2 de octubre 2015
Más de 60 mil guatemaltecos protestaron en Ciudad de Guatemala contra la corrupción del Gobierno que encabezaba Otto Pérez Molina, personaje todopoderoso en un país donde los exmilitares marcan el paso de la política. Ese despertar ciudadano atrajo la atención de la prensa mundial y de movimientos sociales de la región, que vieron la posibilidad de que ésta tuviese una onda expansiva en Centroamérica. La primavera guatemalteca, la llamaron. Otto Pérez Molina fue destituido de su cargo, antes había caído su vicepresidenta y el Gabinete se desmoronó como castillo de naipes. Un logro histórico con un mensaje claro: los intocables, por fin, se verían ante la justicia.
El optimismo reinó en el país, pero la pregunta que queda en el aire es si los guatemaltecos están más conscientes de sus derechos políticos y si este cambio abre la puerta a reformas más profundas del Estado y sus instituciones. Para el analista político Gustavo Berganza la realidad es más complicada. Afirma que los poderes fácticos (cámaras empresariales, exmilitares) siguen moviendo los hilos de la política guatemalteca y que, si bien los ciudadanos “salieron del clóset” para manifestar su descontento, no cree que sean “políticamente sofisticados” para impulsar un cambio mayor. Y prueba de eso, dice, es el pase a segunda vuelta electoral del cómico de televisión Jimmy Morales, el candidato de un partido –el Frente de Convergencia Nacional– fundado por exmilitares y figura mediática de la hechura del magnate de los medios, Ángel González. Morales, según Berganza, no tiene la preparación para dirigir el país, y menos en un momento clave de su historia política. “No hay garantía de que esto va a cambiar para bien”, asegura en esta entrevista.
¿Este cambio político que vive Guatemala se produjo por la presión de los indignados que se tomaron las calles o es responsabilidad de la CICIG y sus investigaciones anti-corrupción?
Es una mezcla de los dos. Esto va dentro de la lógica de la investigación de la CICIG, pero por otra parte sí es cierto que las demandas ciudadanas pusieron el tema en el candelero. Las protestas en la calle lo que hicieron fue que el día que se estaba dando el juicio político contra el presidente Otto Pérez en el Congreso se rompiera totalmente en el esquema que se había pactado entre el partido Líder y el partido Patriota para proteger al Presidente. Es decir, hay un proceso judicial, pero luego hay una demanda de meses para que renuncie el Presidente, pero que se había demorado por la resistencia de la Embajada de Estados Unidos de aceptarla y por el apoyo que le daban el partido Patriota y Líder y la patronal. Todo esto se fue modificando paulatinamente en la medida que hubo varias manifestaciones, hasta culminar en la de la víspera de las elecciones.
¿Es el inicio de un proceso más profundo de transformación política en el país o es una situación momentánea, que no implicará mayores cambios en los poderes fácticos que han dirigido a Guatemala?
Eso lo sabremos con el tiempo. Lo que podemos analizar son los hechos que se dieron. Esta es una situación extraordinaria en términos de la historia reciente de la política en Guatemala, en la que por primera vez se investiga a fondo la corrupción de gente que antes era intocable. Luego está el hecho de que se logra la renuncia de la vicepresidenta y la del presidente. Todo esto es excepcional en el sentido de que si no estuviese la CICIG, que fue la que realizó la investigación, es muy factible pensar que a lo mejor esto nunca hubiera sucedido.
El país está un escenario en el que un humorista de la televisión, Jimmy Morales, tiene probabilidades de ganar la Presidencia. ¿Cómo fue posible esto?
Un factor es que se pone en evidencia la corrupción de la clase política que está participando, ya sea desde el gobierno, el Congreso o dirigiendo instituciones autónomas como la banca central. Luego está un candidato (Manuel Baldizón) que es realmente abusivo en la forma de violar la legislación electoral, no pone atención a la normativa y rebasa el tope de gasto que se fija, factores que crean un disgusto hacia los partidos políticos que han gobernado, están gobernando o participan en instituciones del Estado. Dentro de ese contexto cala mucho el mensaje de Morales, que no ha participado en nada más que en una elección de candidato a alcalde por un partido marginal, que no sacó ni siquiera cuatro mil votos en un municipio aledaño a Ciudad de Guatemala. Ahora se lanza como candidato presidencial promoviéndose a sí mismo como alguien que es limpio. Su lema es “ni corrupto ni ladrón”. Es alguien que no tiene la experiencia del Gobierno, pero este señor captura la corriente subterránea que hay en la gente de rechazar a todos los políticos tradicionales.
