26 de febrero 2024
En Nicaragua “el 81% tiene temor de expresar sus opiniones políticas, el 50% de la población quiere emigrar fuera del país en los próximos tres años, y el 42% dice que en los últimos tres meses ha tenido problemas para garantizar el alimento en su hogar”, son algunas de las conclusiones de la encuesta “Barómetro de las Américas”, que se realizó en Nicaragua entre junio y julio de 2023 a través de una muestra de 1500 personas consultadas de forma telefónica
La encuesta es auspiciada por la Universidad de Vanderbilt, Estados Unidos, y se realiza en 26 países de América Latina, cada dos años desde 2004.
En el programa Esta Semana, el politólogo José Antonio Peraza, expreso político, miembro de la UNAB, y el exdiputado Eliseo Núñez, exiliado en Costa Rica, ambos, miembros de la Concertación democrática Monteverde, analizaron los resultados de la encuesta.
Peraza y Núñez consideran que, a pesar de la pérdida de apoyo político del régimen Ortega-Murillo que revela la encuesta, en Nicaragua predomina el pesimismo y la mayoría no cree posible alcanzar un cambio, bajo el estado policial que impera en el país. “Hay pesimismo, la oposición tiene que organizarse afuera, y proponer una alternativa al régimen de Ortega, pero el cambio debe venir de adentro”, coincidieron.
Lo primero que resalta de esta encuesta es que hay un desplome en el nivel de confianza y credibilidad de las instituciones públicas. En primer lugar, la Asamblea Nacional tiene un nivel de confianza del 29%, las elecciones o el Consejo Supremo Electoral 31%, las alcaldías 34% y la Presidencia 34%.
Eliseo Núñez: Lo que estamos viendo es el resultado de la destrucción de la institucionalidad democrática. Ortega no solamente se ha convertido en un solo poder, sino que ha dejado a la ciudadanía sin la capacidad de creer en que las instituciones democráticas funcionen. Todo lo que vemos como parte del Estado ahora nos resulta sospechoso a los nicaragüenses, y eso no sería realmente malo para Ortega si él tuviera popularidad, como es el caso de (Nayib) Bukele, que tiene popularidad y colapsa los poderes del Estado. Pero en este caso él también, siendo impopular, lo que tenemos es una sociedad que no cree en la capacidad de ser gobernada y que Ortega, como única alternativa, la (mantiene) sujeta por el control social y la represión.
¿Ese nivel de aprobación que tienen algunas de estas instituciones sería una aproximación al techo político de Ortega y del Frente Sandinista?. Me refiero a que el nivel de confianza oscila entre el 29% y el 34%.
José Antonio Peraza: De alguna manera sí y no. Siempre está ese rango que siempre ha tenido Ortega, que bordea el 30%. No obstante, en otras preguntas, el nivel de apoyo está en el 12 o 15%, más o menos por ahí anda el núcleo duro de Ortega. Y si uno lo ve, por ejemplo, en el Poder Electoral, que fue uno de los más deteriorados y que define la participación de las personas, en las últimas elecciones el nivel de abstención ha sido del 80%. Eso más o menos define por dónde está el nivel de aceptación que puede tener el régimen. Tal vez un sandinismo un poco amplio puede votar un poco preferencial a Ortega, pero en general su nivel de aprobación real, duro, no llega al 20%.
Por otro lado, a pesar de la persecución política contra la Iglesia católica, que ha sido implacable, y la campaña de descrédito contra los obispos y los sacerdotes, el nivel de confianza en la Iglesia católica se mantiene un 60%. ¿Qué ha ganado Ortega con esta persecución contra los sacerdotes y contra los obispos?
Eliseo Núñez: Nada. La Iglesia siempre sale mucho más fuerte de lo que estaba antes de que empezaran estos procesos. Ortega está luchando contra la tradición, contra la religión, contra la espiritualidad, en la Iglesia católica. Y además de eso comienza también a dar embates en contra de la Iglesia evangélica.
Con todo esto lo único que hace Ortega es hundirse dentro de una burbuja de aislamiento que él ha creado, que la sostiene básicamente por medio de la represión. En la mentalidad de Ortega lo que necesita es 10 000 hombres y mujeres dispuestos a morir y a matar por él. Y esos los tiene de sobra, tiene más de eso. Entonces él no está preocupado por estos niveles de impopularidad, de rechazo que tiene la población hacia él. Su preocupación real es cómo controla a esta población, y eso lo hace a través de la Policía y el Ejército.
La economía y el hambre en los hogares
La encuesta también revela una enorme preocupación por la situación económica del país y cómo afecta a la familia. El 54%, más de la mitad del país, dice que la economía es el principal problema; la política, dice el 28%; y la seguridad, el 7%. Pero cuando esta pregunta se enfoca en las familias y en la seguridad alimentaria, el 42% dice que en los últimos tres meses algún día se quedaron sin comida en su casa, por falta de dinero o recursos. Y en relación con 2009, representa un incremento del 10% de la gente que dice que no pudo comer en una ocasión en su hogar.
