6 de febrero 2019
Cada día, periodistas y medios independientes en Nicaragua tienen una batalla que librar: informar, pese a que la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, con sus fuerzas irregulares, conspiran para ahogarlos económicamente, asediarlos, criminalizarlos y callar su labor.
“Los recursos son cada vez más escasos. Salir a la calle también representa un gran desafío para nosotros. Tenemos que replantearnos nuestro trabajo todos los días”, lamenta Ivette Munguía, periodista del diario La Prensa, el periódico nacional más antiguo del país y cuya edición impresa está en cuenta regresiva, ante el bloqueo oficial de sus tintas y papel.
El diario calcula que si la Dirección General de Aduanas (DGA) no libera el papel y demás materias primas que mantiene bloqueadas desde septiembre de 2018, su edición impresa no podrá seguir circulando a mediados de este año. Su vecino y tradicional competencia, El Nuevo Diario, también dejaría de imprimirse un par de meses antes por el mismo bloqueo.
Diarios en agonía
“Es bastante difícil, porque tenemos (papel) para imprimir el periódico hasta abril. Si el Gobierno, si la Aduana, no nos entrega nuestra materia prima, es probable que El Nuevo Diario solo quede en línea”, explica su subdirector Douglas Carcache, tras argumentar que la conexión a internet aún es irregular, costosa y escasa para la mayoría de los nicaragüenses, que verían más limitado su derecho a la información.
Meses atrás, el grupo editorial ND Medios, que imprime El Nuevo Diario, ya tuvo que suspender indefinidamente la impresión de su diario popular Q’Hubo. “Fue una medida para ahorrar papel y alargar la existencia de El Nuevo Diario… si seguíamos imprimiendo los dos, se acortaba la existencia de papel y de materia prima”, detalla Carcache.
Los diarios nicaragüenses se han visto forzados a “adelgazar”. El Nuevo Diario limitó su circulación diaria a solo cinco días de la semana, y su edición se redujo de 24 a 16 páginas. Y La Prensa, aunque aún circula a diario, achicó su edición de 16 a 12 páginas.
La DGA no ha dado ninguna explicación sobre el bloqueo a ninguno de los dos diarios. Tampoco han acatado las resoluciones favorables para entregar las 92 toneladas de papel, planchas, gomas, reveladores y otras materias primas reclamadas por La Prensa.
“No hay razón. Hicimos una apelación en el tribunal de la Aduana, y en dos apelaciones nos dieron la razón. Llevamos esa apelación y no nos dan respuesta”, reclama su director, Jaime Chamorro Cardenal.
A su juicio, hay una clara intención oficial de decir a los diarios: “A ustedes no los vamos a cerrar, pero se van a tener que cerrar”.
Ambos medios ahora apuestan por subsistir con planes de suscripción digital. La Prensa estrenó su plataforma de pago en octubre de 2018, y El Nuevo Diario lo hizo a finales de este enero.
“La mayor parte del dinero (suscripciones) viene del exterior. A cuenta del exterior, La Prensa va a seguir sea como sea”, afirma Chamorro Cardenal.
Canales bajo asedio
La televisión también está en la mira del régimen. A pesar de contar con la mayor audiencia del país, Canal 10 no es inmune a los intentos de censura. Antes de la Rebelión de Abril, su propietario, el empresario mexicano Ángel González, operaba como un aliado del régimen, pero ante la magnitud de la represión —que ha dejado 325 muertos— sus periodistas demandaron un cambio en la línea editorial del noticiero Acción 10, antes más dedicado a la nota roja.
La decisión de los periodistas, respaldada por su jefe de información, Mauricio Madrigal, provocó la ira de la dictadura. Primero intentaron tomarse el noticiero y se activó la alerta sobre un posible cambio en su línea informativa. Sin embargo, la presión social y la postura de sus periodistas, evitaron que el régimen lograra su cometido, aunque los dejó bajo asedio.
“En el canal hay presencia de instituciones fiscales. Yo no sé si realmente eso es normal, pero se piden estados de cuenta de hace cuatro o cinco años. También hay equipos de la Dirección General de Impuestos rastreando una gran cantidad de documentos, y no sé si lo harán en otros medios, inclusive en medios oficialistas”, cuestiona Madrigal.
El jefe de información de Acción 10 considera que el ejercicio periodístico vive tiempos de mucho riesgo. En las calles han enfrentado agresiones, destrucción y robo de equipos.
La periodista Geraldine Domínguez relata que ha sido agredida por simpatizantes del Gobierno durante sus coberturas. “En las redes también he sido bien atacada, han tratado de denigrar mi imagen de una manera bien fea”, relata.
La Fundación Violeta Barrios de Chamorro contabilizó 712 agresiones a la prensa independiente entre abril y diciembre de 2018. Y las agresiones no han parado en 2019.
Recientemente, los periodistas de Canal 12, el último canal independiente del país, sufrieron el asedio policial durante cuatro días consecutivos, cuando Telcor también ordenó no transmitir los programas independientes Danilo Lacayo En Vivo, Esta Noche y Esta Semana. Sus propietarios y periodistas optaron por no brindar declaraciones para este artículo, argumentando medidas de seguridad.
Para Fabián Medina, jefe de información de La Prensa, los periodistas nicaragüenses son herederos de una tradición de resistencia, denuncia y exigencia de las libertades.
Madrigal pide confianza en que su equipo continuará leal “a esa necesidad informativa en este momento importantísimo para la historia de Nicaragua”.