25 de junio 2022
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Desnutrición, enfermedades en la piel, alteraciones en la presión arterial y asma son los principales problemas de salud que padecen los presos políticos José Antonio Peraza, María Esperanza Sánchez y Pedro Vásquez; tres casos que ilustran el desgaste físico y mental al que el régimen somete a más de 180 reos de conciencia, privándolos de atención médica oportuna y especializada, mientras aplica una política de hermetismo que incluye no informar a los familiares cuando estos se enferman.
“La falta de atención médica oportuna ha llevado, por un lado, al incremento de los casos de hospitalización en la población de presas y presos políticos, así como la aparición y empeoramiento de enfermedades crónicas”, alertó el Mecanismo para el Reconocimiento de Personas Presas Políticas, en su informe de mayo.
Según el Mecanismo, al menos 44 presos políticos sufren enfermedades asociadas a padecimientos cardiacos y del sistema circulatorio. “Algunos han sufrido infartos o preinfartos y están en una condición de alto riesgo”, alertan.
Antes que María Esperanza Sánchez, presa política y opositora al régimen orteguista, fuera confinada a la cárcel La Esperanza, en Tipitapa, con una pena de diez años, solamente padecía de asma, que controlaba con medicamentos de rutina. Dos años y medio después de encierro, su salud se ha deteriorado notablemente, con problemas de presión arterial, circulación y el corazón.
Hace dos meses, vivió una crisis de asma que la tumbó por unos 20 días en el puesto médico de la prisión, bajo observación y canalización, confió un familiar, que admitió hablar con CONFIDENCIAL bajo anonimato para evitar represalias.
Una semana después de superar el asma, su presión arterial bajó, lo que implica la asistencia de otra persona ante el riesgo de desmayos o mareos, continúo la pariente de Sánchez. “Ha tenido miles de complicaciones, desde su estómago, su colon, su asma, su circulación, su presión arterial, su corazón; se ha complicado y deteriorado su salud completamente”, señaló.
Pero los familiares no solo deben vivir con la restringida atención médica, sino con la incertidumbre de no saber sobre sus parientes cuando se enferman porque no existe comunicación entre el penal y ellos. Es a través de terceros que se enteran sobre la situación real de salud del reo de conciencia; así ocurrió con Sánchez. La fuente señaló que sus hijas acudieron a la cárcel para corroborar su estado, pero no dejaron verla.
“Es una irresponsabilidad” de parte de las autoridades porque los familiares tienen derecho, reclama la pariente.
Enfermedades de piel y desnutrición
El politólogo y miembro del Consejo Político de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB), José Antonio Peraza —condenado a diez años de cárcel— está desnutrido, con problemas en la piel y con recurrente infección renal, informa fuente cercana a la familia. A casi un año de su apresamiento —el 26 de julio de 2021—, el hombre que ingresó a la cárcel sin ninguna dolencia o enfermedad, tiene múltiples problemas de salud.
La fuente asegura que los alimentos que le proporcionan en prisión no garantizan los suficientes nutrientes para su cuerpo y las condiciones son “insalubres”. No recibe la atención médica requerida y las medicinas no son apropiadas, advierte. Por eso es que los padecimientos persisten durante meses, como ha ocurrido con las enfermedades dermatológicas. La desnutrición ha hecho mella en su cuerpo. “Se acuesta con ardor en el estómago de hambre”, señala la fuente cercana a la familia.
Peraza es una de las 17 personas que reportan padecer algún tipo de problema en la piel. “Todas ellas lo han adquirido por las condiciones de insalubridad en prisión, lo que provoca infecciones por hongos y otras más severas como sarna”, advierte el Mecanismo.
La delgadez es una característica de todos los reos de conciencia cautivos en El Chipote. Así se encuentra el preso político Pedro Vásquez —condenado a siete años de cárcel—, quien además se ha sumido en “un estado de depresión impresionante”, señala un familiar, que solicitó su anonimato por seguridad. Al igual que el resto de presos políticos, la cárcel se le ve en el cuerpo. En su caso, el hombre que trabajaba al campo, activo, enérgico se ha convertido en una persona con temblor recurrente en sus manos, inestabilidad en su presión arterial y problemas de colon que le provocan inflamación; “él dice que se ha sentido bien mal”.
"Todo ha venido de allí, de estar encerrado, de estar en prisión injustamente, a como están todos”, señala la fuente preocupada por la debilitada salud de Vásquez, de 60 años. Según el Mecanismo, al menos, 14 personas reportaron problemas de salud de orden metabólico, que ameritan atención y tratamientos especializados como anemia, diabetes y problemas de tiroides.
CIDH otorga medidas cautelares a cuatro presos políticos
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) otorgó el pasado 20 de junio medidas cautelares para tres presos políticos y sus núcleos familiares: José Antonio Peraza, Róger Abel Reyes e Irving Larios Sánchez, y este 22 de junio para un cuarto reo de conciencia y su familia, José Alejandro Quintanilla Hernández —conocido como Alex Hernández—, por considerar que se encuentran en una situación de “gravedad y urgencia de riesgo de daño irreparable a sus derechos en Nicaragua”.
En la resolución, la CIDH señala que Peraza presenta problemas de alergia y laceraciones en los glúteos, debido a la humedad, poca ventilación y la cama de cemento.
“El señor Peraza Collado solicitó a sus familiares una crema para tratar su infección de piel, así como antibióticos. También manifestó tener una infección de muela, así como sentir dolor en la próstata, acidez y otros problemas estomacales, sin que a la fecha haya sido tratado”, señala el escrito. Especifica que el pasado 29 de abril de 2022, el politólogo padeció de infección de riñones, “sufriendo de dolores fuertes, fiebre e incluso orinaba sangre, para lo cual le prescribieron nitrofurantoina -antibiótico- por un mes, sin tener mayor seguimiento”.
Reyes, integrante del consejo político de la UNAB, ha mostrado un notable deterioro en su estado de salud físico y mental, y continúa agravándose, señala la resolución. Él sufre de pérdida de memoria, ataques de ansiedad que provocan que se jale fuertemente los cabellos de cabeza y el pecho, y siente una fuerte depresión. También padece de problemas de la vista, insomnio, pérdida de peso, estreñimiento, dolor en los dientes, sinusitis alérgica y problemas en la piel.
Una revisión médica indicó que tenía vitíligo. Ha tenido acceso a algunos medicamentos y vitaminas, pero su salud continúa empeorando porque no recibe una atención adecuada.
La situación de Larios, de 63 años y miembro de la Articulación de Movimientos Sociales, es similar al resto de reos de conciencia. Hay un "deterioro y agravamiento en su estado físico y mental".
Él padece de hipertensión arterial, alteraciones del ácido úrico, pérdida de peso, retención de líquido, insomnio y ansiedad. Estos han conllevado varias crisis de salud y en octubre de 2021 fue internado por tres días en la clínica de El Chipote.
La salud de Hernández, también integrante del consejo político de la UNAB, ha ido en detrimento. Además de los padecimientos previos, como la hipertensión arterial y el vitiligo, ha desarrollado nuevas enfermedades a partir de las condiciones de prisión.
"Ha tenido una pérdida significativa de peso a raíz de las restricciones alimentarias, los constantes interrogatorios y la falta de acceso a medicamentos o atención médica adecuada. Adicionalmente, los familiares informaron que habría señales en su cuerpo de presuntas torturas y que él habría reportado problemas estomacales como estreñimiento, pirosis y distención abdominal, lo que sería un cuadro clínico de su enfermedad de gastritis, que se habría exacerbado durante su detención", se lee en la resolución de la CIDH.
