Lo ocurrido en Bielorrusia en los últimos doce meses es descripto frecuentemente por el periodismo en términos militares: «limpieza», «bombardeo de alfombra» y similares. El 9 de agosto de 2020, Alexander Lukashenko, que llevaba entonces 26 años gobernando Bielorrusia, celebró elecciones presidenciales ordinarias, obteniendo más del 80% de los votos según los cómputos oficiales. Sin embargo, ni los bielorrusos ni la comunidad internacional se creyeron estas cifras fantásticas. Durante la campaña electoral, los verdaderos rivales fueron detenidos o expulsados al extranjero; y junto a ellos decenas de activistas, periodistas, editores de canales de Telegram, que en Bielorrusia actúan prácticamente en igualdad de condiciones con los medios de comunicación.
Indignados por el fraude, cientos de miles de ciudadanos de este país de 9 millones de habitantes salieron a la calle. Las huelgas comenzaron en las empresas más grandes (que en Bielorrusia son en su mayoría de propiedad estatal). Las autoridades respondieron a la protesta pacífica con una violencia sin precedentes, incluso para los estándares bielorrusos. Amnistía Internacional calcula que más de 30 mil personas fueron detenidas, golpeadas y torturadas en esos meses. Hoy hay casi 600 presos políticos en el país y los periodistas no son una excepción. Según la Asociación Bielorrusa de Periodistas 33 trabajadores de los medios de comunicación siguen entre rejas por la habitual lista de cargos: desde delitos económicos hasta traición a la patria.
Durante el cuarto de siglo de gobierno autoritario de Alexander Lukashenko, la prensa bielorrusa ha vivido bajo una estricta censura. La situación se agudizó en relación con las elecciones y algunos otros acontecimientos mundiales. Por ejemplo, tras las elecciones presidenciales de 2010, hubo allanamientos y detenciones masivas de periodistas y activistas. Pero lo que está ocurriendo ahora -dice Pavel Sverdlov, editor en jefe de la radio online independiente Euroradio,- es “una limpieza total. Cuando decimos que quizá ya está, que hemos tocado fondo, hay otro golpe desde abajo».
Las fuerzas de seguridad llevan a cabo verdaderas operaciones especiales contra los periodistas. Por ejemplo, para detener al antiguo editor en jefe del canal opositor de Telegram NEXTA (con una audiencia de 2 millones de personas), Roman Protasevich, el 23 de mayo de 2021, las autoridades bielorrusas abordaron por la fuerza un avión de Ryanair que volaba de Grecia a Lituania. Y el 18 de mayo se produjo un auténtico asalto a la redacción del portal online TUT.by, el más popular del país. No era sólo un portal de noticias, sino un verdadero «Yahoo bielorruso», utilizado diariamente por más de 3 millones de personas, más del 60% de todos los usuarios de Internet del país. El sitio ha sido bloqueado y 12 empleados de la empresa, entre ellos el editor en jefe y el contador principal, están encarcelados. En julio, el resto de los medios de comunicación, tanto nacionales como regionales, sufrieron allanamientos y detenciones masivas: sólo el día 8 de julio las fuerzas de seguridad visitaron 30 redacciones y apartamentos de periodistas.
En esta situación, según Pavel, los medios de comunicación independientes sólo tienen una estrategia: sobrevivir. «Para salvarse, para mantener al mayor número posible de personas en libertad y garantizar su seguridad, ahora sólo es posible trasladar a las personas a algún otro país. En Bielorrusia, nadie puede dar garantía de nada. Si los agentes de la ley no vinieron hoy, pueden llegar mañana. Por eso la reubicación. Y, por supuesto, hay que hacer todo lo posible para seguir trabajando.”
La propia Euroradio puede enfrentarse al reto más serio de su historia. La emisora Radio Europea para Bielorrusia se puso en marcha en Varsovia en otoño de 2005 y en febrero de 2006 salió al aire por primera vez. Euroradio emite en bielorruso en la banda de FM para el oeste de Bielorrusia y vía satélite para el resto del país, pero lo más importante es que distribuye información a través de su página web y sus redes sociales. En 2009 consiguieron abrir una corresponsalía en Minsk, que duró 11 años. En octubre de 2020 los periodistas que trabajaban allí perdieron sus acreditaciones. El 5 de julio de 2021, las autoridades bielorrusas cerraron la corresponsalía. Para ese momento, el sitio web de Euroradio ya había sido bloqueado en el territorio del país.
“En los 15 años de existencia de las dos redacciones -en Polonia y Bielorrusia-, recuerda Pavel, muchos tenían dudas respecto de este modelo.” «Nos dijeron: ¿para qué necesitan una oficina en Varsovia? Pero ahora, con el «bombardeo de alfombra» y la detención de colegas a nuestro alrededor, claro que resulta de utilidad la oficina de Varsovia. Gracias a ello, la producción de noticias y las emisiones no se han interrumpido en ningún momento.» Los empleados de Euroradio se trasladan a Polonia, integrante de la Unión Europea, convirtiendo la oficina de Varsovia en la sede principal. Y continúan trabajando.
