25 de agosto 2024
Tras la convalidación del fraude electoral en Venezuela, decretada por el Tribunal Superior de Justicia, controlado por Nicolás Maduro, las gestiones diplomáticas de los presidentes latinoamericanos, Luiz inácio Lula, Gustavo Petro y Andrés Manuel López Obrador “han quedado truncas”, prácticamente “ha sido rechazada la demanda de que el Consejo Nacional Electoral presente el desglose de las actas con los resultados electorales”, considera el excanciller de México, Jorge Castañeda.
“La situación actual favorece a Maduro, el tiempo trabaja a su favor y en cambio Lula, Petro ,y López Obrador en menor medida, pues están un poco frustrados”, resume el politólogo y exdiplomático, quien tampoco cree que un “ultimátum, o sanciones de los países latinoamericanos pueda tener un efecto”.
En una conversación con el programa Esta Semana que se transmite el domingo 25 de agosto en el canal de Youtube de CONFIDENCIAL, Castañeda sostiene que en la negociación para encontrarle una salida a la crisis venezolana “ha faltado un actor fundamental y es el Gobierno de Cuba, el único que realmente tiene influencia sobre (Nicolás) Maduro”. Y mientras los “militares cubanos controlan los anillos de seguridad y de inteligencia del Gobierno de Maduro”, no es posible que se genere “una división en las Fuerzas Armadas, que es la única posibilidad de un cambio interno en Venezuela que diera lugar a una salida democrática”.
Ante la gravedad de la crisis económica en Cuba, el excanciller de México sugiere una oferta “para Cuba de normalización plena con Estados Unidos o por lo menos hasta donde llegó Obama en 2015, para incentivar una salida negociada en Venezuela,” que cuente con la participación y cooperación del régimen cubano.
El Tribunal Supremo de Justicia convalidó el fraude electoral del 28 de julio sin presentar ninguna prueba. Estados Unidos, la Unión Europea y otros diez países latinoamericanos rechazan la ratificación de Maduro como supuesto ganador de las elecciones y demandan la publicación de las actas de votación al Consejo Electoral. ¿Cómo queda la iniciativa diplomática de Lula, Petro y López Obrador?
Pues queda trunca, porque la insistencia de estos tres gobiernos, y especialmente el de Lula y el de Gustavo Petro, en Colombia, en la publicación de las actas, obviamente ya ha sido rechazada, aunque no explícitamente por Maduro. Estamos ya a casi un mes de las elecciones y no se han publicado las actas y es obvio que no se van a publicar.
López Obrador hizo una declaración un poco extraña cuando afirmó que la resolución de la Sala Electoral del Tribunal Supremo recomendó que se publicaran las actas. No es cierto. Recomendó que se publicaran los resultados.
Entonces, realmente ya están agotadas las instancias jurídicas internas en Venezuela en lo que a las elecciones. ¿Qué pueden hacer gente como Lula o Petro, o López Obrador? Quizás, ponerle un plazo, una especie de ultimátum a Maduro. Públicas las actas para tal fecha o algo. Y entonces hay que definir el qué. Puede ser invocar la Carta Democrática Interamericana en la OEA, pero que es un gesto un poco fútil, porque en el fondo, como Venezuela ya no es parte de la OEA, pues da lo mismo que se invoque la carta. Más sanciones, incluyendo por parte de países latinoamericanos y de Estados Unidos y la Unión Europea, quizás eso si pudiera surtir algún efecto.
Pero hay que recordar que las sanciones anteriormente impuestas pues no sirvieron de mucho. Entonces, hasta cierto punto, la situación actual favorece a Maduro, es lo que siempre se pensó. El tiempo trabaja a su favor y en cambio Lula, Petro y López Obrador en menor medida, pues están un poco frustrados.
Lo que ha dicho el asesor de Lula, el excanciller Celso Amorim, es que debería de convocarse a una nueva elección. Petro en su momento habló de crear una especie de gobierno de coalición, pero nadie, ni siquiera el propio Maduro, menos la oposición, le ha dado algún crédito a esta iniciativa.
Así es, y con algo de razón. Cuando María Corina Machado dice, por ejemplo --si ya aceptamos ir a elecciones en las condiciones impuestas por el gobierno, es decir, estas no fueron elecciones que se celebraron en bajo circunstancias pactadas con la oposición o con la Unión Europea o con Estados Unidos, entonces, si aún así no le gustaron a Maduro los resultados, ¿por qué habrían que gustarle los resultados en una nueva elección? ¿Qué garantiza que la nueva elección sea más justa, más libre, más observada, vigilada e internacionalmente que la anterior? Y además, el esfuerzo de organización de campaña sería enorme. ¿Y quién sería? ¿No permitirían que María Corina fuera candidata en las nuevas elecciones o de nuevo inhabilitar ya no solo a ella, sino también a Edmundo González?
