19 de julio 2020
La intubación endotraqueal se utiliza en dos contextos. El primero, cuando los médicos aplican anestesia general, y el segundo en emergencias, es decir, cuando el paciente tiene dificultades para respirar por sí mismo debido a un paro cardiorrespiratorio o a la insuficiencia respiratoria aguda. Este último es el caso de quienes desarrollan la covid-19 de forma grave y limitan sus esperanzas de recuperarse o rendirse ante la enfermedad. Ser intubados es el último recurso para recibir respiración artificial.
“La intubación es necesaria solo para los casos graves. Cuando el paciente ya no puede respirar adecuadamente se conecta a una máquina de ventilación para aumentar sus probabilidades de sobrevivir, pero si pasan 15 días o más de estar en esta condición, sus posibilidades disminuyen”, explica el médico anestesiólogo, Fernando Rojas.
Para muchos pacientes con la covid-19, la intubación resulta ser un proceso invasivo y traumático que prefieren evitar. Ya sea por miedo o por cederle el espacio a alguien más. En Estados Unidos ya hay casos de personas que exigen, desde que son ingresados, que en ellos no se aplique a este procedimiento.
¿Qué es la intubación endotraqueal?
En términos simples, la intubación es el procedimiento que se realiza previo a conectar a un paciente a un ventilador o respirador. En operaciones, cuando se aplica por el uso de anestesia, el paciente suele durar unas cuantas horas conectado, pero en tiempos de covid-19 hay casos que pasan más de dos semanas intubados. Durante este tiempo están sedados, se alimentan vía intravenosa y respiran a través de la máquina, mientras su cuerpo lucha por volver a hacerlo por sí mismo.
Según reveló el Minsa, en el libro blanco sobre la covid-19, en el país hay 449 ventiladores. A esta cantidad se suman 70 que habrían sido adquiridos recientemente por el Estado.
Hay dos formas para realizar la intubación. La más común es la “intubación orotraqueal” que se realiza introduciendo el tubo traqueal por la garganta. La segunda forma es introduciéndo el tubo desde las fosas nasales, este último método se conoce como “intubación nasotraqueal”. Sin embargo, este se realiza generalmente en cirugías maxilofaciales.
El procedimiento de intubado dura menos de un minuto. Inicialmente el paciente es sedado con hipnóticos y relajantes de actuación rápida. Después se le abre la boca y se introduce en la garganta un laringoscopio, que es una herramienta médica que sirve para apartar la lengua e ilumina la zona donde el tubo endotraqueal será conectado.
Cuando ya está despejada la tráquea, el médico inserta el tubo y se asegura de manipularlo para que llegue hasta los pulmones. Después, este es fijado dentro del cuerpo inflando un pequeño balón que forma parte del tubo endotraqueal conocido como “neumo”, que se ubica cerca del extremo que permanece dentro del organismo y sirve para evitar que el tubo se salga.
En el exterior el tubo es sujetado con cintas y seguidamente el paciente que acaba de ser intubado se conecta a un ventilador artificial donde recibe oxígeno de forma regulada. Durante el procedimiento quienes podrían tener complicaciones médicas son las personas con obesidad y aquellos que tienen el cuello corto.
Los riesgos para pacientes y sanitarios
“Los pacientes obesos son los que tienden a morir más rápido, al haber un exceso de grasa, cuando están en sedación comprimen más sus pulmones y evita que se expandan de una manera efectiva”, aseguró en un reportaje de Animal Político, Iván Torres, especialista perioperatorio de México.
Sin embargo, explica el doctor Rojas, quienes se enfrentan a un mayor riesgo al realizar este procedimiento no son los pacientes sino los anestesiólogos, pues ellos son quienes entran en contacto directo con el virus y se exponen a ser contagiados.
Ante esto, The Intensive Care Society y otras organizaciones médicas han recomendado desde el inicio de la pandemia que los Gobiernos deben garantizar equipos de protección personal necesario. Además, sugieren una serie de pautas para evitar el contagio como realizar el procedimiento con el mínimo de personal necesario.
