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Julio Borges: el hombre que hace la tarea en la oposición venezolana

Borges no perdió el temple leyendo un discurso cuando diputados chavistas intentaron boicotear presentación de la agenda legislativa

El diputado de la Mesa de Unidad Democrática (MUD) Julio Borges habla con la prensa a su llegada para la instalación de la Asamblea Nacional. EFE/Miguel Gutiérrez

Wilfredo Miranda Aburto

8 de enero 2016

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Pedro Carreño ya había subido y bajado del estrado de la Asamblea Nacional cuatro veces con la intención de figurar en lo que podría ser el día que ha tenido más rating una aparición suya en la televisión nacional. La quinta vez fue la más notoria. Se veía, de espaldas, discutiendo con el recién juramentado Presidente de la Asamblea Nacional, el diputado Henry Ramos Allup, mientras intentaba poner los puños en su mesa. Lo secundaban Héctor Rodríguez y otras figuras del PSUV. Todos reclamaban. Sí: ellos reclamaban que no se estaba cumpliendo con lo que indicaba el reglamento de la instalación de la Asamblea. Todos de espaldas y sin bajar el tono.

A quien querían interrumpir, el diputado que estaba de frente al público presente y las cámaras, era Julio Borges.

El jefe de la fracción parlamentaria de la Unidad, con mayoría de dos terceras partes de los diputados electos, estaba en el micrófono y conservaba la calma mientras se aireaba una discusión detrás de él. Sonreía a la cámara. Miraba a los lados. Esperaba su turno. Vigilaba que no le tocaran los micrófonos mientras sostenía su carpeta amarilla con los puntos a tratar.


Era el alumno que había hecho la tarea mientras los otros le reclamaban al profesor posponer el examen.

Habló y le hicieron poco caso. El barullo, la multitud y el frenteo seguían en el mismo cuadro de la cámara. Sin embargo, Borges se deslizó por la propuesta legislativa inmediata para este este primer periodo. Cuatro leyes, cuatro propuestas. La tarea hecha como Plan B, después de no haber sido electo para presidir la Asamblea Nacional este año, pero sí el siguiente.

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Vista la capacidad de respuesta de Ramos Allup para indicar quién y cómo controlaba el tiempo y con cuánta mano izquierda se le responde a quienes quieren bochinche en el patio, parece que fue mejor así. Uno preside mientras el otro plantea y abre el juego. Patea balones. Saca los apuntes y lee hasta que el ruido cesa. Lee hasta que sale del hemiciclo el presidente de la Asamblea Nacional saliente, como para remachar la idea.

 

En el mundo de los pico de plata y los improvisados, un hombre en paz y con la tarea hecha, que se apega a un papel escrito y comprensible, parece un antisistema. No necesitó apelar al catálogo de rencores pasados, como hizo Héctor Rodríguez, ni ser otra oveja negra en el Manual de Carreño: le bastó convertir el Parlamento en un espacio de ideas y propuestas durante unos minutos.

Ése que hablaba en paz era un hombre que hace algunas horas abrazó a su familia y se puso una gorra de la Virgen del Valle antes de salir de su casa, a pesar del traje y la corbata.

 

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Julio Borges no desayuna, pero toma refresco de cola ligera. Con eso sustituye el café. En su casa se nota que hay un torbellino infantil a diario. No es secreto de Estado que Borges y su esposa Daniella tuvieron cuatrillizos en 2007. Tampoco son muchos los chamos que vivan en la palestra política ni estén muy enterados de eso. Pero estos evidentemente han visto afiches, chapitas, caricaturas y hasta muñequitos de su padre.

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Zapatos por aquí, un arbolito de navidad por allá, en la casa de los Borges amanece tranquilo. A las seis y media de la mañana todos duermen porque no son días de colegio y está permitido acostarse tarde. A muchos puede sorprenderles, pero no hay ayas, ni criadas ni niñeras que viajen en aviones de PDVSA hasta Brasil o hasta Francia en primera clase, como en las casas de algunos diputados de la otra bancada. Minutos después, más a solas, Daniella comparte que ese trajín es todos los días. Lo hace sin dejar de sonreír. Cuatro muchachos, cuatro promesas. Menos mal que desde hace rato no necesitan pañales.

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El diputado Julio Borges decide entre una corbata roja y otra azul. Conversa un poco sobre las propuestas. Las tiene estudiadas, las comparte. La agenda es transparente. Está en la misma carpeta amarilla donde está su acreditación para el tercer periodo legislativo que pasará en la Asamblea Nacional desde el año 2000. Hace mella el bache de 2005, cuando la oposición decidió no participar. Su partido, Primero Justicia, fue el último en ceder a las presiones por el retiro de las candidaturas.

