20 de febrero 2023
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En ocho días la dictadura orteguista anuló ilegalmente la nacionalidad de 317 nicaragüenses críticos y ordenó la confiscación de los bienes de 94; sin embargo, más que una muestra de poder, el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha revelado una “debilidad política” y la existencia de un Gobierno guiado por un “miedo profundo” a las protestas de un “pueblo organizado”, destacaron tres ciudadanos declarados “apátridas” y despojados sus derechos ciudadanos a perpetuidad.
La poeta y novelista Gioconda Belli, el académico Ernesto Medina y la líder campesina Francisca Ramírez conversaron con el periodista Carlos Fernando Chamorro, director de CONFIDENCIAL, en el programa Esta Semana, transmitido en el canal de Confidencial Nica en YouTube.
A estos cuatro nicaragüenses, todos en el exilio, la dictadura les arrebató la nacionalidad junto con otros 90 nicaragüenses, ordenó la confiscación de sus bienes y declaró “prófugos de la justicia”, este 15 de febrero.
“Ninguno de nosotros se va a sentir desnacionalizado, lo nicaragüense lo llevamos adentro, no nos lo puede quitar nadie; pero, entonces, nos dañan con el asunto de los bienes, que es bastante cruel, inhumano y destinado a dejarnos, por un lado, sin país y, por otro lado, sin casa”, dijo la escritora Belli, exiliada en Madrid, España.
“Es como quitarte —añadió— todos los asideros que tenés sobre la tierra, pero no lo van a lograr hacer, pero el gesto implica una crueldad superlativa”.
La líder del Movimiento Campesino Anticanal, quien se encuentra refugiada en Costa Rica, opinó que “el único traidor a la patria es Daniel Ortega, que le entregó la soberanía nacional al chino Wang Jing, en 2013”.
“Reto a Ortega a que, si yo soy culpable de algo, nos veamos en un tribunal y me demuestre que nosotros, a quienes nos ha quitado la nacionalidad, somos delincuentes”, destacó Ramírez.
“Somos personas que nos apegamos a la Constitución Política, que (establece) que cualquier persona que esté descontenta pueda manifestarse, y es lo que nosotros hemos hecho, y gracias a Dios decidimos por la lucha civil”, subrayó la líder campesina, quien encabezó las protestas para frenar las expropiaciones de tierras que pretendía ejecutar el Gobierno en la franja canalera en la zona de Nueva Guinea.
La pesadilla de Ortega y Murillo
Para el académico Ernesto Medina, exiliado en Alemania, las últimas acciones del régimen muestran una “debilidad política”. “Desde abril de 2018, ni Daniel Ortega ni Rosario Murillo duermen tranquilo, cuando cierran los ojos comienzan a ver las grandes manifestaciones de abril y mayo, esas calles llenas de banderas azul y blanco, de gente gritando, sintiéndose libres”.
“Eso para Ortega es una pesadilla que no se le borra, y al ver de que, a pesar de todo lo que ha hecho, no han podido borrar esa imagen, y saben que ese pueblo está por ahí, aunque atemorizado y sin poder expresarse en estos momentos, pero saben que un mal paso que den y la gente volverá a salir a la calle, volverá a gritarles y volverá a exigir de que salgan para que podamos construir la Nicaragua que nosotros soñamos”, comentó Medina, exrector de las universidades Autónoma de Nicaragua (UNAN-León) y Americana (UAM), respectivamente.
Valoró que la excarcelación y destierro de 222 reos políticos, y su posterior desnacionalización, así como la negativa de monseñor Rolando José Álvarez de abordar el avión para irse a Estados Unidos, fue “un boomerang” que le “explotó en la cara” a Ortega y Murillo.
El primer grupo al que el régimen anuló su nacionalidad fue de 222 expresos políticos, que fueron desterrados a EE. UU., el pasado 09 de febrero. Al día siguiente, Ortega sumó a la lista a monseñor Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa y Administrador Apostólico de la Diócesis de Estelí, condenado a más de 26 años de prisión tras negarse a ser desterrado por la dictadura a territorio estadounidense.
Intentan borrar liderazgos políticos
De acuerdo con Medina, el régimen ha comenzado a recurrir —de forma errónea e infructuosa— a acciones que considera le dan “fuerza” a la imagen del “gobernante que puede todo, que puede decidir sobre la vida y las propiedades de los nicaragüenses”.
“Ellos quieren hacer todo, lo que puedan, para eliminar o tratar de borrar, lo que ellos creen, es el liderazgo que podría ponerse al frente, de un nuevo movimiento de masas (como el de 2018”, subrayó el exrector.
Belli opina que que las acciones de la dictadura “dan la idea de un Gobierno inmaduro, guiado por impulsos (dominados) por un miedo profundo al pueblo”.
