29 de junio 2021
Ana Rivas ya no se dedica más a la docencia. Dejó su natal Condega, en Estelí, porque sus días ya “no eran vida” bajo la vigilancia policial a la que fue sometida. Xiomara Alonso optó por dedicarse a su congregación religiosa. Eddy Rivera sigue denunciando los abusos que soportan sus colegas en las escuelas, aunque eso implique ver casi a diario a una patrulla frente a su vivienda. Los tres dedicaron décadas de sus vidas a formar a otros, pero el Ministerio de Educación (Mined) los despidió por cuestionar el control del Frente Sandinista.
Sus despidos ocurrieron en 2018, 2019 y 2020, respectivamente. Ellos forman parte de 140 docentes que fueron despojados de sus plazas, sin justificación. La “barrida” de educadores en universidades, escuelas de primaria y secundaria ocurrió tras las protestas de 2018. Sin embargo, el Mined continúa expulsando a quienes le incomodan. A mediados de mayo, despidió a una maestra de Juigalpa y a otra de Carazo.
La profesora Ana Rivas fue una de las primeras despedidas, tras los meses más convulsos de las protestas de 2018. Sus 17 años de docencia como bibliotecaria, maestra de secundaria, y directora le han valido el reconocimiento de la población del municipio. Cuando le entregaron su carta de despido, trabajaba en el Instituto Maristas Padre Andrés Weller, de Condega.
Desde el exilio en Estados Unidos, recuerda que las autoridades departamentales del Mined, justificaron su despido por “falta a la ética”. Sin embargo, de forma verbal, le dijeron que era represalia por marchar contra el Gobierno y apoyar a los estudiantes a través de sus redes sociales.
La decisión del Mined despertó enojo en sus alumnos, que salieron a protestar por el descontento de los despidos. A otros dos docentes también les cancelaron sus contratos.
“Yo me involucré directamente en las marchas, en las protestas del municipio de Condega, departamento de Estelí, anduve apoyando en lo que se podía para de alguna manera protestar en contra de todas las cosas que se estaban dando en ese momento. A raíz de eso, el 28 de agosto, recibí una notificación de parte del Ministerio de Educación (Mined) de que era despedida”, cuenta.
Días después de la protesta estudiantil, Ana fue la única docente que el Mined reintegró, pero lo hizo bajo la advertencia de que no debía involucrarse en ni una marcha más.
“El representante del Ministerio de Educación en ese momento (…) llegó al instituto Maristas, y directamente me dijo, que no podía protestar, que no podía manifestarme en ninguna red social, porque si no, iba a ser totalmente despedida del Ministerio de Educación”, afirma.
Aunque aceptó el reintegro, solo estuvo unos pocos meses y en enero de 2019 renunció. El asedio de paramilitares la obligó a exiliarse. No hubo más que reflexionar, después que la Policía orteguista capturó a su hijo, de entonces 18 años, padeció la impotencia de no saber qué hacer. Recuerda que el representante policial le advirtió en su despacho que, si continuaban en las marchas, ellos tenían la autoridad para montar cualquier caso, que mejor “tuviéramos cuidado”, relata.
“Los asedios de parte de la Policía fueron constantes en mi casa. Me llegaron a amenazar, los paramilitares portando la bandera del Frente Sandinista; no era vida lo que yo tenía allá. Si salía, ya salía con miedo”. Pero ese miedo la impulsó para viajar con sus dos hijos hacia Estados Unidos, donde actualmente tramita asilo político; un proceso largo y tequioso. Su hermana es su pilar, en un país que hasta marzo de 2019 para ella era desconocido.
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Xiomara Alonso López:
Despedida por reclamar salarios congelados
Xiomara Alonso López soñaba con ser médica, pero a los doce años se convirtió en educadora comunitaria y empezó a “jugar a ser maestra” con los niños del Barrio Orontes Centeno, en Tipitapa.
Durante 18 años, trabajó como docente empírica, a la vez que se formaba en la escuela normal y posteriormente, en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua para obtener su máster en Pedagogía Infantil.
El juego de niña la condujo a encontrar su vocación. Durante 36 años formó a estudiantes y docentes en las aulas de la UNAN-Managua, donde se desempeñó como profesora horaria.
