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Ejercer más presión contra la dictadura

Con una reforma electoral, estamos listos para ir a elecciones, afirma. A su juicio, el FSLN está liquidado como proyecto político

Félix Maradiaga.

Colaboración Confidencial

Cindy Regidor

11 de agosto 2019

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El politólogo y activista Félix Maradiaga, miembro del Consejo Político de la Unidad Nacional Azul y Blanco, exiliado desde julio del año pasado a raíz de las acusaciones criminales y una orden de captura en su contra por parte del régimen, anunció que regresará a Nicaragua muy pronto, aunque advierte que no existen las condiciones para un retorno seguro.

La Policía lo señaló como integrante de una presunta estructura criminal y las autoridades lo acusaron de gestionar fondos para desestabilizar el país, como parte del discurso de “golpe de Estado”, promovido por la dictadura, para descalificar la protesta cívica, que estalló en abril de 2018.

Desde el exilio, Maradiaga se ha dedicado a la denuncia internacional para lograr presiones y sanciones que lleven a una salida pacífica de la dictadura y el establecimiento de la democracia.

A pesar de que el diálogo político se ha suspendido, luego de que el régimen cancelara la Mesa de Negociación que sostenía con la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, y con el incumplimiento de los acuerdos alcanzados, Maradiaga considera que Nicaragua podría ir a elecciones, si antes se restablecen las libertades cívicas constitucionales y se realizan reformas electorales que garanticen un proceso transparente y libre.


¿Cómo describirías el momento político que vive el país?

Estamos pasando por una etapa compleja y diferente de la lucha cívica. Siguen más de cien personas en situación de secuestro, presos políticos. La demanda por la libertad de todos los presos políticos ha disminuido y tenemos que reposicionar ese tema como central.

Pareciera que estamos pasando un momento en que nos estamos disgregando y las energías deben estar reenfocadas en que la lucha tiene que cohesionarse más.

¿Qué pasará con la negociación política?

La comunidad internacional ha insistido en la negociación como el factor fundamental para encontrar una salida pacífica, democrática, constitucional; pero, claramente, el dictador no ha mostrado ninguna voluntad política de negociación.

Desde la Unidad Nacional hemos sostenido que, para poder retomar una negociación, es fundamental que se muestre una voluntad política real, que pasa, esencialmente, por la libertad de la totalidad de los presos políticos y por la reactivación de libertades fundamentales. Sin libertades fundamentales, como, por ejemplo, la libertad de asociación, es casi extemporáneo hablar de una negociación en un momento en que la dictadura está regresando a su discurso radical.

Daniel Ortega se rehúsa a dialogar con la Alianza Cívica y habla escuetamente de reformas electorales, ¿este es un ofrecimiento que aceptarían?

Hemos sostenido, tanto desde el Consejo Político de la Unidad Nacional, y la Alianza Cívica lo ha dicho también, que no aceptaríamos. Repito: no aceptaríamos reformas electorales que no sean en el contexto de una verdadera transformación democrática nacional. Un maquillaje de reformas electorales, acordado únicamente por partidos colaboracionistas del régimen, le haría mucho más daño a la ya lastimada institucionalidad democrática.

La Organización de Estados Americanos (OEA) no ha convocado todavía la comisión de alto nivel, y aparte de las sanciones por parte de Canadá y Estados Unidos, en la Unión Europea el foco no está en Nicaragua, ¿este es un mecanismo que se está agotando ya?

Yo diría que para nada está agotado. Ciertamente, estamos en el proceso de los 75 días que fueron establecidos en Medellín. Yo soy de la lectura que esos 75 días empiezan a contar a partir de la aprobación de esa resolución. El reloj está corriendo y, naturalmente, si no se da ningún avance de parte del régimen sobre lo que le está exigiendo la comunidad internacional, entraríamos a una etapa más contundente como la misma resolución lo indica.

Se están analizando, y así nos lo han hecho saber algunos personeros, otra serie de sanciones tanto en Europa como en Estados Unidos.

Si Ortega se rehúsa a cumplir los acuerdos ya alcanzados en la negociación y que son derechos constitucionales como la libertad de movilización, de prensa, de expresión, ¿qué puede hacer entonces la ciudadanía en Nicaragua y los exiliados, como es tu caso?

Es claro que Ortega es un mentiroso, y sin presión interna y externa no va a cumplir. En ese sentido, es fundamental no perder el enfoque de la lucha, mantener el enfoque en cuál es la salida. Es natural que, en este tipo de proceso, algunas personas empiezan a perder el enfoque de lucha no violenta. Es fundamental que esa desesperación, que esa indignación, no nos saque del camino de la no violencia y de la búsqueda de una salida democrática y pacífica. A la vez, creo que tenemos que empezar a considerar con más seriedad la desobediencia civil como un mecanismo de presión interna y redoblar los esfuerzos de la presión internacional.

¿Has pensado regresar a Nicaragua?

