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El “dreamer” nica que ve amenazado su sueño en EE.UU.

“No tendría el trabajo que tengo si no fuera por DACA”, dice joven migrante nicaragüense.

Inmigrantes y activistas de derechos humanos protestan contra la decisión del presidente estadounidense, Donald Trump, de poner fin al programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA). EFE/Eugene García

Dánae Vílchez

9 de septiembre 2017

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Jorge Castellón salió de Nicaragua en el 2005 y no volvió más. Viajó “mojado” hacia Estados Unidos cuando apenas tenía seis años. Cruzó México y Centroamérica en un grupo conducido por un ‘coyote’. Iba solo con su hermano, apenas dos años mayor que él.

Ese tortuoso viaje tenía como destino final la ciudad de Los Angeles, en el Estado de California, dónde por fin Jorge se reencontraría con sus padres, que habían migrado a ese país tres años atrás.

“Me acuerdo del desierto y que cruzando México, en la frontera con Estados Unidos, estábamos en una finca y pasaban los helicópteros de inmigración. Recuerdo que nos tiraban sacos de tierra. Fue horrible”, expresa Jorge.

Los Angeles es su hogar. Ahí creció y fue a la escuela, y es ahí donde ahora, de 20 años, planea formar una familia. Su novia está embarazada y ya planifican la crianza de su bebé. Actualmente trabaja en una tienda de vendedor, pero asegura que en sus planes está volver a la universidad para estudiar Criminalística.


Sin embargo, la vida que Jorge visualiza se encuentra amenazada por la cancelación de la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), un programa impulsado en 2012 por el expresidente Barack Obama,  que garantizaba a los jóvenes indocumentados que entraron al país antes de los 16 años, un permiso especial para trabajar y estudiar de manera legal, y además los protegía de ser deportados.

Este cinco de septiembre, el gobierno del presidente Donald Trump anunció la suspensión de DACA, que se hará efectiva dentro de seis meses, mientras el Congreso encuentra una alternativa. El fin de esta política migratoria dejará en el limbo a los llamados “dreamers” (soñadores), personas que llegaron a Estados Unidos siendo niños y crecieron en ese país.

Jorge postuló al programa en 2015, con la esperanza de que los beneficios brindados le abrirían puertas. Tuvo que mostrar pruebas de toda su estancia en Estados Unidos y luego de completar todo el papeleo, fue aceptado. Meses después recibió el permiso de trabajo y el numero de seguro social.

“Ya tenía 18 años y estuve feliz cuando me mandaron mi carta de permiso de trabajo y mi tarjeta se seguro social, porque ya sabía que podía estudiar y trabajar legalmente. Con esto podes sacar un carro, podes ser sujeto de crédito, que eso en Estados Unidos es muy importante”, dice Jorge.

“La verdad no tendría el trabajo que tengo si no fuera por DACA. Tal vez si tuviera un trabajo pero sería mucho más difícil todo, porque tendría que andar con papeles ‘chuecos’”, agrega.

Más de 3 mil nicaragüense en peligro

Según cifras del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de EE.UU.(USCIS), la cancelación de DACA afectará a unos 800.000 indocumentados  y entre ellos se encuentran, 3590 nicaragüenses.

Además se cuentan unos 67, 448 salvadoreños, 46,084 guatemaltecos y más de 43 mil hondureños. México es el país que encabeza la lista de origen de los “dreamers” con más de 622 mil personas.

Para el politólogo Manuel Orozco, experto internacional en remesas y migración, la decisión podría ser contraproducente para Trump y el partido republicano, pues la comunidad latina, principal receptora de DACA, siente que han emprendido una persecución en su contra.

“Los beneficiarios de DACA terminan siendo la víctima mas inocente de este embrollo, porque son personas que no tuvieron la opción de decidir a venir a Estados Unidos y se han convertido en americanos de facto. Sin embargo, el estigma creado por la derecha los afecta ante el ojo público. La comunidad en general se siente amedrentada por el discurso y la retórica del presidente Trump”, explica Orozco.

Uno de los mayores miedos de los jóvenes que postularon a DACA, es que los datos que brindaron de buena voluntad al gobierno sean utilizados para desatar una cacería y deportarlos.

“Yo estoy seguro que a la mayoría de gente que aplicó, los que fueron y los que no fueron aceptados, están en lista para deportación. Es como traición, porque al gobierno nosotros le dimos el espacio de conocernos, salimos de estar escondidos y nos justo que ellos nos hagan esto”, manifiesta Jorge.

Este joven creció en California, y aunque habla español con su familia, su idioma principal es inglés. Apenas recuerda de su vida en Nicaragua algunas escenas de las calles de su natal Matagalpa, dónde no le queda nada por lo que regresar.

“Si me quitan los papeles siempre hay maneras aquí de trabajar. De que me deporten sí tengo miedo, por que voy a tener un hijo en marzo, eso es lo que me da mas miedo. Trump me recuerda a los fascistas, tiene muchas características parecidas”, dice el “dreamer”.

Las organizaciones sociales que trabajan con migrantes, tanto en Estados Unidos como en Latinoamérica, repudiaron la decisión de Trump a la que han catalogado de “cruel e inhumana”. Desde ya trabajan para que los gobiernos de las ciudades santuario creen políticas para que estos jóvenes sean protegidos.

“El fin de DACA es un retroceso para la protección de los migrantes, y en particular de los niños y jóvenes migrantes. Los beneficiarios del programa no podrán renovar el documento que les daba la certeza de que no serían deportados y les permitía trabajar. Medidas como estas solamente acrecientan la vulnerabilidad de los migrantes”, expresa un comunicado de la Red regional de Organizaciones Civiles para las Migraciones.

Consecuencias económicas a la vista

La incertidumbre que ha generado la cancelación de DACA ha desembocado en  protestas en las ciudades más importantes del país. La decisión ha sido rechazada, tanto por el expresidente Obama, principal impulsor del programa, como por grandes empresarios de la industria tecnológica, quienes resaltan el aporte económico que hacen los “dreamers” al país.

Según una investigación de la Universidad de California en San Diego y el Centro Nacional de leyes sobre inmigración, la edad promedio de los “dreamers” es de 22 años y que más del 95 % de ellos tienen empleo o estudian. El programa representó para el 63 % de estos jóvenes la oportunidad de tener un trabajo con mejores salarios y beneficios.

“Las consecuencias económicas para el país son gigantescas, solamente en California, echar a casi 200,000 trabajadores con permisos de DACA afectará a la economía local en US$11 mil millones”, indica Orozco.

Ahora que Trump tiró la pelota a la cancha del Congreso, dominado también por el Partido Republicano, la salida parece incierta. Al imponer una fecha límite para buscar una solución a la cancelación de la DACA, el presidente podría causar asperezas con los miembros de su mismo partido.

“En términos prácticos esta decisión puede que genere un conflicto que estanque la política del Congreso, que se encuentra ya con una agenda topada de temas irresueltos (reforma tributaria, de salud, entre otros) y emergentes (como es el paquete de reconstrucción de Houston después de la tormenta Harvey).  El Congreso podrá ver cómo actuar rápido y dar una solución temporal a estos inmigrantes. Pero lo que está claro es que la postura de Trump no refleja ningún tipo de espíritu solidario o humanitario”, indica el politólogo Orozco.


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Dánae Vílchez

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