El lunes 28 de enero de 2019, participó en un Encuentro Pedagógico de Interaprendizaje (EPI), en el que autoridades del Mined intentaron explicar, a su conveniencia, el impacto de la reforma fiscal, aprobada ese año. Xiomara, consciente del congelamiento de los salarios en el sector magisterial y del impacto que la medida tendría, pidió la palabra y argumentó su desacuerdo. Al terminar su intervención, sus colegas aplaudieron y Xiomara se sintió respaldada.
Dos días después, el miércoles 30 de enero, le entregaron su carta de despido como maestra de primaria en la Escuela Loma Verde, en Tipitapa. El documento no citó ningún artículo de ley, y tan solo le decían que el Mined prescindió de sus servicios, nada más. Xiomara, quien en algún momento se definió como militante del Frente Sandinista, siempre mantuvo una visión crítica, característica que chocaba con los liderazgos de las autoridades del Mined.
Cuestionaba que los colegas permitieran que los niños participaran en actos políticos, que los llevaran a marchas, que los pequeños ondearan banderas por alguna efeméride partidaria. “Los niños no se forman en las calles, el maestro tiene que estar dentro del salón de clases”, asegura.
“Cuando sos una persona crítica, ya te comienzan a ver como enemiga, y así fue. Me sentía sola, me sentía como que solo yo estaba en desacuerdo porque los maestros, aunque no estaban de acuerdo ya venían callando, ya tenían miedo”, expresa.
Con la Rebelión de Abril, no dudó en formar parte de la avalancha de ciudadanos que demandaba un cambio estructural en el país, cuestionó la versión de las autoridades que tergiversaron la realidad de la crisis y con ese discurso llegaron a las escuelas. La profesora Xiomara luchó por su reintegro, y contra todo pronóstico, ganó, pero el Mined no lo admitió; la liquidó.
Se retiró del magisterio, pero al igual que los otros docentes, también sufrió asedio, como consecuencia, su salud se desmejoró y ahora permanece bajo un cuidado estricto.
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Eddy Rivera Castillo:
“Para ellos cometí un error, y para mí es un orgullo”
El despido del profesor Eddy fue la respuesta al intento de desafiar el dominio que ejerce la Asociación Nacional de Educadores de Nicaragua (Anden), brazo político del Frente Sandinista en las escuelas del país. Cansado de la corrupción y la falta de protección a los derechos de los docentes que, en teoría, debería procurar Anden, fundó junto con otros maestros el Sindicato de la Unidad y Dignidad del Magisterio Granadino.
Rivera fue designado como el representante del sindicato, y su firma respaldó todos los documentos que introdujeron al Ministerio del Trabajo (Mitrab) para legalizar la organización gremial. Un año después, siguen esperando respuesta.
La carta de despido que le presentaron era lacónica, recuerda que en dos líneas le dijeron que ya no trabajaría más para el Mined, sin ningún respaldo legal. Consideró el acto como injusto y no la firmó.
Durante su carrera docente se enorgullece de nunca haber callado ante las arbitrariedades, pese a que eso supuso acabar de un día para el otro con 30 años de enseñanza de Lengua y Literatura.
“Para ellos -las autoridades- yo cometí un error, que para mí es un orgullo haberlo hecho. Fue haber fundado un sindicato en la ciudad de Granada, que es el sindicato de la Unidad y Dignidad del Magisterio Granadino. Nosotros llenamos todos los requisitos que exige el Ministerio del Trabajo, llevamos toda la documentación y está durmiendo el sueño de los justos”, reclamó.
Rivera pensó en demandar su reintegro, pero sabía que no obtendría respuestas positivas porque se toparía con el mismo sistema que lo despidió sin razones el 31 de enero de 2020. Desde esa fecha, el asedio policial no ha parado. Una patrulla se estaciona casi todos los días frente a su casa. Las razones de esa vigilancia, especula, puede estar relacionado con que hace años fue secretario político del Frente Sandinista de un sector en Granada, y ahora es opositor.