En la primera línea
La cuestión es si se puede hablar de un mercado de medios de comunicación, en un país en el que parte de los periodistas están en la cárcel, otros se han marchado y muchos simplemente han perdido su trabajo; porque los medios de comunicación independientes y populares están siendo eliminados uno a uno. En opinión de Pavel Sverdlov, el campo mediático se divide en dos partes desiguales. Sigue existiendo un enorme segmento del llamado periodismo de Estado, y el personal de estos medios «tiene derechos absolutamente desiguales» respecto al de los medios independientes. Los medios de comunicación estatales «colaboran con las fuerzas del orden, es evidente. Reciben de las fuerzas del orden las grabaciones de sus acciones, incluso en las redacciones de los medios de comunicación independientes, los vídeos de interrogatorios, conversaciones con detenidos, con personas implicadas en determinados casos.” Los periodistas de los medios de comunicación pro-estatales tienen acceso a los juicios políticos, mientras que a los empleados de los medios independientes se les dice que, debido a la pandemia de coronavirus, no hay más asientos en la sala: “por favor, esperen fuera”. Por último, se permite a los periodistas leales asistir a los actos masivos, e incluso algunos han sido vistos en las protestas bajo protección policial. En cambio, un representante de un medio de comunicación independiente en las protestas es probable que sea detenido, aunque sólo sea por el tiempo que dure el evento. Pavel dice que esto se aplica no sólo a las manifestaciones, sino también a los lugares donde ocurre algo importante. El 18 de mayo de 2021, cuando las fuerzas del orden destrozaban la oficina de Tut.by, Artióm Mayorov, periodista de Euroradio, estaba cerca. Vio que los policías cubrían la puerta de cristal de la oficina con una película negra para impedir que se viera lo que ocurría dentro. Tomó una foto, que fue inmediatamente compartida por canales de Telegram independientes (en la terminología de las fuerzas del orden bielorrusas calificados como «destructivos» e incluso «extremistas»). Artióm fue rápidamente identificado y detenido. Fue condenado a 15 días de cárcel, supuestamente por insultar a los policías. Pero de hecho, fue por la foto.
De todas maneras, Pavel está convencido que el periodismo se abrirá paso; y los periodistas, a pesar de las amenazas de detención, siguen trabajando. Los que se van, por supuesto, también; sólo que se apasionan más. Cuando los periodistas se encuentran a salvo, dice Pavel, es como si “se puentearan los fusibles”. Lo que no podían permitirse decir dentro de Bielorrusia, empiezan a decirlo fuera con mucho más audacia.
Los canales de Telegram desempeñan un papel crucial en el entorno mediático de la Bynet (el segmento bielorruso de Internet). Un estudio del Centro para la Transformación Europea señala que el fuerte crecimiento de esta plataforma en Bielorrusia comenzó ya en 2019, a expensas de los canales sociales y políticos. Pero en 2020, con la ola de protestas, el crecimiento se hizo explosivo: se convirtieron, en palabras de Pavel, en «el principal motor de la información». Según datos indirectos, a mediados de agosto de 2020, Telegram tenía 2,4 millones de usuarios activos en Bielorrusia, lo que supone un tercio de la audiencia total de Internet del país. Entre la población urbana, los investigadores estiman que el porcentaje supera el 60%.
En la actualidad, reflexiona Pavel Sverdlov, el mercado de los medios de comunicación bielorrusos está esencialmente a merced de los canales de Telegram, cuyos editores ya hace mucho tiempo que se encuentran en el extranjero. Están acostumbrados a trabajar en “la primera línea”, y ahora se sienten aún más cómodos. Al fin y al cabo, «se eliminaron del mercado los competidores más tolerantes: medios de comunicación que se guían por normas profesionales, no dan información sin verificar, cuidan su vocabulario y son más cuidadosos en sus valoraciones». Las autoridades están expulsando uno a uno de Bielorrusia a estos medios de comunicación: sus sitios web son bloqueados y sus «espejos» (sitios web en otras zonas de dominio) también son detectados y cerrados por las autoridades de control. La gente no tiene otra cosa para leer que los feeds de Telegram. Por supuesto, los usuarios avanzados instalan una VPN y así pueden leer las noticias de Euroradio. Lo cual no es complejo, pero se necesita un poco de trabajo y esfuerzo.
Otra consecuencia de la eliminación de los medios de comunicación es la aparición de agregadores de contenido, que se limitan a a recopilar enlaces de noticias o cualquier tipo de información, de forma totalmente caótica. Y si antes Yandex, por ejemplo, el popular buscador de la región, mostraba en sus resultados de búsqueda sitios web de calidad de medios independientes, ahora ese lugar lo ocupan los sitios «basura» que no están bloqueados. En consecuencia, el flujo de medios es menos manejable. Y más radical, a expensas de los canales de Telegram.
