30 de noviembre 2021
Un estudio científico titulado “Un correlato inmune de la infección por SARS-CoV-2 y la gravedad de las reinfecciones” revela que, entre abril y octubre de 2021, en Nicaragua predominaron las variantes de preocupación: gamma y delta. Sin embargo, las autoridades del Ministerio de Salud (Minsa) informaron sobre la circulación de estas y otras dos variantes más, hasta mediados de noviembre, posterior al rebrote registrado entre agosto y septiembre, que dejó un estimado de 2000 fallecidos, según monitoreos independientes.
La investigación que fue realizada por la Universidad de Michigan de Estados Unidos junto con el Centro Nacional de Diagnóstico y Referencia (CNDR) del Minsa de Nicaragua, fue divulgada en inglés, en el portal digital MedRix, en el cual se publican artículos médicos inéditos que una vez revisados por pares se compartirán en prestigiosas revistas científicas.
“En este estudio de cohorte de hogares encontramos que la seropositividad se asoció con la protección contra la infección, cuando predominaban las variantes gamma y delta del SARS-CoV-2”, detallan los investigadores.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) informó la circulación de las cuatro variantes de preocupación en Nicaragua hasta el pasado 16 de noviembre de 2021, después que el Minsa le confirmara --con seis meses de retraso-- la presencia de estas en el país. Y fue hasta el 24 de este mismo mes, que informaron que la cepa delta es la más predominante.
“¿Desde cuándo conoce el Minsa que circula en el país las variantes de preocupación gamma y delta del virus SARS-CoV-2? De acuerdo al artículo científico, esta información podría haber estado disponible mucho más temprano de lo que conocemos”, cuestiona el Observatorio Ciudadano COVID-19, que monitorea de forma independiente el impacto de la pandemia en Nicaragua, pese a las limitaciones impuestas por la persecución política del estado policial del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
A pesar de que el Minsa ya informó a nivel internacional la circulación de cuatro de las cinco variantes de preocupación, las autoridades no se han referido a nivel nacional ni han presentado ningún informe sobre la incidencia de estas en el país.
Fuentes médicas de hospitales públicos de Nicaragua confiaron a CONFIDENCIAL que antes de que la segunda ola de covid-19 alcanzará su pico máximo, en septiembre pasado, los médicos ya habían informado al Minsa sobre varios casos diagnosticados clínicamente (por síntomas) con la variante delta, pero no tuvieron respuesta de parte de las autoridades.
Disminuye protección de nicaragüenses contra la covid-19
El estudio científico, realizado en alianza con el CNDR, es uno de los pocos que existen sobre la incidencia del virus en Nicaragua y busca medir la protección que desarrollaron los ciudadanos contagiados durante la primera ola, ante una reinfección del SAR-CoV-2 en nuevos brotes.
Según detalla el artículo, previamente habían realizado un análisis sobre la primera ola ocurrida en 2020, pero en este nuevo estudio se enfocaron en las infecciones que surgieron después de marzo de 2021 cuando ya circulaban las variantes. En el primer análisis realizado hasta octubre/noviembre de 2020, la protección contra la reinfección sintomática en personas que ya se habían contagiado era del 93.6%. Sin embargo, tras el segundo brote la protección bajó a 69.2%.
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“Es probablemente debido a un mayor tiempo de seguimiento para observar infecciones (y para que los niveles de anticuerpos disminuyan) y el predominio de variantes gamma y delta que difieren de las cepas contra las que la inmunidad se generó”, explican.
Aunque los datos sobre la gravedad de las segundas infecciones son limitadas, dice el estudio, se comprobó que es necesaria la aplicación de la vacuna para reducir la carga viral del SARS-CoV-2. “Comprender la gravedad de las infecciones repetidas es complicado ya que la gravedad difiere entre las variantes del SARS-CoV-2”, señalan.
Más de 2000 nicaragüenses fueron parte del estudio
Para realizar esta investigación ampliaron un estudio de cohorte sobre influenza en los hogares, que se realiza en el país desde 2017, al incluir al SAR-Cov-2. En este estudiaron a un grupo 2353 habitantes del distrito II de Managua.
A estos participantes se les monitoreó independientemente de sus síntomas, una vez se detecta un caso de SARS-CoV-2 en su hogar, se les realizó pruebas de PCR y ensayos de inmunoabsorción ligados a enzimas (ELISA) para medir las infecciones, describe el artículo. Además, se les realizó la secuenciación genómica para identificar la circulación de variantes del virus.
“Medimos la protección contra la infección por SARS-CoV-2 durante la segunda ola asociada con la inmunidad inducida por una infección previa, así como la "absoluta correlacional”o umbral protector de los anticuerpos necesarios para una protección del 50% y del 80%. Finalmente, comparamos la gravedad de la primera y la segunda infección durante la segunda ola”, detallan los investigadores.
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El estudio determinó que las personas que fueron parte de la muestra y ya se habían contagiado del SAR-Cov-2 durante la primera ola de 2020 tuvieron una mayor protección a la reinfección durante la segunda ola que quienes no se habían contagiado. Principalmente en desarrollar la enfermedad de forma grave.
“Los resultados indican un 64.5% de protección contra cualquier infección, 69.2% protección contra la infección sintomática y un 79.4% de protección contra la infección moderada o grave”, describen.
Además detalla que la protección contra la infección del SARS-CoV-2 en los niños de cero a nueve años fue de 56.6%, las personas mayores de diez años del 67.4% y en el caso de desarrollar la enfermedad con síntomas fue del 51% y del 74.3% respectivamente.
“No hubo diferencias significativas en la gravedad entre la primera y la segunda infección en niños de cero a nueve años, probablemente porque hubo menos infecciones en general en los niños, con pocas infecciones moderadas o graves”, detallan.
De la muestra analizada, durante la segunda ola hubo 377 nuevas infecciones del SAR-CoV-2 y 162 reinfecciones. Estas fueron menos graves que los primeros contagios. Además, hubo tres muertes por covid-19 en el grupo, dos después de la primera infección y una después de la segunda infección.