Reconoce que el magisterio no pasa por buenos momentos y cuenta que muchos colegas viven vigilados por un pequeño grupo de maestros “andenistas”-en referencia al sindicato Anden-, que denuncian a los maestros que no se acoplan a las decisiones del Mined. Esos vigías, los compara con “oficiales de la seguridad del Estado dentro de las escuelas”; son los mismos que les advierten a los docentes que “deben cuidar su trabajo”.
Los tres docentes consultados por CONFIDENCIAL aseguraron que después de meses, el Mined les pagó sus prestaciones sociales. Sin embargo, existen maestros a quienes aún no les han dado la liquidación.
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Despidos a docentes carecen de justificación legal
Ninguna de las cartas de despido de los tres docentes que conversaron con CONFIDENCIAL cita algún artículo que avale la decisión. El abogado José Antonio López ha defendido varios casos de maestros despedidos y ha presentado 15 recursos legales con solicitudes de reintegro. Ninguno ha prosperado. Señala que desde abril de 2018 se dieron “despidos descarados y sin causa, sin cumplir el debido proceso”.
Según la Ley 114 o Ley de Carrera Docente, entre los derechos de los profesores se incluye la estabilidad en su cargo, lo que significa que no pueden ser removidos o despedidos sin causa justificada; hecho que contradice los despidos arbitrarios que ha cometido el Mined durante los últimos tres años.
La ley contempla, que entre las causas de retiro y suspensión, está la jubilación o invalidez, aceptar otro cargo que sea incompatible con el que desempeña o por abandono del cargo o incumplimiento reiterado, así como delitos establecidos en el Código Penal. Ninguno señala represalia política.
“Te aplican una figura que es para la empresa privada, y es el artículo 45. Desde ahí, esto es ilegal porque no tiene un sustento, y no está ajustado desde el punto de vista jurídico, a lo que la norma te dice… La Constitución Política te dice (que tenés derecho) a ser juzgado de conformidad a la ley, ¿y cuál es la ley que te regula a los docentes? La Ley de Carrera Docente”, cuestiona el especialista en Derecho Laboral.
La maestra Lesbia Rodríguez, secretaria general de la Unidad Sindical Magisterial, explica que a los maestros los despiden por no obedecer las orientaciones que emana el Mined.
“Ahora, cuáles son las disculpas que ellos les dicen, solamente les dicen, aquí desobedeciste, aquí te han visto en marchas, aquí te vieron en las redes. Ese es el único motivo por el cual, el maestro es despedido. Cuando el maestro pide una explicación del porqué de su despido, qué artículo le están aplicando, ellos dicen: ‘No, aquí viene la orden de arriba y nosotros solo la obedecemos’”, expresó.
El costo de los despidos: menor calidad educativa
Los despidos de docentes también agudizan la crisis crónica de la calidad educativa en Nicaragua. En las universidades se pierden investigadores y en las escuelas, se prescinde de quienes tienen más experiencia o han desarrollado un pensamiento crítico.
“Estamos muy por debajo del promedio regional. ¿A qué se debe? A que no tenemos suficientes maestros competentes para que les den a los estudiantes la formación adecuada. Ya teníamos un problema de calidad. Si a eso sumamos que, a quienes despiden generalmente es a quienes tienen opinión, a quienes expresan su opinión, ¿qué mensaje estamos dando?”, reflexiona la especialista en educación, Melba Castillo.
“En términos de formación, si nosotros lo que estamos forzando es a una educación autoritaria, vertical, rígida, que solamente escucha lo que se le dice en el libro, y el libro, ya sabemos que en muchas ocasiones, lo que tiene es el culto a la personalidad, ¿qué capacidad de pensar le estamos dando a los estudiantes? Creo que ninguna. Me parece a mí que tenemos que luchar todos, y buscar cómo formar ciudadanos y para formar ciudadanos necesitamos formar también a maestros ciudadanos”, expresa.
Sin embargo, entre el gremio docente impera el miedo a contrariar a las autoridades porque saben, se arriesgan a ser despedidos. El profesor Eddy señala que sus casos sirven de ejemplos para los otros. La maestra Xiomara indica que mientras no “pierdan el miedo”, seguirán “jugando con su dignidad”. Pero es que tampoco la situación es tan fácil en Nicaragua para que un docente, aunque piense diferente, renuncie, explica la maestra Ana.