28 de abril 2019
Nayib Bukele no tenía planeado hablar con los medios, pero al final habló. O, más bien, lo hicieron hablar.
Un accidente en la vida de un político locuaz, pero reacio a responder preguntas. Un presidente electo que ha hecho de huir de la prensa su política de medios en tanto llega el momento de la asunción, el 1 de junio próximo. Desde el 3 de febrero, cuando ganó la elección presidencial, Bukele se había rehusado a atender inquietudes de los periodistas, pero el pasado 9 de abril se vio obligado a alterar el guion. O una parte de su guion.
Esa tarde, mientras un grupo de periodistas esperaba que Bukele terminara de recorrer el Museo de Arte de El Salvador junto al gobernador de California, Gavin Newsom, el equipo de prensa de la embajada de Estados Unidos advirtió a los 15 reporteros que permanecían expectantes que no habría declaraciones a la prensa. Que el equipo del presidente electo había dispuesto que no se atendería preguntas de los periodistas. Lo mismo de siempre.
Bukele llegó a la actividad aproximadamente a las 2:15 de la tarde, en una camioneta azul y custodiado de escoltas. Se presentó vestido de saco, con una camisa blanca desabotonada del primer botón y sin corbata; caminaba con semblante seguro y sonriente ante las cámaras. A su lado iba su esposa, Gabriela Rodríguez de Bukele.
Dentro del museo se encontró con Gavin Newson y después de unos apretones de mano y más sonrisas empezaron a recorrer el lugar. Revista Factum intentó seguir a varios metros de distancia el recorrido oficial, con la esperanza de poder hacer alguna pregunta. Los encargados de prensa del presidente electo, sin embargo, pidieron que se esperara en la primera planta, donde permanecía el resto de periodistas a la espera de que en uno de los últimos salones terminara la caminata de Bukele y Newsom junto a sus esposas.
El recorrido junto duró cuarenta minutos. Poco antes de ese período, Douglas Tobar, de comunicaciones de la embajada, dijo que Arena Ortega, del equipo de protocolo de Bukele, explicó que no se habilitaría espacio para preguntas de la prensa. Los periodistas solo tendrían acceso a hacer “tomas” fotográficas o de vídeo.
Esa tarde se cumplían ya 65 días de absoluto silencio por parte de Bukele sobre quiénes podrían integrar su gabinete de gobierno o sobre qué pueden esperar los salvadoreños de su trabajo en la Presidencia de la República.
Los periodistas seguían esperando en la primera planta y el escenario estaba listo: un salón bien iluminado, con pinturas de fondo y con el piso donde caminarían Bukele y Newsom brillante y despejado. Pasaron los minutos y llegó el momento. En una esquina de la estancia, la prensa encendía los reflectores al tiempo que los políticos entraban sonrientes al último salón que recorrerían en el museo.
Todo iba saliendo al estilo del presidente electo: los periodistas nada más viéndolo. De súbito, una pregunta de un reportero estadounidense:
—Presidente, ¿puedo hacerle una pregunta?
Bukele, sorprendido, se detuvo un instante y vaciló antes de responder.
—Sí —contestó, en tono dubitativo.
—¿Cómo va a combatir su gobierno el problema de la inseguridad? —preguntó el periodista.
Bukele accedió a romper con los más de dos meses de no aceptar preguntas de la prensa. Se apartó por unos segundos de una de las líneas de su guion. Las obras de arte en ese salón quedaron en segundo plano y el presidente electo mencionó que deben corregirse los problemas sociales, y que eso pasa por la inclusión social, por invertir en las comunidades, en salud, en cultura… y que si que se hace todo eso de manera integral y si se pone al Estado a trabajar en función no sólo de combatir la delincuencia, sino también de solventar las razones por las cuales existen este tipo de delincuencia en este país, él, Nayib Bukele, presidente electo de El Salvador, está seguro de que se puede hacer mucho. “Tomando en cuenta que el 85 por ciento de los casos de extorsión y de robo es de las pandillas, estaríamos combatiendo el 85 por ciento de los problemas de El Salvador”, resumió.
