18 de junio 2024
Familiares de los presos políticos de Nicaragua, aglutinados en el Grupo de Secuestrados Políticos Unidos, hicieron “un llamado urgente” a la sociedad civil nicaragüense y a la comunidad internacional a que se unan “al grito desesperado” de libertad para los reos políticos. “Nuestros presos están muriendo en las cárceles y nadie parece preocuparse por ellos”, aseguran.
A través de un comunicado de prensa, los familiares de los reos políticos expresaron su “desesperación y preocupación” por la situación de sus parientes, quienes —en cada visita— preguntan si hay negociaciones o campañas por su liberación. Al enterarse de que nada de eso está ocurriendo, guardan un silencio incómodo.
“Hacemos un llamado urgente a las organizaciones internacionales y les pedimos que se unan a nuestro clamor, a nuestro grito desesperado de libertad para las personas presas políticas en Nicaragua. No nos dejen solos; la enfermedad y el régimen carcelario están consumiendo a nuestros seres queridos”, subrayan.
Un miembro del Grupo de Secuestrados Políticos Unidos dijo a CONFIDENCIAL que esa sensación de olvido que experimentan los presos políticos y sus familiares es más profunda desde enero, cuando el régimen excarceló y desterró a monseñor Rolando Álvarez y a otros 18 religiosos presos políticos.
“Hay un sentir, entre los familiares, de que apenas salió monseñor Álvarez ya nadie dice nada, como si monseñor Álvarez era el único preso político en Nicaragua”, critica el miembro del grupo. “Cuando monseñor estaba preso había campaña tras campaña en redes… apenas salió monseñor, eso quedó apagado, nadie dice nada”, subrayó.
Varios presos políticos enfermos de gravedad
Al margen de esa sensación de olvido, varios presos políticos experimentan graves problemas de salud. Sus familiares señalan que el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo no les brinda atención médica adecuada y tampoco permite que ellos les lleven las medicinas necesarias.
Entre los más graves está el preso político Marcos Antonio Sánchez Hidalgo, de 48 años, quien sufrió dos derrames cerebrales en solo dos semanas. El primero ocurrió el 24 de mayo y el segundo el 5 de junio. Ambos derrames dejaron a Sánchez Hidalgo con serias dificultades para caminar, “arrastra el pie derecho y su mano derecha está prácticamente inmovilizada”, apuntó el miembro del grupo de familiares.
Debido al deterioro en salud, Sánchez Hidalgo depende de sus compañeros de celda para movilizarse, las autoridades se muestran indolentes.
Otros presos políticos con serios problemas de salud son: Marvin Vargas, Ricardo Cortez Dávila y Walter Balmaceda, del grupo de los diez presos políticos previos a la represión contra la Rebelión de Abril de 2018 en Nicaragua.
De acuerdo con el miembro del grupo de familiares, Marvin Vargas, quien lleva trece años en prisión y es considerado el primer preso político del régimen, ha sido diagnosticado con cáncer de próstata. En la cárcel no recibe una atención médica adecuada y su salud es cada vez más precaria.
Igual de precaria es la situación Ricardo Cortez Dávila, quien lleva diez años en la cárcel y está completamente ciego. A él lo mantuvieron durante varios años en las celdas de máxima seguridad, conocidas como El Infiernillo, por lo que desarrolló catarata en ambos ojos hasta perder la vista.
“Ahora que está ciego, lo sacaron del módulo de máxima seguridad y lo pasaron a las galerías para que los reos comunes lo asistan, pero estos se aprovechan y le roban la paquetería”, apuntó el miembro del grupo de familiares.
Sobre Walter Balmaceda, el miembro del grupo señaló que es un enfermo crónico y actualmente “tiene una gran pelota en el estómago”, por lo que, valoró, “necesita ser operado y una buena atención”.
Familiares se sienten impotentes
Ante el deterioro de la salud de los presos políticos y la sensación de olvido que experimentan, el grupo de familiares se sienten “impotentes” por no poder hacer nada, ya que —por temor a represalias del régimen— han optado por mantener un perfil bajo y no dar declaraciones públicas.
“Las personas que estamos en Nicaragua no podemos hacer nada, porque ahí no más nos van a arrestar, pero afuera (del país) hay cientos de personas y nadie dice nada”, reclamó el miembro del grupo de familiares.
Agregó que si los familiares aparentemente no hacen nada es precisamente para evitar que los arresten y que su pariente preso político se quede “sin una persona que lo llegue a visitar y le lleve su paquetería”.