12 de abril 2020
Grettel Campbell es una de los más de cien mil nicaragüenses que viven en Los Ángeles, California. Forma parte de la segunda comunidad nicaragüense más grande en Estados Unidos después de la Florida. La solidez de la diáspora en esa ciudad se ha organizado para enviar kits de higiene y alimentación a Nicaragua para enfrentar la epidemia del Coronavirus ante la negligencia del gobierno sandinista.
Campbell es originaria de Managua, pero vivió en su adolescencia entre Nicaragua y el estado de Georgia, hasta que se mudó en 2007 de forma permanente a la costa oeste estadounidense, a la ciudad que acoge al icónico barrio de Hollywood, una de luces, multitudes y frenesí, pero la pandemia del coronavirus ha hecho que el mundo entero se detenga, incluida esa gran urbe. Eso es de lo que más le ha impresionado a Campbell: ver cómo la gente ha parado todo, ha dejado las calles y establecimientos vacíos y se ha ido a casa por tiempo indefinido para protegerse y evitar el contagio.
El estado de California ocupa el cuarto lugar con mayor prevalencia a nivel nacional con unos 20 mil casos positivos de Covid-19 y casi 500 muertes. En el condado de Los Ángeles, donde viven más de 10 millones de personas, hay más de siete mil personas infectadas. Campbell cree que las autoridades tomaron medidas preventivas a tiempo y las personas han sido “obedientes” en cuanto a la cuarentena o distanciamiento social.
La decisión de quedarse en casa viene va en detrimento de la situación económica, sobre todo para los migrantes indocumentados, que en ese condado son más de un millón, que en muchos casos perdieron sus trabajos y no pueden aplicar al subsidio o ayuda que el gobierno estadounidense otorga a las personas desempleadas.
En el caso de los nicas en la zona, en particular los refugiados que llegaron producto de la crisis de abril de 2018, Campbell explica que el desempleo y la falta de dinero para pagar la renta son dos de los problemas que la crisis del coronavirus ha empeorado. En su casa, por ejemplo, viven dos exiliados nicas que fueron despedidos cuando los negocios tuvieron que suspender sus labores en la ciudad, ya que actualmente solo pueden operar los servicios esenciales, como supermercados, farmacias y similares.
“No tienen para la renta ni para la comida, pero yo siempre les digo que lo más importante es guardar las vidas. Yo entiendo la parte económica, pero estamos haciendo campañas con la comunidad acá diciéndoles que se queden en casa y estamos trabajando en que si alguien tiene una necesidad nos contacte para poder apoyarnos los unos a los otros”, cuenta Campbell, quien es presidenta de Nicaragua Libre, un movimiento que nació en Los Ángeles entre la comunidad nicaragüense, a raíz de la rebelión cívica de abril de 2018.
Desde entonces se ha organizado con otros nicas de la diáspora, con quienes organizó marchas y plantones en la ciudad, primero, y más tarde recaudó fondos para asistir humanitariamente a las víctimas de la represión del régimen Ortega Murillo. Campbell también ha coordinado ayuda para los nicas exiliados en Costa Rica y para familias en Nicaragua. El dinero inicialmente lo juntaban entre diferentes personas, o bien realizaban ferias de comidas, pero ahora con el coronavirus, hacer eventos para recogerlo es imposible. “Desgraciadamente no tenemos los fondos para cubrir todas las necesidades y eso es algo que nos duele muchísimo, porque no es falta de voluntad, es falta de recursos”.
Por ahora la prioridad es apoyar a quienes enfrentan la pandemia en Nicaragua, porque el Gobierno no está tomando ninguna medida de prevención, dice. “El pueblo es el que está cuidando al pueblo, hemos podido ver que la la gente anda con sus tapabocas, que se está quedando en casa. Sabemos que hay familias que trabajan para sacar la comida del día y a esas familias es que queremos llegar, tal vez no podamos cubrirlos a todos, pero por lo menos, digo, si puedo ayudar a unas diez familias, eso me da satisfacción y si todos los nicaragüenses nos pusiéramos en ese plan, pues la cosas serían distintas”, explica.
A sus parientes y amistades que viven en Nicaragua, Campbell les pide que se queden en casa, aunque el Gobierno no decrete las medidas. Cuenta que conoce de algunos casos que han tenido los síntomas del coronavirus, pero que no han tenido contacto con el Ministerio de Salud por desconfianza. “El problema es que nos atemoriza, porque hemos vuelto a abril de 2018, donde tenemos que andar de manera escondida... y ahora la persecución va a ser para quien quiera ayudar a la población con insumos y kits de prevención del coronavirus. Con este Gobierno no sabemos ni qué esperar”, expresa preocupada.
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