Por último, los medios de comunicación rusos tienen ventajas importantes. En el pasado, los contenidos en ruso han sido muy demandados en la Bielorrusia bilingüe (hasta el 80% de los residentes del país utilizan el ruso en su casa, según los sociólogos). Los estudios muestran que el 25% de la audiencia bielorrusa no lee los medios de comunicación bielorrusos en absoluto, mientras que las emisiones de la televisión están repletas de contenidos rusos.
No hay dinero, pero aguanten
Otro aspecto de la cuestión es el económico. Los medios de comunicación bielorrusos tenían antes pocas formas de obtener dinero. Hoy en día, los medios de comunicación que se construyeron sobre el modelo publicitario -por ejemplo, TUT.by y Nasha Niva- ya no pueden continuar en su forma anterior, y resulta largo y difícil crear un nuevo proyecto para acumular tráfico y anunciantes». El equipo de TUT.by que quedaba en libertad, por ejemplo, abrió un nuevo sitio Zerkalo.io, pero también fue bloqueado en Bielorrusia después de un par de horas.
Una solución son los anuncios en Telegram, dice Pavel. TUT.by tiene allí 530.000 suscriptores, Nasha Niva alrededor de 90.000. El equipo de Euroradio comenzó a hacer dinero en Youtube. Los usuarios bielorrusos de Youtube preferían los contenidos de entretenimiento rusos de calidad, pero ahora ha crecido la demanda de análisis bielorrusos, de entrevistas con expertos, por lo cual estos contenidos son vistos por decenas de miles de personas. En consecuencia, ahora podemos ganar con tranquilidad 700-800 dólares al mes en Youtube. Y esto nos permite cubrir parte de los gastos.
La segunda fuente de ingresos son las donaciones. Euroradio, por ejemplo, comenzó a utilizar la plataforma Patreon. En sólo una semana se recaudaron los primeros 500 dólares de donaciones voluntarias, «que recibiremos cada mes mientras la gente crea en nosotros». Aquí, según Pavel, la diáspora desempeña un gran papel: los bielorrusos en el extranjero invierten en medios de comunicación independientes para que puedan existir, para que los periodistas puedan irse del país y establecerse en un nuevo lugar. Una de estas iniciativas es Media Solidarity, con sede en Polonia, que ayuda tanto a las redacciones como a los periodistas a pagar multas o trasladarse a un país más seguro.
Y naturalmente, los menos afectados en esta situación son los medios de comunicación que se sostienen gracias a los grandes donantes extranjeros. «Creo que los propios donantes se han dado cuenta de que, desgraciadamente, en estas condiciones de autoritarismo bielorruso -ya cercano al totalitarismo, en mi opinión-, ese tipo de apoyo es una de las pocas formas de que los medios de comunicación independientes puedan seguir existiendo. Porque los anunciantes tienen miedo y la cantidad de dinero en los bolsillos de la gente no es infinita. En esta situación, la sostenibilidad de los medios de comunicación sólo puede lograrse mediante el apoyo institucional de los donantes».
La gente se ha dado cuenta de para qué se necesita el periodismo
Las grandes crisis políticas tienen otra cara: la gente se interesa más por lo que ocurre en el país y lee más las noticias. El editor en jefe de Euroradio confirmó que Bielorrusia no es una excepción. La audiencia de los medios de comunicación ha crecido varias veces durante los actos de protesta: la audiencia de Euroradio en Telegram, 8 veces; en Youtube, 5 veces.
Pero lo más importante es que «el público comenzó a sentirse protagonista», dice Pavel. «Empezamos a recibir mucho más contenido de los usuarios. Los usuarios sugieren temas y preguntas, envían sus propias fotos y vídeos, ellos mismos nos informan sobre algunos acontecimientos. Por ejemplo, cuando las fuerzas del orden acuden a las redacciones de nuestros colegas, la gente de las oficinas vecinas nos escribe para contarnos que eso está ocurriendo.»
«Cada persona en Bielorrusia es ahora un periodista. La gente ha entendido qué es el periodismo y por qué es necesario. Periodismo, en la conciencia colectiva, ya no son los programas de entretenimiento rusos «Vamos a casarnos» o «Espérame», sino que es realmente algo que acerca la verdad y la información a la gente, y así es valorado. Algunos colegas me dijeron que antes en Bielorrusia les resultaba muy difícil encontrar camarógrafos, porque era un riesgo. Ahora por poco no hacen cola, las personas que quieren ser parte en la difusión de la verdad. Hemos conseguido contratar a periodistas muy competentes y prácticamente no hemos despedido a nadie. Ellos entienden que hay un riesgo, por supuesto, pero aún así asumen su compromiso conscientemente.
Entrevista realizada por Natalia Marshalkovitch
*Este artículo fue publicado originalmente en Colab Medios Project