Es una propuesta un poco extraña de parte de Celso Amorín, que es alguien que está buscando, en efecto, una salida, pero una salida que sea aceptable para Maduro. Y a casi un mes de las elecciones, Celso Amorín no ha encontrado esa salida.
Quedan un poco más de cuatro meses para la proclamación del nuevo presidente el 5 de enero. ¿Hay algún margen de acción para la resistencia cívica en Venezuela que sigue convocando a protestas y, por otra parte, para una diplomacia más efectiva que tenga alguna clase de dientes para incidir en esta crisis?
Yo no tengo elementos para medir la intensidad, la amplitud de la protesta en Venezuela. A priori uno puede afirmar en abstracto que mientras siga la protesta en la calle, pues habrá todavía retos para el Gobierno. Pero hay varios indicios que sugieren que la protesta ha ido disminuyendo en intensidad por razones muy lógicas, la represión, el encarcelamiento de más de 2000 opositores, 25 muertos desaparecidos. Es perfectamente lógico que ante esas circunstancias y el paso del tiempo, pues vaya menguando la fuerza de la protesta.
En cuanto al esfuerzo diplomático, yo siempre he pensado que ha faltado un actor fundamental en toda esta negociación y es el Gobierno de Cuba. En realidad el único gobierno que realmente tiene influencia sobre Maduro es el de La Habana. Hasta ahora, por lo menos públicamente, no se ha dicho que haya habido la búsqueda por parte de Brasil, México, Colombia, de la cooperación cubana en estos esfuerzos de buscar una salida, una negociación.
Yo creo que lo más importante ahora, en vista del fracaso de todos los demás esfuerzos, sería tratar de reclutar a Cuba para su cooperación en esto a cambio de una verdadera distensión entre Estados Unidos y Cuba. Por lo menos mientras esté Biden en la Casa Blanca y en el entendido de que Kamala Harris podría ser la siguiente ocupante de la Casa Blanca, cosa que desde luego está por verse. Pero me parece que sin incorporar a los cubanos en todo este proceso va a ser imposible por una razón muy sencilla, como tú y muchos otros saben muy bien, mientras estén los cubanos en Venezuela constituyendo los anillos de seguridad y de inteligencia del Gobierno de Maduro, no va a haber una grieta, no va a haber una división en las Fuerzas Armadas, que es la única posibilidad de un cambio interno en Venezuela que diera lugar a una salida democrática.
Las Fuerzas Armadas venezolanas no son enteramente venezolanas, son en parte son cubanas y son los cubanos los que vigilan todo.
¿Pero qué incentivo podrían tener los cubanos? Hablas de distensión con Estados Unidos, pero qué incentivos pueden tener para facilitar una transición democrática en Venezuela que puede tener incluso por un efecto contraproducente para Cuba, que ha que ha dependido tanto de este tipo de alianza con con el régimen de Hugo Chávez antes y ahora con el régimen de Maduro.
Depende mucho de la gravedad de la situación económica y social en Cuba que, por definición, los que estamos fuera de Cuba no conocemos al detalle. Pero a mí se me ocurre que la situación es tan grave, que para Cuba una normalización plena con Estados Unidos o por lo menos hasta donde llegó Obama en el 2015, sería algo por lo cual los cubanos estarían dispuestos a pagar mucho y ese mucho puede implicar una salida negociada en Venezuela que no los perjudique a ellos. Es decir, que permita que parte de la cooperación venezolana con Cuba se mantenga, que desde luego no sucedería si hubiera una salida que no fuera pactada.
Si Maduro se impone por la fuerza, y en este momento ya hay señales de criminalización contra Edmundo González, María Corina Machado y otros líderes de la oposición, ¿se puede sostener un régimen de Maduro sin legitimidad, sin reconocimiento internacional después de enero? ¿O lo hizo Ortega en 2021? ¿O hay otro tipo de impacto en la crisis venezolana que puede cuestionar su sostenibilidad?
En principio, la posibilidad de sobrevivencia de un régimen en esas condiciones nos lo da el caso de Nicaragua, y de cierta manera el caso de Cuba, que ha sobrevivido al embargo norteamericano desde hace más de 60 años.
La gran diferencia con Venezuela es el factor migratorio hacia el resto de América Latina y hacia Estados Unidos. La diferencia es que los volúmenes del éxodo venezolano son muy superiores a los de Cuba en los años 60, en el Mariel, en el Malecón, incluso los últimos dos años, y desde luego de Nicaragua a partir de 2018 y 2021.
Para muchos países de América Latina y para Estados Unidos, el statu quo interno venezolano no es aceptable por motivos de la migración, no por motivos de principio o de escrúpulos, de Estado de derecho, de democracia, o derechos humanos, sino por el tema migratorio.
Pero el problema es que nadie encuentra qué hacer. Colombia no puede soportar otro éxodo de 2 millones de venezolanos. Pero entonces, ¿qué va a hacer? ¿Qué puede hacer para encontrar una solución?