Hoy se alista para la instalación de un periodo legislativo inédito. No sólo por la abrumadora victoria opositora, que aún el chavismo intenta digerir por pedacitos y con impugnaciones, sino porque Primero Justicia es el partido que más diputados aportó a la bancada de los 112 que ganaron bajo la coalición de la Unidad: unos 35. Sin embargo, se queda por fuera de la directiva de la Asamblea Nacional este año.

Borges lo plantea abiertamente: su postulación fue vencida por Ramos Allup y los acuerdos de Acción Democrática con Voluntad Popular, Un Nuevo Tiempo y otros partidos. Pero esto no representa un conflicto. Hay más tareas por hacer y la política apunta más allá de estas cuentas iniciales.

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No desayuna, pero acompaña el segundo refresco con un sánduche de pan blanco con queso. Algo tan sencillo gana mucho cuando está tostado y tiene algo mostaza. Uno de sus cuatro hijos sí se para de la cama y viene corriendo a la cocina donde está su madre para ser parte de la conversación. Le roba un mordisco del pan. Los otros tres prefirieron una segunda tanda de sueño, tapándose de la luz caraqueña.

Julio se despide de Daniella en la puerta. acompañado de la Milagrosa en la pared, la Virgen del Valle en la gorra y la próxima visita de ambos a la Divina Pastora. Nunca están de más las protecciones.

Borgitosssss

Los diputados de Primero Justicia ya se preparan para salir de Chacaíto hasta la Asamblea en un par de autobuses. Pero Borges asistirá a un desayuno formal, que en realidad es una reunión de trabajo para arrancar la jornada. Hasta dentro de algunos minutos volveremos a verlo, ahora acompañado por Tomás Guanipa, quien también lleva una gorra tricolor sobre el traje, la corbata y su proclamación bien agarrada.

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La agenda de trabajo sigue en pie y se evalúan escenarios. A esta hora de la mañana todavía no se sabe qué hará el chavismo dentro y fuera del Parlamento. Vamos recorriendo la ciudad y nos enteramos de un problema entre guardias y diputados que llegaron antes que el protocolo de la Asamblea. Supimos de las estaciones de Metro cerradas a propósito y los piquetes de policías y guardias para evitar la llegada de quienes iban a acompañar a los diputados desde La Hoyada.

Aún el chavismo es poder y necesita que se note en cualquier resquicio posible.

Muchas paredes en los alrededores tienen pintas que advierten que se está entrando en “territorio chavista”, lo que resulta curioso porque la parroquia Catedral es parte del Circuito 2 del Distrito Capital, donde el candidato de la Unidad ganó con más de 23 mil votos de diferencia. Borges, por su parte, ganó el voto lista del estado Miranda con el 59% de los votos y más de 290 mil votos de diferencia sobre Haiman El Troudi, quien se dedicó a inaugurar obras públicas durante su campaña como candidato del PSUV.

Borges no es el líder carismático de los discursos épicos ni la mano en el hombro para tratar de compadre a cualquiera. No ha llegado a ser líder de su partido ni de la bancada mayoritaria por hacer eso. Distinto a ese estilo, la gente en la calle y los empleados públicos lo saludan con respeto, cariño y confianza, algo que también parece subversivo en un contexto donde gobiernan las emociones.

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Al llegar a las afueras del Palacio, la prensa lo aborda con decenas de preguntas. La estructura para responderlas es similar todo el tiempo: “Hay cosas que se hacen mal. Nosotros proponemos hacerla bien y éste es el plan”. Hay gente alrededor que con gritos pide no olvidar a los presos políticos y aparece la primera de las cuatro propuestas: la Ley de Amnistía.

Si el chavismo plantea que no los derrotó la oposición sino el malestar, la fórmula de Borges parece estudiada para tocar los puntos débiles. Por ejemplo: su bancada propone darle títulos de propiedad a los beneficiarios de la Misión Vivienda, algo que el Gobierno ha negado porque la gente empoderada se vuelve autónoma del partido. Otra propuesta es darle un subsidio directo a los pensionados para complementar con alimentos y medicinas los 9.600 bolívares que ya se les disuelven en las manos. Y, en caso de que el foco económico se pierda, la cuarta propuesta de ley busca impulsar la producción nacional, la única palanca en la que parece haber consenso para unos y otros, a pesar de los matices.

Hasta Diosdado Cabello, cuando se retiró del hemiciclo y se encontró otra vez con la prensa independiente en las afueras, tartamudeó al responder sobre estas leyes cuatrillizas, ésas que salieron de una carpetica amarilla que ahora abre el juego y plantea muchos más en el futuro Parlamento.

Publicado en Prodavinci

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Wilfredo Miranda Aburto

Wilfredo Miranda Aburto

Periodista. Destaca en cobertura a violaciones de derechos humanos: desplazamiento forzado, tráfico ilegal en territorios indígenas, medio ambiente, conflictos mineros y ejecuciones extrajudiciales. Premio Iberoamericano Rey de España 2018.

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