenta, y se volvieron a angustiar”, relató una de las fuentes.