Y aunque este es procedimiento que en la práctica es sencillo y rápido, debe ser realizado solos por médicos altamente calificados como es el caso de los anestesiólogos, hay casos que podrían realizarlo los intensivistas. El doctor Rojas, despedido del Hospital Bertha Calderón, comenta que esto ocurre solo en quienes tiene mucha experiencia atendido en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).
Pocos anestesiólogos ante alta demanda
En Nicaragua, sin embargo, el personal médico no se da abasto. Una doctora residente que trabaja en el Hospital Alemán Nicaragüense, relató a CONFIDENCIAL, que, ante el aumento de atención médica debido a la pandemia, los anestesiólogos fueron insuficientes y le pidieron a los residentes que realicen estos procedimientos.
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“Los pacientes se multiplican y fallecen por docenas. No damos abasto. Otras especialidades deben apoyar (…) Los de anestesia ya no son los encargados de intubar, debido a la cantidad de las emergencias y lo crítico de los casos. Dejamos a un lado el miedo y ahora somos nosotros quienes intubamos, cada vez con un poco más de destreza”, contó la doctora que pidió no ser identificada.
En Nicaragua, hay 19 hospitales destinados por las autoridades para atender pacientes con la covid-19, pero en pocas semanas el personal médico resultó no ser suficiente para responder a la emergencia. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) hasta 2018, en Nicaragua había 6320 médicos. Es decir, que habría 10 doctores por cada 10 000 habitantes. De estos 2243 tienen especialidades.
Y según explicó el presidente de la Asociación Nicaragüense de Anestesiología y Reanimación (ANARE), Róger Pasquier, en el documento “El personal médico de Anestesiología: Un problema urgente de salud pública”, hay muy pocos médicos especialistas en esta área. "Hay 0.6 médicos anestesiólogos por cada 10 000 habitantes”, precisó.
La carencia de personal de Salud agudiza más el panorama para el país, porque algunos de ellos ya se han contagio, han fallecido o han sido despedidos por el Ministerio de Salud (Minsa) por revelar la negligencia que se está cometiendo en el manejo de la pandemia.
¿Qué hay después de la intubación?
Según un reportaje de la BBC, los pacientes que permanecieron durante mucho tiempo en la unidad de cuidados intensivos (UCI) y necesitaron de respiración artificial pueden sufrir de una recuperación traumática que puede durar meses o años y que conlleva alucinaciones y problemas para respirar. También es posible que las personas padezcan de atrofia muscular y debilidad por todo el tiempo que estuvieron inmovilizados.
"Por lo menos el 25 % de estos pacientes requieren asistencia en las actividades de la vida diaria un año después de su ingreso en Cuidados Intensivos, lo que supone una enorme carga para los cuidadores informales y formales", ha destacado en un comunicado Carolina Colomer, directora clínica de Vithas NeuroRHB en el hospital Vithas Valencia Consuelo, en España.
Según algunas investigaciones esto puede ocurrir por la enfermedad misma, la falta de oxígeno en el cerebro, las medicinas que se utilizan para sedar al paciente y por la falta de sueño después de que se le retiran los sedantes.
Y aunque no hay datos específicos que determinen cuántos de los pacientes con covid-19 que son conectados a ventilares sobreviven, porque eso depende de cada país, de las condiciones médicas de la persona, de los hospitales. Hay investigaciones que revelan, por ejemplo, que en Reino Unido mostró que el 67% que había recibido "ayuda respiratoria de avanzada" falleció. Mientras en China sólo el 14% sobrevivió después de haber sido conectado a un respirador artificial.
“La cantidad de pacientes que requieren intubación y que sobreviven se desconoce, pero lo que sí hemos visto es que últimamente están llegando en las últimas, al parecer están automedicándose y llegan hasta que están graves. Ya --lamenta Rojas-- cuando ni da tiempo para intubarlos”.