¿Tiene el apoyo de grupos poderosos como el sector empresarial y el Ejército?
Una de las primeras cosas que hizo cuando comenzó a subir en las encuestas fue tocar las puertas a las cámaras empresariales. Él mismo declaró el día de las elecciones, cuando supo que pasaba a segunda vuelta, que les había pedido a las cámaras que por favor le propusieran gente para su gobierno.
¿Qué papel juega el Ejército en todo este proceso?
Ninguno. El Ejército, como institución de soldados y oficiales en activo, no tiene ninguna participación. Los que sí la tienen son oficiales retirados. En primer lugar la gente que apoya a Morales, que fundó su partido, es un grupo muy conservador de exmilitares, que se llama Asociación de Veteranos Militares de Guatemala.
¿Esos militares tendrían influencia sobre Morales si ganara las elecciones?
Morales no tiene la más puñetera idea de a qué se metió. No estaba preparado. Creo que lo hizo por acumular prestigio y se sacó el bingo.
Un personaje metido a la política, pero sin capacidad para gobernar un país.
A él se le conoce por tener un programa de televisión muy malo en los canales de Ángel González. Ahí ha sacado todos los prejuicios raciales y sociales y religiosos de la clase media urbana guatemalteca, recogiendo bromas racistas, sexistas, clasistas y escenificándolas. Pero hay una contradicción: a él no le gusta que le digan el cómico, porque dice que se ha formado, y es cierto: recibió un curso de estudios estratégicos en el Centro de Estudios Estratégicos del Ejército, un curso de seis meses; inició un doctorado en seguridad que no terminó y tiene una maestría en análisis estratégicos que tampoco terminó. Es licenciado en Administración de Empresas. No se le conoce por ser una persona que tenga conocimientos sobre la Administración pública, sobre estrategias de gobierno.
Se dice que en Guatemala Ángel González tiene el poder de poner presidentes, ¿es Morales una creación de González, puede influir en él de ganar la presidencia?
De manera indirecta, porque realmente Ángel González puso toda la carne en el asador por Manuel Baldizón. Sus medios se convirtieron en los únicos vehículos de difusión de las diatribas y movimientos de Baldizón en Guatemala. Baldizón no le dio entrevista a ningún medio que no fuera los de Ángel González.
Guatemala requiere de reformas profundas del Estado y sus instituciones, ¿estaría Morales en la capacidad de enfrentar esas reformas?
Hay dos complicaciones. Primero el tipo de alianzas que puede llegar a tener su gobierno. Acabamos de salir de un gobierno corrupto, controlado por militares retirados y apoyado por las cámaras empresariales, y ahora resulta que viene Morales postulándose para presidente, apoyado también por militares retirados, que se va a entregar a los brazos de la cámara empresarial, y que viene del redil de Ángel González. Como decía el príncipe Fabrizio Corbera de Salina en El Gatopardo: es preciso que todo cambie para que todo siga igual. El otro problema que tiene Morales es que no tiene un grupo parlamentario fuerte.
¿Qué papel jugará Manuel Baldizón en la política guatemalteca ahora que ha sido derrotado?
Su partido para lo que sirve es para extorsionar y bloquear. Es el partido de la corrupción, lo que encarna lo peor de este país.
¿Qué pasa entonces con este movimiento ciudadano en Guatemala? ¿Están los guatemaltecos más conscientes de sus derechos políticos?
La mayoría de la gente que participó en las manifestaciones era gente de estrato urbano, de clase media baja hacia arriba, más o menos educada. ¿Quiénes son los votantes de Jimmy Morales? Son fundamentalmente gente con escolaridad media hacia arriba, mucha de la gente que estuvo en las protestas seguramente votó por Morales. La gente no es muy sofisticada políticamente hablando. Por deshacerse por los políticos visiblemente corruptos se entrega en los brazos de un candidato que al final de cuentas su fin es ofrecerle su amor a los empresarios y militares. Es un voto de castigo al establishment político-partidista, pero que mantiene la estructura de dominación en el país.
¿Entonces no ve posibilidad de un cambio más profundo en Guatemala?
Tampoco quiero ser pesimista. Pero hay indicios para pensar que puede que no cambie. Aunque por otra parte, y a pesar de la estupidez de la gente de haber votado por Morales, al menos quedó la experiencia de salir del clóset, ir a la calle cada vez que hay algo que no les parece. Por ahí puede ser que entre algo de conciencia ciudadana, pero garantía de que esto va a cambiar para bien no es cierto. Hay que observar a ver qué pasa.