Sin duda, voy a regresar a Nicaragua muy pronto. La única razón por la que no he regresado es porque asumí una responsabilidad de un plan de acción internacional que no es una labor exclusiva mía. Hay muchísimas personas en este plan y debo cumplir con las responsabilidades que voluntariamente asumí, pero el retorno, en mi caso, es inminente.

Creo que no existen condiciones para un retorno seguro, en eso hay que ser muy responsables en repetirlo. Cada persona que regrese a Nicaragua debe hacerlo bajo su propio riesgo porque el régimen, repito, es mentiroso, y continúa todos los días poniendo en riesgo la vida de muchas personas. Es cierto que estoy mencionado en tres causas judiciales, una de esas tres llevaba a una orden de arresto judicial emitida por un juez de distrito en Managua, y esa causa fue archivada hace aproximadamente cinco semanas; sigo mencionado en otros casos, pero mi lugar está en Nicaragua, con la gente en Nicaragua y voy a regresar muy pronto.

¿Continuarán demandando el adelanto de elecciones?

Lo seguimos demandando, pero debemos admitir que han pasado dos cosas: en primer lugar, que la idea de una negociación que llevara a reformas electorales en el marco de una mesa con la Alianza Cívica, no se está dando en este momento. Lo segundo es que el mismo eco de las elecciones adelantadas ha venido perdiendo fuerza de parte de la comunidad internacional. Hemos recibido muchas preguntas de misiones diplomáticas que nos dicen: ‘¿Realmente está la oposición lista para elecciones adelantadas?’.

¿Están listos los movimientos que buscan la salida de Ortega? ¿Están hablando de preparativos para una elección adelantada o para 2021?

Mi visión particular, que no comparten algunos de mis colegas en la oposición, es que estamos listos. El Frente Sandinista está liquidado como proyecto político. Creo que la oposición debe retomar un enfoque estratégico y no tengo la más mínima duda de que Nicaragua está lista para ir a elecciones y, no a través de balas, ni de puños, sino a través de votos, enterrar de una vez por todas al Frente Sandinista.

¿Qué sucede a lo interno del movimiento que busca la salida de la dictadura? ¿Hay división?

Ni conflicto, ni división. Los músculos no ejercitados tienden a atrofiarse. No hemos ejercitado el músculo de la diversidad, el músculo del consenso, del debate. Yo veo el vaso medio lleno. Lo que mucha gente ve, la diversidad como un problema, yo la veo como parte natural de la democracia. La democracia no tiene posiciones monolíticas. Más bien me preocuparía que quisiéramos crear una oposición con una única tendencia política. Lo que está pasando en este momento son dolores de parto de la democracia. Está naciendo una nueva Nicaragua, donde nos tenemos que acostumbrar a que la diversidad, los puntos de vista distintos, las tonalidades ideológicas distintas son un proceso natural de las verdaderas democracias.

¿Cómo interpretan ustedes la actual posición del régimen, y cómo se posicionan como Unidad Nacional, como Alianza?

El régimen está atemorizado porque ya no puede contener a una población que claramente está indignada. En este momento no vemos las grandes protestas masivas, ni creo, sinceramente, que sean necesarias, (sería) más riesgo humano porque el pueblo nicaragüense ya expresó su repudio al Frente Sandinista, a Daniel Ortega, a Rosario Murillo. El Frente Sandinista está actuando con temor, el estado policial que estás viendo, fuerzas y tropas especiales frente a muchachas y muchachos con una bandera azul y blanco, solo se justifica con un partido que está atemorizado.

¿Qué opciones existen hoy para solucionar la crisis sociopolítica de Nicaragua?

Ninguna de las opciones es corta ni fácil. Personalmente, creo que ese camino tiene que ser no violento. Entiendo que, en medio de la desesperación, muchas personas empiezan a repetir, casi como un mantra, de que dictadura no va a salir por las buenas, que tiene que ser por las armas, que solo así entienden los dictadores. Ninguna guerra civil en el pasado nos ha llevado a una solución mejor que el régimen anterior. La salida va a ser complicada, pero tiene que ser por la vía cívica y por la vía de elecciones transparentes y elecciones libres.

En este momento que parece de impasse o punto muerto, ¿cómo se puede ejercer más presión para llegar a una negociación?

Hay dos formas: la presión internacional y ahí tenemos mucho qué hacer. Hemos tenido avances importantes. Ortega tenía tomada la OEA, desde el punto de vista de su narrativa antes de abril, se le arrebató la OEA, se le arrebató el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, se le ha arrebatado, inclusive, el sistema interamericano, hay un número de sanciones aplicadas, pero todavía falta mucho por hacer.

En la presión nacional, en mi opinión, lo mejor que podemos hacer es trabajar en la cohesión. Si no hay unidad va a ser difícil que la presión hacia el régimen sea la más adecuada. Lo que hemos dicho, en esa sabiduría popular de nuestra gente, (es que) tenemos que empujar la carreta todos hacia el mismo lado. Si empujamos la carreta en distintas direcciones, la presión no va a ser lo suficientemente contundente.


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