9 de noviembre 2019
El dictador Daniel Ortega se pronunció este viernes contra el sector privado nicaragüense y minimizó el cierre de empresas en medio de la crisis social, política y económica que vive el país desde abril de 2018.
En un acto partidario, transmitido de manera obligatoria por todas las estaciones de radio y televisión, Ortega criticó a las empresas porque, según dijo, piden exoneraciones y no pagar impuestos para “tener siempre grandes utilidades”.
“¿Qué están quebrando algunas (empresas)?, ¡qué quiebren!”, exclamó.
Esta semana la empresa británica British American Tobacco, sucursal Nicaragua, despidió al 30% de su personal en el país, como consecuencia de un alza en el impuesto del cigarrillo de hasta un 210% que obligó a aumentar los precios y a una reducción de un 40% en sus ventas, debido a un incremento del contrabando.
Persiste en acusaciones
Las empresas formales en Nicaragua “quieren ganar más de los que ganaban antes de que quisieron destruir la economía”, lanzó Ortega, en alusión a las manifestaciones contra su Gobierno que estallaron el 18 de abril de 2018 por unas impopulares reformas a la Seguridad Social.
El mandatario acusó a una parte de empresariado, a los que no identificó y tampoco presentó pruebas, de ser parte de la “conspiración” que, a su juicio, intentó derrocarlo con el estallido social de hace casi 19 meses.
Sostuvo que hay empresas en Nicaragua que “siguen financiando la conspiración” y ahora ponen condicionantes de orden político para levantar la economía, que el año pasado se contrajo un 3.8 %.
Él, el “único” camino
“Si un empresario quiere poner condicionante de orden político, que forme un partido político y veremos cómo le va en las elecciones”, instó.
Ortega sostuvo que “esos son los mensajes” que recibe del sector privado nicaragüense para buscar una salida a la crisis.
“El único camino que tienen es ese, trabajar dentro de las leyes de mercado que están funcionando en Nicaragua”, agregó.
El Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep) y la Cámara de Comercio Americana de Nicaragua (AmCham), principales patronales del país, forman parte de la opositora Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, que era la contraparte del Gobierno en una mesa de negociaciones que el mandatario dio por concluida unilateralmente el 30 de julio pasado.
“Siguen aferrados a su plan político golpista y por ese camino, sencillamente”, prosiguió Ortega, que se opuso a dialogar sobre temas políticos, adelantar las elecciones previstas para noviembre de 2021, o que renuncie al poder.
El mandatario hizo un llamado a los empresarios a la “reflexión” y dejar atrás la “confrontación”.
Los piquetes incómodos
Asimismo, Ortega criticó a los manifestantes opositores que realizan piquetes espontáneos contra su Gobierno, a los que tildó de “grupos terroristas”, así como a algunos obispos, a quienes no mencionó por sus nombres.
“Hay unos cuantos esquizofrénicos y sepulcros blanqueados que son parte de la conspiración”, señaló el mandatario, que pidió a los obispos cuidar de su Iglesia y ver la viga en su ojo.
Ortega ofreció ese discurso durante un acto en el que rindió un homenaje póstumo a uno de los fundadores del Frente Sandinista, Carlos Fonseca Amador, muerto en combate en el norte del país en noviembre de 1976.
Nicaragua sufre una grave crisis que ha dejado 328 muertos confirmados desde abril de 2018, de acuerdo con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Celebra excarcelación de Lula
Ortega celebró este viernes la excarcelación del exmandatario brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, de quien dijo “barrería” si en este momento se realizaran elecciones en Brasil y se presentara como candidato.
Detalló que siguió por televisión la liberación de Lula, porque quería estar seguro si lo excarcelaban o no.
Observó que Lula salió en libertad con vitalidad, fortaleza, coraje y con “ese espíritu que no lo ha perdido”, a pesar de haber permanecido en la cárcel más de año y medio, donde cumplía una condena por corrupción.
Ortega envió un saludo a Lula, al Partido de los Trabajadores y auguró que “si hubiera una elección ahorita, Lula barre en esa elección, gana la elección”.
El exmandatario brasileño, de 74 años, que asegura ser víctima de una “persecución judicial y política”, estaba encarcelado desde el siete de abril de 2018 en Curitiba, capital del estado de Paraná.
Además de la condena por el conocido como “caso triplex”, el también exlíder sindical brasileño debe enfrentarse todavía a una serie de procesos judiciales.
El exgobernante recurrirá ahora en libertad una condena a ocho años y diez meses de cárcel por corrupción pasiva y blanqueo de dinero, hasta agotar todos los recursos disponibles en el sistema judicial brasileño.