1 de agosto 2021
La Iglesia católica de Nicaragua celebró este sábado una misa de desagravio por la histórica imagen de la Sangre de Cristo de la Catedral de Managua, que fue calcinada el 31 de julio de 2020, en un acto que el papa Francisco calificó de “atentado”, mientras que las autoridades nicaragüenses lo determinaron como un “accidente”.
El cardenal Leopoldo Brenes, quien presidió la misa, brindó un mensaje a los creyentes en el que resaltó la capacidad de los cristianos para perdonar y amar, frente al impacto que causó el incendio parcial del templo católico que calcinó la imagen de la Sangre de Cristo de 383 años, y ante la cual, en 1996, el papa San Juan Pablo II se arrodilló y oró.
“Ese momento triste hace un año, cuando a esta hora la noticia recorría el mundo registrando cómo nuestra imagen de más de 300 años, venerada por personas sencillas y humildes de corazón, experimentaba un atentado bochornoso, producto del odio a la fe de todos nosotros”, dijo el cardenal.
“Todos nosotros hemos, este año, experimentado sentimientos entrecruzados, pero teniendo un punto de referencia, el perdón y el amor”, señaló el purpurado.
Hace un año, tras el incendio, el cardenal calificó los hechos como “un acto terrorista” en contra de la Iglesia católica. “Es un acto verdaderamente condenable de mi parte, como también de mis colaboradores, y quiero decir claramente que fue un acto planificado, planificado con mucha calma por la persona que lo hizo”, dijo entonces.
“Nos parecía mentira”
El sacerdote Luis Herrera recordó lo que sintió el clero tras el incendio, que si bien calcinó la imagen esta no se vino abajo, lo que es considerado por los religiosos como un milagro.
“Nos parecía mentira, nos parecía que no estaba pasando, pero es así. Se presentó entre nosotros el cardenal y comenzamos a enfrentar la situación tan dura, de ver nuestra imagen calcinada, un dolor profundo nos embargaba y nos embarga hasta el día de hoy”, recordó el rector de la Catedral Metropolitana de la Inmaculada Concepción de María de Managua, Luis Herrera.
Según los testigos, el hombre que ingresó al templo vestía una camisa color celeste y bastante holgada con la que ocultaba el explosivo, preguntó la ubicación exacta de la capilla de la Sangre de Cristo y luego se dirigió al lugar indicado. Minutos después observaron las llamas que salían de la capilla.
De acuerdo con la versión policial, el fuego se desató cuando un candelabro cayó sobre un recipiente con alcohol ubicado cerca de la Sangre de Cristo.
Una investigación del no gubernamental Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) determinó que la versión más probable era la del atentado, debido a que el fuego causado por una veladora y el alcohol habría alcanzado 36.1 grados Celsius, insuficientes para derretir la estructura metálica y los cristales que protegían la imagen, y calentar el ambiente en un espacio con una circulación de aire constante.
El incendio reavivó las diferencias entre la Iglesia católica y el presidente Daniel Ortega, quien ha insistido en acusar al Episcopado de haber estado detrás de un supuesto “golpe de Estado fallido”, tal como se refirió a las protestas multitudinarias de 2018 en su contra, y que redujo con ataques que dejaron cientos de presos, muertos o desaparecidos.
Abren la Catedral
Aunque las puertas de la Catedral están cerradas para la celebración de ceremonias religiosas, Brenes admitió visitantes para la acción de desagravio.
Desde tempranas horas, inició la jornada de oración a la que el cardenal llamó “el día del silencio”. Las compuertas de la capilla de la Sangre de Cristo fueron abiertas para que los feligreses levantaran sus plegarias ante la imagen calcinada. Cientos de fieles aprovecharon para acercarse a la imagen, ante la cual algunos se arrodillaron y oraron.
“El silencio habla mucho, cuántas veces Jesús guardó silencio ante sus acusadores, el silencio cuestiona, el silencio fortalece hoy”, reflexionó Brenes.
Brenes se unió a la discreta romería antes de cerrar el acceso a la capilla e iniciar la misa, transmitida por televisión en un país donde el 58.5% de sus 6.5 millones de habitantes dice profesar la fe católica, según datos oficiales.
Las recomendaciones que dio la iglesia para asistir a la misa de desagravio fue portar mascarilla, portar vestimenta blanca y negra y guardar la distancia entre los asistentes, sin embargo la feligresía se desbordó.