16 de noviembre 2024
Los tres músicos desterrados por el régimen orteguista, Nieves Martínez, Juan Pablo Rosales y Dagoberto Palacios, están a salvo, tratando de establecerse en España y Estados Unidos, luego de que la dictadura los expulsara en secreto de Nicaragua, dijeron a CONFIDENCIAL fuentes de la industria musical que solicitaron mantenerse en el anonimato.
El primer capturado fue Juan Pablo Rosales. Después de tenerlo detenido varios días capturaron a Dagoberto Palacios (sobrino de la recientemente fallecida folclorista, Haydée Palacios), en cuyo teléfono encontraron un mensaje de Nieves Martínez, “y comienzan a tejer sus teorías, porque esta gente está viendo sombras por todos lados”, dijo una de las fuentes.
La “teoría” a la que se refiere, sostiene que los tres músicos desterrados estaban trabajando en un proyecto musical, cuya meta era “hacer una canción de protesta en Monimbó. Una canción de protesta para Navidad, o fin de año… pero aunque eso fuera cierto, aunque fuera así, producir una canción no es un delito”.
Músicos desterrados “no tenían la intención de involucrarse”
“Ignoro si estaban involucrados en ese proyecto, pero esa es la teoría que maneja el Gobierno”, dijo una de las fuentes. “Ellos no tenían el perfil artístico de componer o grabar algo en contra del Gobierno. Lo que supe de siempre es que no tenían la mínima intención de involucrarse”, dijo otro de los entrevistados.
Inicialmente, la noticia de las detenciones no trascendió más allá de los círculos familiares y de amigos de los tres secuestrados, pero su expulsión forzosa permitió que la violación del régimen se conociera internacionalmente, a través de redes sociales.
La clave para que los represores del régimen sintieran que habían cumplido su misión, era la captura de Martínez. Como no conocían su paradero, decidieron detener a un hermano y al suegro de Martínez, lo que obligó al artista a plantearse qué iba a hacer, luego de consultarlo con personas de su entorno familiar, y de algunos amigos cercanos.
Nieves Martínez se entregó tras detención de familiares
“Nieves es muy apegado a la Iglesia, un hombre que está más cerca de Dios. Tiene muchas amistades religiosas, y lleva una vida espiritual. Entonces él dijo: ‘nunca le he fallado ni a mi hermano, ni a mi suegro. Nunca le he fallado a mi familia y por mí no van a estar presos: me voy a presentar’, y se fue a entregar como a las once de la noche del día lunes 11, saliendo desde su casa en Managua.
Como ya lo estaban esperando, cuando llegó a la subestación policial en Masaya donde tenían a sus parientes, ellos fueron liberados de inmediato, y a él lo llevaron - con lujo de violencia- de regreso a Managua, presumiblemente a las celdas de El Chipote.
Las fuentes del ámbito artístico relataron a CONFIDENCIAL, que esa noche no dejaron dormir a Rosales, Palacios, ni a Martínez, porque los tuvieron en interrogatorio permanente. Al día siguiente no les dieron de comer, mientras continuaban interrogándolos.
“Pudrirse en la cárcel o irse del país”
A eso de las cuatro de la tarde les dieron a escoger entre pudrirse en la cárcel, o irse del país. “Eso de escoger no es porque ellos quieran que escoja, sino porque las líneas aéreas no aceptan llevar secuestrado a nadie”, relató una fuente.
El régimen se planteaba enviarlos hacia un país de Sudamérica, pero el rechazo del Gobierno de ese país hizo que decidieron enviarlos a El Salvador, siendo que no se necesita visa para entrar a ese país suscriptor del acuerdo migratorio conocido como CA-4.
Rosales, que tiene visa estadounidense, pidió ser enviado a Estados Unidos, y así fue hecho, mientras Palacios y Martínez aprovecharon su llegada a suelo salvadoreño, para hacer conexiones con vuelos a terceros países.
Al denunciar la expulsión arbitraria del obispo de Jinotega, Carlos Enrique Herrera Gutiérrez, de 75 años de edad, presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), el Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más, también condenó el la acción contra los tres músicos desterrados, que, a su juicio, evidencia que son “una práctica de la dictadura las detenciones arbitrarias, desaparición forzada temporal y el destierro”.
“El… traslado forzoso, debido a la sistematicidad con que se ha cometido en Nicaragua, debe ser considerado como un crimen de lesa humanidad y se suma a las decenas de otros delitos que ha cometido la dictadura, un acto que debe ser denunciado y condenado por la comunidad internacional”, añadió Nunca Más.
Historial de ataques contra la música
Rosales, Palacios y Martínez no son los primeros músicos a los que el régimen destierra del país, en especial, después que una explosión musical acompañara las protestas sociales durante la Rebelión de Abril de 2018. En los últimos años, algunos de los más importantes compositores, intérpretes e instrumentistas han sido secuestrados sin un proceso judicial, y expulsados ilegalmente del país.
El 12 de abril de 2022 comenzó una oleada de secuestros y deportación forzosa de artistas nicaragüenses. Ese día, la Policía Nacional detuvo de manera arbitraria a Josué Monroy, vocalista de la banda Monroy y Surmenage, así como a los gerentes de Saxo Producciones, Xochilt Tapia y Salvador Espinoza, productores musicales que también fueron desterrados.
El 18 de abril de 2022, autoridades de Migración impidieron el ingreso al país a Carlos Luis Mejía Rodríguez, integrante y fundador del grupo musical La Cuneta Son Machín. El artista volvía de un viaje familiar a Estados Unidos, pero en su escala en El Salvador, le informaron que no podía entrar a Nicaragua, por lo que fue devuelto a Washington, mientras que su mamá y su hija sí lograron continuar el viaje.A continuación, el productor musical Leonardo Canales, director de La Antesala, fue deportado hacia Costa Rica (posee ambas nacionalidades), tras ser secuestrado el 12 de abril en la misma redada policial donde secuestraron a Monroy, así como a Tapia y a Espinoza.