19 de septiembre 2020
La muerte este viernes de la jueza progresista del Tribunal Supremo de EE.UU. Ruth Bader Ginsburg ya ha desatado un pulso entre republicanos y demócratas sobre la búsqueda de un sustituto, un asunto que cambiará radicalmente la dinámica de la campaña para las elecciones presidenciales de noviembre.
En un comunicado, el Tribunal Supremo informó de que Ginsburg había muerto a los 87 años de edad en la noche del viernes rodeada de su familia en su casa de Washington, D.C., debido a “complicaciones de una metástasis en el cáncer de páncreas”.
En el mismo comunicado, el jefe del Tribunal Supremo de EE.UU., John Roberts, nombrado por el expresidente republicano George W. Bush (2001-2009), rindió homenaje a la magistrada.
“Nuestra nación —dijo Roberts— ha perdido a una jurista de estatura histórica. Todos en el Tribunal Supremo hemos perdido a una compañera querida. Hoy guardamos luto, pero tenemos confianza en que las futuras generaciones recordarán a Ruth Bader Ginsburg como nosotros la conocimos, una campeona de la justicia incansable y resuelta”.
Poco después de que se conociera la noticia, decenas de personas se congregaron frente al Tribunal Supremo luciendo entre otras cosas banderas del arco iris, ya que Ginsburg fue una de las magistradas que falló a favor de legalizar el matrimonio igualitario en 2015.
Frente al edificio del Tribunal Supremo está el Congreso, donde las banderas estadounidenses ondeaban a media asta en homenaje a Ginsburg.
Oportunidad para Trump
El presidente de EE.UU., Donald Trump, reaccionó de manera respetuosa a la muerte de Ginsburg, usando palabras que habría empleado cualquier otro de sus antecesores, lo que es manifiestamente inusual para él, especialmente debido a que su fallecimiento podría beneficiarle políticamente.
“¿Acaba de morir? ¡Oh! No lo sabía, me lo estás diciendo por primera vez”, dijo Trump en respuesta a preguntas de la prensa después de un mitin en Minesota.
A continuación, el mandatario subió las palmas de las manos como pidiendo un momento y declaró: “Ella tuvo una vida increíble, ¿qué más puedo decir? Tanto si estabas de acuerdo, como si no. Ella era una mujer increíble que tuvo una vida increíble. De hecho, estoy triste por oír eso, estoy triste”.
El Tribunal Supremo de EE.UU. está compuesto por nueve jueces con puestos vitalicios y que tienen el poder de cambiar las leyes del país durante décadas. En concreto, juegan un papel crucial en temas como el aborto, los derechos de los migrantes, la privacidad, la pena de muerte y la tenencia de armas.
Los magistrados son nombrados por el presidente y tienen que ser confirmados por el Senado.
Para la derecha cristiana, el Tribunal Supremo es un asunto central y, por eso, este mismo mes, Trump renovó su promesa de nombrar a jueces que se opongan al aborto y prometan proteger el derecho a portar armas. Sin embargo, el mandatario hoy no hizo ninguna mención a ese tema.
Esperar las elecciones
El candidato demócrata a la Casa Blanca, Joe Biden, consideró que el presidente de EE.UU. que salga elegido en las urnas el 3 de noviembre deber ser quien elija a un sustituto para Ginsburg.
“Esta noche y, en los próximos días, vamos a estar enfocados en la muerte de la jueza y en su legado imperecedero. Pero para que no haya ninguna duda, déjenme ser claro: los votantes deben elegir al presidente y el presidente debe elegir al juez para que el Senado lo considere”, afirmó Biden en una declaración emitida en directo desde su casa en el estado de Delaware.
Biden recordó que, en 2016, después de la muerte del juez conservador del Supremo Antonin Scalia, el líder de la mayoría republicana del Senado, Mitch McConnell, ignoró al sustituto que había elegido el entonces presidente Barack Obama (2009-2017) y ni siquiera sometió su nominación a voto, con el argumento de que no tenía sentido aprobarlo en un año electoral.
Sin embargo, al contrario de lo que hizo entonces, esta noche McConnell se comprometió a someter a voto al candidato que Trump seleccione para el Tribunal Supremo, según anunció en un comunicado.
Para confirmar a un nuevo juez, McConnell necesita una mayoría simple, algo que podría conseguir si 53 de los 100 senadores republicanos se mantienen fieles a Trump. No obstante, el proceso de confirmación podría complicarse si hay deserciones entre los senadores republicanos más moderados.
El demócrata de mayor rango en el Senado, Chuck Schumer, abogó por esperar hasta después de las elecciones.
“El pueblo estadounidense debe tener una voz en la selección de su próximo juez en el Tribunal Supremo. Por tanto, la vacante no debería cubrirse hasta que tengamos un nuevo presidente”, dijo en Twitter Schumer, que usó exactamente las mismas palabras que empleó McConnell para oponerse al nombramiento que hizo Obama.
Predijo la tormenta política
La propia jueza sabía que su muerte provocaría una tormenta política en Washington y antes de su fallecimiento dictó a su nieta una frase que fue recogida por la cadena NPR: “Mi deseo más ferviente es no ser reemplazada hasta que haya un nuevo presidente”.
De esa forma, Ginsburg dejaba claro que su deseo es que los políticos esperen hasta las elecciones antes de buscarle un sustituto.
Nominada por el expresidente Bill Clinton en 1993, Ginsburg era la jueza de más avanzada edad de los nueve que conforman el Supremo y durante años había sufrido diferentes tipos de cáncer.
Ginsburg había vestido durante casi tres décadas la toga negra del Tribunal Supremo, donde llegó en 1993 como la segunda mujer de la historia que ocupaba un puesto en esta corte, después de toda una carrera dedicada a causas feministas y a los derechos civiles.