19 de abril 2020
“No sé por dónde empezar. Me tiemblan las manos. Mis latidos están acelerados y mis lágrimas salen como la primera vez que lloré cuando me di cuenta que me estaba hundiendo”, escribe “K” en su cuenta de Twitter.
Ella es una de las jóvenes nicaragüenses que decidió compartir su historia de violencia, tras la ola de denuncias que surgió después que se revelara la existencia de un grupo de WhatsApp llamado “La Liga”; en el que una veintena de hombres se dedicaba a compartir fotografías íntimas, sin consentimiento, de sus novias, amigas y jóvenes que convencían para intercambiar “nudes” o “packs”.
Este grupo fue denunciado públicamente por la plataforma feminista “El blog de la denuncia”, un espacio creado en enero de este año, en el cual las mujeres que han sido víctimas de violencia sexual, física, psicológica o acoso pueden denunciar a sus agresores con nombre y apellido. Y aunque en los últimos meses han estado compartido denuncias, fue hasta hace una semana que, testimonios como el de “K”, quien fue golpeada física y psicológicamente por su expareja, incrementaron.
“Desde que comencé a ver los testimonios de personas exponiendo a sus abusadores, comencé a recordar todo lo que yo viví, eso que sentía que no podía hablar. Pero, por fin, decidí no seguir callando”, escribió la joven al comenzar a compartir su testimonio de violencia.
¿Qué es el grupo “La Liga”?
Las denuncias sobre este grupo de WhatsApp comenzaron a llegar a las redes sociales de “El blog de la denuncia”, el jueves nueve de abril. Las muchachas que lo hicieron, enviaron un listado con los nombres de quienes pertenecían al grupo y adjuntaron pruebas que el colectivo valoró antes de publicar.
“Todas las denuncias cumplen un protocolo. Recepcionamos el relato de la víctima y lo publicamos tal y cual como ella lo dio. La víctima nos envía pruebas, no todas se publican para no contaminar evidencia, por si después quiere llevar un proceso legal (…) En el caso de esta denuncia, se cumplió con todos los protocolos y decidimos publicarla”, explica una de las fundadoras de este colectivo.
Según denuncian, “La Liga” es la consecuencia de una carpeta de Dropbox, una plataforma digital de almacenamiento en la nube, que fue creada entre 2007 y 2008, para guardar fotografías de desnudos de mujeres y adolescentes que eran enviadas en confianza a sus parejas. A este archivo tenían acceso solo hombres. Sin embargo, desde el 2014, estos crearon un grupo en WhatsApp en el que comenzaron a enviar las imágenes.
Después que se expuso la identidad de este grupo, muchas mujeres comenzaron a escribir, por privado y en público, que ellas habían sido víctimas de estos hombres y además agregaron a otros que también habrían estado involucrados. Por su parte, hubo algunos miembros del grupo que reconocieron su participación y pidieron disculpas públicas, mientras otros exigieron pruebas.
“Quiero negar absolutamente haber formado parte en algún momento de ese grupo de WhatsApp/Dropbox de La Liga, aparecer —difamatoriamente— en ese listado es un llamado a crear conciencia y rechazar esos actos. Si existe alguna evidencia que tan siquiera demuestre mi pertenencia o participación en alguno de esos espacios referidos, le ruego las haga pública porque no tengo nada que ocultar”, dijo uno de los acusados.
La fuerza de #MeTooNicaragua
Tras el nacimiento del movimiento feminista #MeToo (Yo te creo) a nivel internacional, en 2017, las denuncias en redes sociales se han vuelto un mecanismo para romper un silencio con el cual habían contado los agresores para ejercer violencia en impunidad, debido a la inacción de las autoridades.
“La denuncia social se ha convertido casi que en la única estrategia de denuncia que tenemos las mujeres, teniendo en cuenta que vivimos en un Estado machista, gobernado por un presidente violador: de la constitución, las leyes, la ciudadanía y las mujeres en particular” explica, María Martha Escobar, fundadora de diversas iniciativas feministas en Nicaragua.
Estos espacios, añade, han sido aprovechados por las jóvenes que tienen acceso a internet y conciencia de sus derechos, y han decidido no callar más.