“Todavía se les ve el terror que les dejó 2018. Con esto están poniéndole a la gente un miedo más, o sea, diciéndoles ‘no solo te podemos echar preso, te podemos quitar la nacionalidad, te podemos quitar todo lo que tenés’. Están tratando de cerrar el cerco de miedo en que tienen metida a Nicaragua”, detalló la poeta.
Por su parte, Ramírez consideró que Ortega y Murillo pretenden “desviar la atención” de los opositores. “(Quieren que) nos dediquemos a mover nuestros problemas personales y que no sigamos viendo por nuestra patria, no sigamos demandando el retorno de la democracia”.
“No lo van a lograr porque estamos muy claros que Nicaragua tiene que ser libre (…) Los campesinos tenemos diez años de lucha, y más bien (la desnacionalización), te rectifica en la lucha”, sentenció la líder campesina.
Ortega pierde apoyo entre partidarios
Medina resaltó también la pérdida de apoyo del régimen entre los mismos partidarios del Frente Sandinista y los empleados públicos. “Hay un rechazo generalizado a la condena contra monseñor Rolando Álvarez, que es un acto de venganza de Daniel Ortega”.
“Poco a poco ese servilismo, que caracteriza a la gente que rodea a Ortega y Murillo, está llegando a un punto peligroso —para ellos— de rompimiento”, apuntó el académico.
“Lo más grave —continuó— para Ortega y Murillo es que, cada día, van a tomar acciones y decisiones más descabelladas, más inescrupulosas; obviamente, la gente que tiene un mínimo de dignidad, de principios, llegará a un punto en el que diga ‘basta esto, ya no puede ser’”.
La líder campesina indicó que el encarcelamiento de Álvarez “es algo que el pueblo no le perdona (a Ortega)”, y que “dentro de sus mismos seguidores hay muchos católicos, que en secreto secreto dicen que las cosas no están correctas”. Recordó que, cuando los campesinos iniciaron a marchar, los simpatizantes sandinistas les reclamaban que “ustedes están confundidos porque el comandante es una buena persona, piensa en el bien del país”. Sin embargo, ahora los mismos fanáticos reconocen: “ustedes tenían la razón, nos arrepentimos, sentimos resentimientos porque, en su momento, no les hicimos caso y hoy estamos totalmente indefensos”.
“Esto que hizo nos está uniendo, no nos está dividiendo, porque hoy está claro que (Ortega) es una persona dispuesta a lo que sea —incluso tener de rehenes a su propia gente— para mantenerse en el poder”, destacó Ramírez.
Impacto de las confiscaciones
El viernes pasado, la Procuraduría General de la República (PGR) confiscó 16 apartamentos del complejo habitacional “Amazonia”, y la Dirección de Operaciones Especiales (DOEP) de la Policía allanó la vivienda de la periodista Sofía Montenegro y la abogada Azáhalea Solís, ubicada en el mismo residencial en Reparto San Juan. Ambas ciudadanas son parte del grupo de 94 nicaragüenses declarados “apátridas”.
Fuentes del residencial informaron a CONFIDENCIAL que los dueños de los apartamentos fueron citados el jueves a la PGR, para notificarles el sorpresivo despojo de sus propiedades —que les han pertenecido por más de 30 años— a manos del Estado, a pesar que no existe ningún proceso o reclamo anterior que justifique la apropiación de los inmuebles.
Las opciones que la PGR le dio a los habitantes de “Amazonia” fueron pagar un arriendo mensual de 500 dólares para seguir en sus viviendas, o desalojar los apartamentos.
Sobre este tema, Belli expresó que, generalmente, “hemos pensado que (Ortega y Murillo) ya llegaron a un tope, y siempre nos sorprenden haciendo algo más de lo que no esperábamos que podía pasar”.
Dijo que, “ahora más que nunca, la oposición nicaragüense tiene la obligación de dejar de lado sus egos y proyectos personales, y que todos nos juntemos para apuntar en una sola dirección, que es el fin de la dictadura de Ortega- Murillo, que es lo único que nos va a permitir realmente liberar a nuestro país”.
“Me parece —agregó— que hay una condición actualmente importante para lograrlo, tenemos ya muchos líderes afuera, tenemos la opinión internacional a nuestro favor”.
Sobre las confiscaciones, Medina apreció que “los inversionistas están viendo Nicaragua con muchísima preocupación”, por lo que “los tipos de inversiones que se pueden sentir bien en Nicaragua son las que terminan destruyendo los países, como los capitales ilegales que son productos de negocios ilícitos”.
“Para ellos Nicaragua es un paraíso, porque basta con que encuentren a alguien que se siente cobijado por la sombra del poder, que sabe impune y que pueda hacer lo que le da la gana; obviamente, ese es el socio ideal para este tipo de gente”, explicó el exrector.
“El peligro de Nicaragua es deteriorarse aceleradamente, y convertir la economía del país en paria, que es en lo que Ortega y Murillo están convirtiendo a Nicaragua”, sentenció.