José Antonio Peraza: Eso es dramático porque estamos volviendo a niveles que se vivieron durante los años 80. Porque si el 42% te está diciendo que no puede satisfacer sus necesidades alimentarias, más o menos estamos hablando de 3 millones de personas, donde van niños, adultos, ancianos y eso es dramático para el desarrollo de un país, principalmente si vamos al tema de la juventud y de la niñez.
La mayoría de la gente siente que las dificultades económicas no pueden ser superadas y que, por tanto, el país no tiene viabilidad, es terrible porque eso nos muestra porqué la gente está saliendo casi como un río que está drenando todos los días, principalmente de la gente más educada de Nicaragua, eso va a tener consecuencias dramáticas y ya está sucediendo.
Ahora el tema importante, es el político, como pasó de estar más o menos en un 14 o 15% a prácticamente se ha duplicado. Eso significa que la gente ya está consciente de que la política lo está afectando y que si no se resuelve el problema político nunca va a obtener mejores condiciones de bienestar y de alimentación.
El 30% dice que en los últimos 12 meses ha sido víctima de un acto de delincuencia y por lo menos una de cada cinco personas, el 22%, dice que un agente de la Policía le ha pedido una mordida o una coima.
Eliseo Núñez: Lo más llamativo es que un 22% dice que ha sido abordado por un policía para pedirle mordida. Y si tomás en cuenta que es una minoría la que tiene o conduce vehículos en Nicaragua, quiere decir que se acerca a un porcentaje pavoroso de quienes están a cargo de la regulación del tráfico.
Además de eso, hay denuncias de los presos políticos y de los presos comunes, los familiares, están recibiendo de parte de la Policía, ofertas de verlos a cambio de dinero. Es una corrupción absoluta la que hay en el sistema de Nicaragua y particularmente en la Policía, y es lo que Ortega está incentivando precisamente para poder compensarles por el trabajo represivo que están haciendo.
La corrupción y el tema de seguridad van atados de la mano, porque cuando vos no tenés una Policía en la que podas confiar y está dedicado a asuntos políticos, evidentemente los que andan delinquiendo, esos tienen las manos libres. Y si además de eso le sumás de que muchos de esos delincuentes son paramilitares que de esa manera les pagan, entonces el país está en una situación de inseguridad enorme.
Hay otra pregunta sobre la capacidad de respuesta de la Policía y del Poder Judicial para castigar los delitos. El nivel de confianza en la Policía es del 31% y el nivel de confianza en el Poder Judicial para castigar a los culpables también es del 31%. Estos indicadores representan una caída del 20% en la confianza que la gente tenía en la Policía y en el Poder Judicial, por lo menos en 2016, antes de la crisis de 2018.
José Antonio Peraza: Es evidente que las instituciones en Nicaragua, desde que llegó Ortega empezó un deterioro profundo, pero que se intensificó a partir de 2018. Pero si uno analiza el comportamiento del Poder Judicial y de la Policía, es evidente que ese deterioro debe ser aún mayor. Y eso es dramático porque eso reduce el capital social que significa confianza, no es posible construir una sociedad democrática con esos niveles de desconfianza hacia las instituciones.
Hay dos preguntas sobre el tema de la democracia y los valores, que resumen la contradicción que se vive en Nicaragua. Solo el 36% dice que está satisfecho con la democracia, es el nivel más bajo que se obtiene de esta respuesta en relación con años anteriores. Y por otro lado, el 57% dice que, aunque tenga problemas, la democracia es el mejor sistema de Gobierno. Es decir, hay una aspiración democrática mayoritaria, y a la vez una frustración con la satisfacción de la democracia.
Eliseo Núñez: No es realmente algo que nos extrañe, que la gente ahora esté más preocupada y esté apostando más por la democracia. Cuando ya no podés poner un negocio sin aval político del Gobierno, cuando te están cobrando un montón de impuestos, cuando no puedes hablar en un café, en un restaurante o en un bar sin pensar que alguien te está escuchando. Cuando la relación con tus familiares también ya empieza a entrar en sospecha. Y cuando ves que tu vecino o tu familiares cercanos se están yendo del país porque no encuentran esperanzas, llegás a la conclusión de que el problema es el sistema y la apuesta por la institucionalidad comienza a crecer, incluso en ese 36% que aparentemente está cómodo y que coincide con lo los números de apoyo a Ortega ahí se comienza a ver deterioro también.