Sin embargo, denunciar un caso de violencia no es fácil. Al hacerlo las mujeres se enfrentan a un camino de procesos legales de revictimización, impunidad, desconfianza, estigma social y antes de decidirse a contar su testimonio, viven procesos personales de sanación y de aceptación, pues incluso en algunos casos es difícil reconocer que han sufrido violencia.
“Quien piense que es sencillo y que no cuesta nada, no solo padece de una enorme ignorancia de los traumas que generan los abusos, las violaciones, las manipulaciones, sino que carece de una enorme capacidad de empatizar con las verdaderas víctimas. Hay personas que pasan años para que puedan identificar que padecieron violencia, entonces venir a sacarlo en el momento en que sea, es un gran reto y no es un camino sencillo”, asegura Alondra Sevilla, del Movimiento Feminista de Nicaragua.
A los hombres se les cree, a las mujeres no
En la vía penal tampoco hay muchas garantías para las víctimas de violencia de género, pues aunque existe la Ley Integral contra la Violencia hacia las Mujeres o Ley 779, los casos que prosperan son pocos, mientras los femicidios, —la forma más extrema de este tipo de violencia—, aumentan cada año. En 2018 se contabilizaron 57; en 2019: 63, y en los primeros tres meses de 2020 se reportan 17, según el monitoreo de Católicas por el Derecho a Decidir.
Las mujeres, que a pesar de esto se animan a denunciar por la vía legal o en redes sociales, se enfrentan a la descalificación de sus historias, pues, incluso en estos casos, los hombres tienen el privilegio de la presunción de inocencia, por encima del testimonio de las víctimas.
“La violencia contra las mujeres está tan normalizada que estos, que son delitos graves, no se conciben en el imaginario como lo que son: unos delitos graves. ¿Y qué pasa con las que están del otro lado?, muchas veces dicen: ¿cómo es posible? ‘Yo meto mis manos al fuego por esta persona’, pero también es bien doloroso y muy difícil reconocer que esas personas a las que uno quiere y en las que uno confía pueden ser agresores. Es mucho más sencillo voltear la mirada”, señala Sevilla.
Por su parte, Escobar afirma que otro factor para creerle per se a los hombres, es el machismo, muy arraigado en la sociedad nicaragüense, por el cual estas denuncias son tomadas como acto de venganza personal y no de defensa y reivindicación.
“Como feministas queremos que la gente entienda que todo esto que está pasando no es una guerra de los sexos, tampoco un show mediático. Es algo serio. Estamos hablando de situaciones de abuso y violencia en todas sus formas, que legalmente constituyen un delito”, dice Escobar.
Sororidad respalda las denuncias
Las decenas de denuncias de violencia que han surgido desde el nueve de abril, a través de Twitter, han sido respaldadas por varios colectivos feministas, además de “El blog de la denuncia”, permitiendo la continuidad de los testimonios y la sensibilización de la violencia de distintos tipos.
“Denunciar en redes sociales es también un acto de protección a futuras víctimas, que otras mujeres logren identificar al agresor, como una advertencia social de que estos tipos son un riesgo para otras mujeres. Es un acto de fortaleza porque además los hombres no contarán más con el privilegio de nuestro silencio”, afirman integrantes de “El blog de la denuncia”.
Este colectivo, además, afirma que ha recibido más de 500 denuncias, de las cuales solo han publicado 47 en sus cuentas de Twitter, Facebook, Instagram y en un canal de Telegram. El promedio las edades de las víctimas es de entre 14 y 35 años. Sin embargo, hay muchas otras denuncias que están siendo compartidas en las cuentas personales de las víctimas, que se han cobijado por el apoyo virtual de otras mujeres.
Varios movimientos feministas están convocando marchas virtuales, bajo el título “#YoTeCreo”, con contenido a través de redes sociales como mensajes, canciones, poemas, artes y fotos de apoyo a todas las mujeres que han denunciado a sus agresores. Todo este contenido será compartido usando el hashtag #TeAcuerpamosTeCreemos.
Asimismo, otros espacios como Sanarte, un colectivo de psicólogos que nació en 2018 y brindan atención psicológica, han activado líneas de ayuda para las mujeres que lo necesiten acompañamiento en todo el proceso de denuncia.