16 de marzo 2018
La situación de las mujeres en el Caribe de Nicaragua “es critica”. Ellas, que pertenecen a los pueblos misquitos y mayangnas, están siendo expulsadas de sus comunidades por colonos armados, que en ocasiones las secuestran y hasta las violan, ante la ausencia de las autoridades en aquellas remotas zonas del país. La alerta la lanzó la doctora María Luisa Acosta, abogada especialista en derechos de los pueblos indigenas y afrodescendientes.
A propósito del reciente Día Internacional de la Mujer el ocho de marzo, Acosta —junto a Dolene Miller y Elba Rivera— analizó la situación de las mujeres indígenas caribeñas en el programa Esta Noche, en un contexto nacional alarmado por la ola de femicidios, que ya suman doce en lo que va del año.
“Los colonos llevan armas de guerra y queman casas, comunidades enteras. Hay desplazamiento forzado. Al menos 1, 700 mujeres han huido a Honduras”, dijo Acosta. Las indígenas misquitas no solo han cruzado el Río Coco al vecino país, sino que han huido a ciudades como Waspam y Bilwi, donde “divagan y duermen” en los parques y quedan expuestas. “Las mujeres, niñas y ancianos sufren las mayores consecuencias”, agregó la abogada.
- Reportaje especial | El éxodo de los Miskitos
Lo que describe esta jurista es la situación que los pueblos indígenas y afrodescendientes sufren ya desde hace varios años: La invasión de sus tierras comunales, protegidas por la ley, ante la inacción del Estado de Nicaragua, que, incluso, hasta ha sido cómplice del tráfico de tierras, según una investigación de CONFIDENCIAL.
Dolene Miller, representante creole ante la Comisión Nacional de Demarcación y Titulación (CONADETI), aseguró que mucho de los liderazgos en los territorios comunales los ejercen mujeres. Según ella, no es un tema fortuito. Las mujeres deben asumir responsabilidades de los hogares cuando los hombres huyen de los colonos o salen a otras zonas a buscar el sustento de estos hogares.
Pero el espacio para el liderazgo femenino en la Costa Caribe, en el marco de la Autonomía de los pueblos indígenas, “está siendo restringido”. De acuerdo a Miller, la “influencia de la política partidaria” del Frente Sandinista reduce los espacios de participación para abordar y buscar soluciones a los problemas de la tenencia de la tierra o el desplazamiento forzado. “Los hombres migran y dejan la seguridad de la familia a las mujeres”; explicó Miller.
La doctora Acosta criticó que no “hay una política pública clara” para definir los femicidios, ya que el gobierno del comandante Daniel Ortega y la vicepresidenta Rosario Murillo lo redujeron al ámbito privado. “Las mujeres indígenas cuidan a los niños, a los ancianos de los colonos armados y ellos las matan por el hecho de ser mujer”, afirmó Acosta.
Miller afirmó que todo es más complejo si se toma en cuenta que la autonomía de los pueblos indigenas no es respetada al pie de la ley, ya que el gobierno central impone sus modelos sin tomar en cuenta el propio modelo de los consejos regionales y las comunidades.
“La autonomía municipal tampoco existe. Todo esto contrasta con la ley de autonomía de la Costa Caribe que busca preservar nuestros recursos naturales, el apego a las tradiciones y la cosmovisión de los pueblos indígenas”, criticó Miller.
En tanto Rivera, especialista en educación y asentada en Nueva Guinea, en el Caribe Sur, reconoció que se han abierto escuelas en las comunidades. Sin embargo, dijo que la calidad queda en entredicho, ya que en los últimos años se ha impuesto criterios políticos sobre al educación.
“No se fomenta en los estudiantes la conciencia crítica que da la educación. Están formando la cultura del miedo, de que nadie dice nada”, afirmó Rivera.