Entonces no es extraño que suba la popularidad por la democracia, pero evidentemente la democracia tiene que estar atada a que resuelvan los problemas económicos de la gente, porque al final del día eso es lo que explota gente como Ortega. Ortega dice que la democracia no te resuelve el plato de comida y nosotros ni lo resolvemos. Y por eso es que hace mucho énfasis en el crecimiento económico que dice conseguir cada año.
Pero la gente está diciendo en esta encuesta que le cuesta comer al 40% de las familias, y que la economía es el principal problema para el 50%. Entonces ese discurso oficial, lo que dice el presidente del Banco Central, el ministro de Hacienda o los voceros del Gobierno, parece que no están conectados con lo que está pasando en la realidad.
José Antonio Peraza: Definitivamente que no. Si estuviera sustentada en una mejor realidad para los nicaragüenses, no habría los niveles de migración que estamos viendo. Cuando ellos ya ven su mundo completo, se dan cuenta de que el país no tiene salida, que el país está estancado, que sus hijos están creciendo en un sistema donde ya ni la posibilidad del estudio, porque el estudio ha sido totalmente partidizado e ideologizado.
Entonces, la gente empieza a ver más que en la vida democrática que no la ha conocido muy bien, que necesita otro tipo de sistema, en este caso creen en la democracia, para poder avanzar.
Siempre se ha dicho que en Nicaragua la gente no está preocupada por la democracia, pero Ortega definitivamente ha puesto a la gente a poner a cuestionarse que ya vivió un tiempo donde podía hacer lo que quería y decir lo que quería y no pasaba nada, y que ahora no sucede eso y que además no está logrando el beneficio que supuestamente da la dictadura, resolviendo los problemas, que no está resolviendo.
Las opiniones más rotundas que se recogen en esta encuesta están relacionadas con la falta de libertad de expresión. La pregunta es ¿se pueden expresar opiniones políticas sin miedo hoy en Nicaragua? 81% dice no, muy poco; solamente 8% dice bastante, y hay un 12% que dice demasiado.
Supongo que entre ese 8% y ese 12% habrá algunos fanáticos del Frente Sandinista que dicen eso, pero el 81% dice no. La misma pregunta se formula de otra forma: Cuando uno habla con un amigo ¿se tiene que cuidar de expresar opiniones políticas? Y nuevamente el 74% dice que sí. Ese es el entorno del miedo que hay en Nicaragua para expresarse.
Eliseo Núñez: A mí lo que me llama primero la atención es que ya en este porcentaje de 81% están incluidos los que han venido expresando algún tipo de apoyo al Gobierno. Ese 31% ya se derrumba a menos del 20%, lo cual quiere decir que hay mucho miedo, a pesar de gente que se declara sandinista y seguidora del Gobierno.
El tema vuelve a ser la democracia, o sea, la gente comienza a compararlo con momentos en que podía hablar con todo mundo de lo que le diera su regalada gana y que podía informarse libremente y que podía discutir sobre el futuro del país. Y tiene mayor peso que le resuelvan una carretera o que le resuelvan una calle, porque adicionalmente a esto están los temas económicos, donde el 40% de la gente no pudo poner comida en su mesa en algún momento del año en Nicaragua.
Entonces, todo esto en conjunto está deteriorando la capacidad de control. Pero la reacción es aumentar la represión, y entonces es preocupante ver ese 12% que dice que hay “demasiada” libertad, que no solo son los fanatizados, sino que probablemente sean también los que estén operando la represión, que creen de que todavía la gente no está suficientemente sometida.
Entonces, esto va por muy mal camino y Ortega lo único que puede hacer es acelerar y acrecentar los niveles de represión, lo cual es una muy mala noticia para los nicaragüenses.
A pesar de la aspiración democrática y el deterioro del apoyo al Gobierno, la mayoría de la gente cuando le preguntan qué se puede hacer para cambiar las cosas, no tiene una respuesta. Más bien creen que no se pueden cambiar. ¿De qué forma se puede influir más para cambiar las cosas en el país? El cambio es imposible, dice el 27%, no se pueden cambiar las cosas; votar dice 17%, participar en una ONG 9%, protestar 5%, postularse a un cargo público 5% y otros, 17%.
José Antonio Peraza: Sí, definitivamente eso muestra que hay un pesimismo total en un porcentaje altísimo de la población que no ve posibilidades de cambio, porque además la oposición no ha logrado construir una opción política alternativa a Ortega.
La gente está teniendo problemas de alimentación, tiene problemas de libertad, se siente acosada, La oposición no ha logrado construir un discurso alternativo que dé opciones a la gente y por lo tanto, al no ver posibilidad, y además de eso sumarle la represión del régimen, la perspectiva de la gente son muy pocas.
No obstante, hay un porcentaje alto, tomando en cuenta esas respuestas, que dice que el voto puede ser una solución. La gente todavía piensa que puede haber una posibilidad de tener una salida que sea democrática, constitucional y ordenada, que no venga el caos al país, que posiblemente afectaría a todos los sectores.
