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“Estamos sin techo y sin comida”: el testimonio de una sobreviviente a Eta y Iota en Alamikamba

“Creíamos que íbamos a morir… el techo se desprendió y se escuchaban otros techos volando… nuestra casa solo sirvió para que no nos llevara el viento”

Muchas viviendas quedaron parcial y totalmente destruidas tras el paso de los huracanes Eta y Iota. Foto: Cortesía

Ana Cruz

23 de noviembre 2020

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Yajaira Suazo Peralta, de 36 años, sobrevivió a dos huracanes en menos de quince días: Iota y Eta. Las fuertes lluvias sacudieron las paredes de su casa de madera ubicada en la comunidad Alamikamba, cabecera de Prinzapolka, en el Caribe Norte de Nicaragua. Sin embargo, ahora teme que sus tres hijos “mueran de hambre”, pues asegura que el huracán “destruyó todo a su paso” y hasta la fecha siguen “sin recibir ayuda” del Gobierno.

La vivienda de la también agricultora, aunque quedó sin techo, inundada y semidestruida, no colapsó y le permitió a Suazo, sus tres hijos y otras dos familias refugiarse durante el paso del huracán Iota, el pasado 16 de noviembre.

La comunitaria recuerda que a eso de las siete de la noche del pasado lunes los vientos ya “eran muy fuertes”, pero considera que se volvieron “desastrozos” a eso de las nueve de la noche, cuando empezaron a “salir volando” los techos de la mayoría de las viviendas cercanas a su hogar en Alamikamba.

“Nuestra casa solo sirvió para que no nos llevara el viento, porque el techo fue desprendido totalmente como a eso de las nueve de la noche, se escuchaba como otros techos se iban volando, era unos ruidos espantosos”, detalla.

Escuchaba gritos y llantos de los vecinos


La mujer asegura que luego que el huracán desprendió el techo de su hogar, los gritos de sus vecinos eran cada vez más constantes.

“Era como una noche de lamentos, todos gritaban. Escuchaba mujeres y niños llorando, a otros que oraban pidiendo por sus vidas porque sinceramente creíamos que íbamos a morir”, afirma.

Suazo en las primeras horas de la mañana del martes, 17 de noviembre, decidió salir a “ver qué quedaba” de Alamikamba y buscar a sus padres que viven a unos 15 kilómetros de su hogar, pero el panorama con el que se encontró fue “desastrozo".

“Salí y miré toda la comunidad sin techos, árboles caídos, cocos y mangos en el suelo, nada quedó bien parado. Todo se veía arruinado, las calles cerradas por las ramas caídas, no había luz y menos señal para pedir ayuda. No había nada en buen estado”, relata.

Aunque la muerte no alcanzó a Suazo, Iota asegura la ha dejado “en la calle”, pues, desde que se quedó sin empleo en 2018, se dedica a la agricultura junto a sus padres y el paso del huracán les dejó toda la cosecha “destruida y mojada”.

“Con el huracán Eta ya habíamos quedado mal, ahora con este segundo huracán quedamos arruinados y siguen sin venir a ayudarnos”, denuncia.

La mujer resalta que los comunitarios de Alamikamba urgen ayuda con víveres e insumos para construir sus hogares, ya que muchos están viviendo de la caridad y durmiendo en hamacas improvisadas, aguantando hambre y frío.

Los animales también “sufrieron con Iota”

La comunitaria refiere además que Iota no solo dejó pérdidas materiales a los comunitarios de Alamikamba, sino que también docenas de animales murieron producto del paso del fenómeno.

“El sufrimiento no solo es de nosotros los humanos, porque en las calles de Alamikamba pude ver loras muertas, golpeadas; monos caídos en las orillas de la carretera, y otro tipo de animales muertos”, detalla.

La mujer afirma que en los albergues habilitados en iglesias, escuelas y en la casa materna de Alamikamba muchos comunitarios, que sus casas no resistieron o tuvieron que albergarse por estar más cercanos a la costa, se quejan de tener que dormir en el piso y recibir solo un tiempo de comida.

Ante esta situación, Suazo urgente que el Gobierno de Nicaragua “asuma su responsabilidad con todos” y “vea la necesidad de la gente que está muerta de hambre, que no tiene una cama para dormir, que no tiene un techo para protegerse del sol o la lluvia, que vea por todos, eso es lo único que se les pide”.

Sin embargo, según el régimen de Daniel Ortega la ayuda ya ha salido hacia Prinzapolka. La vicepresidenta Rosario Murillo, a través de su intervención en medios oficiales, informó que el 19 de noviembre enviaron 23 rastras “con materiales hacia la zona de Las Minas, particularmente hacia la zona de Prinzapolka, donde estamos atendiendo a todas las familias que permanecen en albergues hasta ahora”.

Murillo detalló que entre los suministros que han enviado hay “planes techo” y alimentos, esto último con el apoyo del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas.


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