Que accediera a responder una pregunta de la prensa ya era novedoso en un político extremadamente locuaz en redes sociales, pero reacio a escuchar y a responder en público. Así que ese martes 9 de abril prestó oídos a la prensa durante unos breves segundos.
La primera pregunta fue señal para el resto de periodistas. Le consultaron cuál era el mensaje que enviaba al presidente Donald Trump y a la Casa Blanca y qué garantías de seguridad podía ofrecer a los turistas venideros. Luego llegó el turno de la prensa local.
—Presidente, a dos meses de su toma de posesión, ¿qué nos puede adelantar de su gabinete? Creo que los salvadoreños tienen la curiosidad de saber quiénes serán las personas que le van a ayudar a gobernar, y a dos meses de la toma de posesión sería importante que hablara —cuestionó el periodista Bryan Avelar, de Revista Factum.
—Menos de dos meses. No voy a dar nombres hasta mayo —replicó Bukele.
—¿Por qué? —volvió a cuestionar el periodista.
—Porque van a empezar a ver quién se divorció, si fumó marihuana, si lo arrestaron hace 50 años porque iba conduciendo muy rápido —respondió.
Bukele acabó con su silencio de más de dos meses ante la prensa salvadoreña. Pero luego agregó un comentario en el tono de lo que ha sido también el otro eje de su guion ante la prensa: su preocupación sistemática por atacar al periodismo que le cuestiona. El presidente electo sugirió que el oficio de la prensa es un ejercicio de chismes:
—Vamos a esperar hasta mayo para formar un gabinete y dejar el gossip para después.
Esta fue la primera vez desde su elección que mencionó frente a las cámaras y grabadoras de periodistas locales las palabras “gabinete” y “funcionario”. En dos meses Bukele ha callado sobre este tema, a pesar que ha sido abordado por la prensa en al menos una ocasión desde su elección. El 7 de marzo no pudo evitar que un grupo de reporteros se dirigiera a él mientras salía de la audiencia conciliatoria con el dirigente efemelenista Eugenio Chicas, quien obtuvo del presidente electo 50 mil dólares en concepto de resarcimiento por acusaciones públicas sin fundamento. Pero en esa ocasión no hubo tiempo para cuestionamientos sobre su gobierno.
Desde que se convirtió en candidato presidencial por el partido Gana, en julio de 2018, Nayib Bukele se ha rehusado a conceder entrevista a medios críticos e independientes salvadoreños.
Después de la pregunta sobre el gabinete y tras la respuesta de Bukele el encargado de prensa del gobernador Newsom alzó la voz para anunciar que se acababa la imprevista rueda de prensa y que solo aceptarían una intervención más: “La última pregunta, por favor. Gracias”.
—Sobre su respuesta del gabinete, señor presidente, ¿no le parece que sería bueno que antes de que estén gobernando la población conociera quiénes dirigirán el país? —insistió Avelar.
—Bueno, la Constitución dice el primero de junio, lo vamos a hacer en mayo precisamente para eso. Ya las ansiedades que tengas tú, ya es otra cosa. 30 días para conocerlos es bastante. Creo que un funcionario no se conoce por lo que habla o por lo que pueda decir 30 días antes, sino por su trabajo. La gente los va a conocer cuando empiecen a trabajar el primero de junio y en algunos casos nos vamos a dar cuenta de los que trabajan y de los que trabajan mal…
El presidente electo se despidió. Salió acompañado de su esposa y al lado de sus invitados estadounidenses. La comitiva repartió un par de sonrisas, y los periodistas quedaron con más dudas que respuestas.
Luego vino la Semana Santa y Bukele estuvo ocupado en redes sociales divulgando información sobre su visita a República Dominicana, donde fue recibido por el presidente.
Y este martes 23 de abril, dos semanas después de su tropiezo con los periodistas en el Museo de Arte y 80 días después de su triunfo en las urnas, volvió a ser él en su plenitud. “Los veo mañana, a las 8 pm, en Facebook Live”, tuiteó, fiel a su guion de comunicar desde las redes sociales y de no exponerse a cuestionamientos incómodos.
*Este artículo se publicó originalmente en la Revista Factum.