El 50% quiere emigrar
La otra pregunta que agrupa también de manera clara un grupo mayoritario de opiniones y respuestas es el tema de la intención de emigrar. El 50% dice que tiene intenciones de emigrar los próximos tres años, a Estados Unidos 49%, España 20%, y Costa Rica 15%. Y cuando se agrega la pregunta sobre ¿cuál es la razón por la que ha pensado en emigrar? El 61% dice que por falta de oportunidades económicas.
Eliseo Núñez: El tema económico prima como parte de la imposibilidad de un sistema, como el de Ortega, de resolver la prosperidad para los nicaragüenses. Eso volvemos a atarlo a la pregunta del 42% que no pudo poner comida en la mesa, porque no es un simple asunto de que si el país crece o no, sino de cómo se está redistribuyendo la riqueza en el país y cómo también está permeando ese crecimiento hacia las clases más altas del país.
Nosotros lo que vemos es que se concentra en el oro y el oro emplea una pequeña cantidad de gente y solo deja 3% de impuesto conglobado en el país, más los que pagan impuestos adicionales algunos de los que trabajan ahí, pero no está dejando gran cosa. Y si revisas también la zona franca, tiene un comportamiento tributario y de impacto económico similar, solo deja los salarios. Entonces el crecimiento de Nicaragua no está creando prosperidad y Ortega lo único que está haciendo es generando un ambiente en el que todo tiene que ser a través de él. El cierre de las más de 3000 ONG que ha cerrado, es para que el Estado sea el único que le solucione las cosas a la gente. Entonces la gente en pobreza cuando tiene un problema de salud, cuando tiene un problema de educación, cuando tiene que buscar un empleo, tiene que ir al Estado. Eso también está creando un enorme rechazo, porque tampoco Ortega tiene capacidad de darle empleo, de darle salud y de darle educación a todo mundo con lo pobre que es el país.
¿Cómo se analizan estas contradicciones desde el punto de vista de la oposición o de quienes quieren promover un cambio político en Nicaragua? La mayoría de la gente aspira a una democracia, pero tiene miedo de hablar en Nicaragua y no cree que un cambio sea posible. ¿Se puede construir en Nicaragua esa alternativa cívica política bajo ese estado policial de persecución que existe en el país?
José Antonio Peraza: Esa alternativa se va a tener que construir afuera, porque adentro no es posible. Una vez que se construya afuera, que hay varios procesos encaminados, esa opción va a tener viabilidad en la medida que pueda permear a lo interno de Nicaragua. Y ahí está el gran desafío. Pero ese es el primer paso, consolidar una oposición o una alternativa política a Ortega, que lo critique y que brinde alternativas.
Eso no es posible sin la comunidad internacional y sin el apoyo de Europa, Estados Unidos, Canadá y los países de Centroamérica y América Latina. Pero hay otro paso que es más importante, que es crear estructuras, crear contactos, tener vinculaciones con la gente que está dentro de Nicaragua. Y eso va a ser difícil porque la represión es muy alta, pero tiene que hacerse.
Difundir la idea de la oposición, de la alternativa política es importantísimo dentro de Nicaragua, aunque afuera también es fundamental para poder juntar todos los esfuerzos para que Ortega pueda abrir un espacio donde se pueda desarrollar la lucha política, porque eso es lo que estamos proponiendo, no es una lucha militar y para eso tiene que haber espacio, para poder organizar.
Eliseo Núñez: Pero después hay que trabajar en cambiar la correlación de fuerzas que permita una apertura en el régimen a través de las presiones que se puedan hacer y que a partir de ahí se pueda organizar dentro del país. Para mí el cambio viene de adentro y esta frustración antecede a una acción. Realmente esta cantidad de gente frustrada ni se va a poder ir el 50%, ni ese 27% que considera imposible va a terminar diciendo es imposible, sino que va a intentar hacer algo. Pero entonces la labor de nosotros, los que estamos fuera, es lograr esta grieta en el sistema de represión que se puede lograr a través de presiones. Y eso lo sabe Ortega. Por eso es que él no abre ni un tantito, porque sabe que no somos nosotros el problema, los que estamos fuera, son los que están adentro, y el trabajo de nosotros es lograr que la gente que esté adentro pueda encauzar esas insatisfacciones que son enormes, que hoy no lo puede hacer precisamente porque el sistema es absolutamente cerrado. Sin embargo, Ortega se enfrenta otra vez a una enorme olla de presión con componentes incluso todavía mucho más peligrosos para él que los que creó antes de 2018. Y esto definitivamente es algo que, aunque no podemos nosotros decir, va a suceder mañana, un año o dos años, en el momento en que Ortega tenga un signo de debilidad, el sistema que Ortega tiene va a ser arrasado.